miércoles, 29 de diciembre de 2010

Aún no sabes quien soy…

Aún no sabes quien soy, ni si existo,
aún no logras creer en mi, ni soy lo que quieres.
Pero una pista te daré, cuando la luna te abrace,
y Júpiter esté de visita, piensa que a tu lado estaré.
Yo no te toco, ni te beso, ni te abrazo,
surco el cielo con la mirada
y al viento tu nombre le suspiro
implorándole al destino que algún día lo oigas.

Te miro desde mi perspectiva del mundo
como el farero que al mar vigila,
o a los barcos, o quizás lo obscuro.
Tus manos tampoco me conocen,
soy el suspiro de una nueva melodía
que una noche junto a ti inventé.
No me busques, piensa que a tu lado estaré.

En cambio yo algo sé de ti,
eres la flor que se enamoró del sol,
pero jamás de sus raíces.
Acorralada entre la pasión y el silencio,
eres ese amor secreto que te mantiene,
o lo que es mejor, sólo eres lo que eres.

Parece algo mágico e ilógico
y vaya si es verdad lo que piensas;
estos versos no pretenden ni serán
el jarabe que calmen nuestras heridas.
No soy lo que crees, no creas lo que ves,
no ves lo que soy, no sabes lo que soy,
estés donde estés, piensa que a tu lado estaré.

¿Es que aún no sabes quien soy?.
entonces una pista te daré, cuando la luna te abrace,
y Júpiter esté de visita, piensa que a tu lado estaré.
¿Entonces sabes quien soy?...
Supongo que ahora,
ya no necesitamos una presentación.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La jefa…

No estaba del todo convencido de tomar aquel trabajo, pero la necesidad lo llevó a aceptarlo, después de todo siempre es mejor trabajar antes que hacer nada, pensó en aquel magro colectivo que lo llevaba hacia el trabajo en cuestión, mientras sumaba a sus argumentos la facilidad de horarios los días que cursaba en la facultad. El primer día quedó clavado bajo el Sol por que la jefa jamás apareció a la mañana, luego de almorzar y esperar un tiempo en una plaza cercana, volvió al negocio… rato después llegó su jefa montada en su bicicleta y abrió como si nada, como todos los días, casi sin prestarle atención a su presencia; por supuesto él tampoco prestó mayor atención por que Literio no es hombre curioso y sólo contesta cuando le hablan, por eso responde que no hay drama alguno cuando su jefa intentó explicarle los motivos de su retraso... vale aclarar que varias veces sucedió lo mismo en el transcurso del primer mes de trabajo, pero como todo, Literio con el tiempo se fue acostumbrando y no le dio jamás importancia alguna a aquel pequeño detalle.
Con el tiempo la relación pasó de distante a “menos distante”, algo en la jefa le llamaba la atención y es que más allá de lo correcto del trato y de muchas charlas con mate y sonrisas, había algo que los diferenciaba por demás.
Un Jueves mientras Literio se encontraba en la clase de física contemporánea y fue interrumpido por el estrepitoso llamado de su jefa consultándolo sobre como apagar el incendio de uno de los equipos de trabajo con los que contaban en el local. Historias como esas hay muchas, eso si…
Una tarde pasé por la esquina donde trabajan ambos y pude ver a Literio tratando de ayudar al mundo con soluciones prácticas de física clásica mientras atendía a una señora mayor que renegaba del trabajo mal realizado por la jefa, a la vez que ella, se encontraba observando la errante trayectoria de una polilla que se encontraba dentro del pequeño local.
Desde su puesto Literio hace lo mejor que puede, mientras la jefa se nefrega en todo y observa el vuelo de la polilla.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Viernes 2hs (2 AM, como quieran)…

Se dedicó a descansar un poco la vista con el color verde del tablero de instrumentos, mientras con total lentitud se arrellanó en la butaca, gozando con el placer de sentirse abrazado, seguro y cómodo. Las melodías que propinaba Aspen eran la compañía ideal o al menos así lo sintió en aquel momento.
Encendió un cigarrillo mientras se dejaba acariciar por la brisa fresca que ingresaba en el habitáculo, por un segundo cerró los ojos y pensó que eso es lo más cercano a la paz que le tocó vivir en los últimos tiempos.
La Avenida General Paz desde hace tiempo es un trastorno para todo osado que se anime a transitar por ella, pero esa noche no era así, esa noche era de él, sin preocupaciones por el tránsito o por vehículos en el entorno; el capot iba devorando el asfalto, él se entregó de lleno a ese tabaco, a esa canción, a ese verde del tablero, a esa despreocupación del entorno… si, él se entregó de lleno a ese momento de libertad… de paz… a ese momento tan de él.
El movimiento rectilíneo uniforme, el sonido del motor a mil quinientas revoluciones por minuto, los ochenta kilómetros en la hora de velocidad máxima, la Luna expectante a su izquierda, la brisa, el no pensar, toda esa sumatoria de sucesos conformando aquel evento, lo llevaron con una sonrisa a su casa, donde su perra y la almohada lo esperaron deseosos de querer saber lo que el vivió en ese viaje de regreso a su hogar.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tarde lluviosa en Chacarita (historias de Literio)…

Mirá, no se que pasa, el tiempo está loco últimamente… ayer hacía 30ºC y hoy llueve y hace 18ºC, así no dan ganas ni de salir… pero te voy a contar algo que pude observar el otro día cuando acompañado por un amigo fuimos a hacer unos trámites en el barrio de Chacarita.
La gotera no paraba de chorrear, afuera el cielo parecía no querer dejar de tirar agua tampoco, debajo del techo la gente comía, estudiaba y resolvía ejercicios varios de la materias que cursaban sin advertir la presencia del agua. Dos o tres curiosos se reunieron para concurrir al cónclave observador de ese evento, minutos después fueron cinco, cuando quise acordar ya eran como veinte al menos los que se agolpaban y realizaban un círculo, miraban todos aquel espectáculo, primero callados, luego musitando alguna opinión… todo muy discreto, casi sin levantar sospecha.
Un grupo de personas abandonó el círculo para asistir a sus obligaciones, empero fueron reemplazados por otro grupo de curiosos que intentaban descifrar el por que de tanto alboroto. El drama duró al menos una hora sin incidentes, hasta que empezaron a suscitarse opiniones encontradas, las cuales desembocaron en una leve escaramuza que no pasó a mayores por la autorregulación del propio grupo, que en tamaño cada vez mayor, se encontraba en torno a aquella novedad.
Algunos hastiados se alejaban de aquella comunión de personas para ventilar opiniones deportivas o políticas, o simplemente para volver a sus hogares.
Pero no tardó en aparecer alguien con un cuaderno, un lápiz y una calculadora, segundado por su fiel escudero que armado con una cinta métrica trepó al primer piso para tomar dimensiones; otro intrigado, se dedicó a medir la velocidad del viento, un poco más allá una señorita realizaba mediciones de temperatura ayudada por una amiga que estaba abocada a determinar la humedad relativa de ese ambiente. Cosas así no son de extrañar en lugares como ese.
Hasta allí era un cuadro normal de situación (por llamarlo de algún modo), y digo normal hasta que apareció Literio y tomó una muestra.
Una vez que corroboró que se trataba de agua, empezó a sacar cálculos del caudal de agua de aquella gotera, temeroso de que se produzca una inesperada inundación en aquel húmedo ambiente. Una vez que comprobó que ese suceso sería casi imposible, se lo comunicó a las personas allí reunidas, acto seguido, se retiró con una sonrisa y mucho más tranquilo, sabiendo en su interior que había hecho bien.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Un tal Néstor…

Me baso en los dichos de otro, como ser el presidente venezolano Chávez, una persona así no muere, cierra los ojos y vela desde el cielo y vaya si lo intentó cuando estuvo aquí.
No quiero caer en esa adulación pos mortem que existe o impera en mi país desde que grandes personas que marcaron el siglo que nos antecede se fueron (por nombrar a Sandro, Fontanarrosa, la “negra” Sosa) o al mismo Alfonsín a quien siempre le quedé debiendo un homenaje y que llegado el momento lo haré. No damas y caballeros, no quiero caer en eso ni quiero que este escrito sea interpretado de esa manera, ya que esa no es la idea, ahora pues, si vas a leer esto con preconceptos, lo mejor, o mi sugerencia es que te evites la molestia y busques algo mejor en Internet, que seguro tendrá cosas más importantes o mejor redactadas de lo que se pueda encontrar por aquí.
Yo no me olvido de tus méritos, llegaste con el 22% y te fuiste con el doble o más, le devolviste a la imagen de presidente el valor que había perdido con la casi infinita sucesión de presidentes que te antecedió; asumiste con todo el congreso en contra y demostraste que eso no es condicionante para gobernar… te repito, yo no me olvido como se escupía o se le tiraban huevos al congreso y diputados/senadores cuando asumiste; no me extraña mirando hacia atrás como en poco tiempo todo eso cambió. Hiciste de tus ideales una política de gobierno: la alianza estratégica de América latina, devolviéndole al país el papel preponderante que siempre tuvo en la región, superando aún a la supuesta “potencia regional”; lograste que aquella pobreza del 50% se redujera a poco más de la mitad en tu mandato, dignificaste la educación, la salud, la investigación y desarrollo con el presupuesto más alto de la historia, lograste, sobre todo eso, lograste que vuelvan aquellos que se fueron a investigar a otros países, y lo que es mejor, repatriaste a los que se fueron a Europa u otros destinos cuando no encontraron más posibilidades aquí. No me olvido de las caras que había cuando asumiste y de las que veo ahora, con una sonrisa o apostando a comprar autos, viviendas, electrodomésticos o lo que sea.
Pero no quiero hablar de los que algunos advierten, no, eso no sería un homenaje digno, lo mejor es que hable de lo que yo viví, sentí/siento o pienso. Por vos me volvió la sonrisa, la esperanza y las ganas de apostar y tener proyectos personales, sin darme cuenta comencé a militar (muy a mi manera) y a incentivar a los jóvenes que hablen al menos de política, siempre brindando con el ejemplo que nos dejaste, pero remarcando los desaciertos que todo los gobiernos tienen, imaginarás querido Néstor, que no se puede complacer en un 100% a las personas.
Me enseñaste, lo más loco es que nunca advertí a partir de cuándo, pero me enseñaste que la política de redistribución es posible en nuestro país… vaya si lo lograste y estoy orgulloso de ello. Vos lograste cumplir dos grandes sueños, el primero cancelar la deuda con el FMI, recuerdo aquel año 1999 cuando estando en el primer año de la secundaria, hablaba del FMI con mi profesor de Educación Cívica, el abogado Caruzo y entrábamos en una suerte de círculo vicioso discursivos con argumentos totalmente válido para ambos y un respeto mutuo enorme flotando en aquella aula de 1º 7º, justo la primera a la vuelta del pasillo que está en el primer piso. El segundo sueño que me cumpliste fue cuando llamate al pueblo a no comprar a aquellas empresas que aumentaron sus precios (recuerdo Shell sobre todo), siempre quise que un presidente realice un llamado como ese al pueblo… lástima que nada sucedió…
Mi viejo en ese mismo año 1999, decía que le gustaba la idea que seas presidente, en 2003 lo conseguiste y no lo defraudaste, no hay día últimamente que no hablemos de vos, calculo que será su homenaje.
Néstor, querido Néstor, estos últimos días me emocioné mucho, pero de verdad eh, varias lágrimas y nudos en la garganta se presentaron sin aviso al ver a los jóvenes despidiéndote, al hablar de vos con mis alumnos o simplemente viendo la televisación de tu velorio, hasta en este preciso momento un fuerte nudo tengo en la garganta y ruego no ver tu imagen en la tele para que no se note la fragilidad que causó en mi tu paso a la inmortalidad.
Si, a la inmortalidad, por que a partir de tu legado hay un antes y un después, tu nombre y apellido quedará marcado en la historia de mi país como uno de los presidentes progresistas de la historia moderna como Frondizi, Illia o el mismo Alfonsín.
Ahora al igual que desde hace un tiempo atrás seguiré apoyando más que nunca esta causa, esta transformación, este gobierno, esta esperanza… Gracias Néstor por tu legado, apoyaré a tu mujer utilizando todas las herramientas de las que disponga, gracias por dejarnos a ella continuar con este legado, dirigiendo el rumbo de más de 40 millones de personas y mostrando que aún estamos en el mundo, aunque muchos se empecinen a decir que ello no es cierto.
Este es mi homenaje, por cierto muy humilde y no a la altura que las circunstancias requieren, este escrito está dedicado a vos, a una persona que hizo su pasión una forma de vida, aunque ella misma se le haya escapado por culpa de esa pasión, este relato habla de mí y de un tal Néstor.

Siempre en mi mente de hace un tiempo en adelante.

Así sea.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Dibujando la noche…

Ella comenzó a dibujar un paisaje en una hoja amarillenta, con su lápiz añejo, muy gastado y reducido en tamaño, pienso yo que debido al uso. Sus trazos eran tímidos pero se endurecían a la hora de querer remarcar matices o fortalecer una idea de lo que su imaginación le iba contando. Aquella lámpara de 40 Watt no sólo iluminaba aquella hoja que de a poco se iba complementando con grafito, sino que permitía ver las figuras que el humo de su cigarrillo formaba con cada suspiro tras cada bocanada; y pueden creerme que hay imágenes (como esas) que son imposibles de describir o guardar en la mente con tanto detalle como para sentirse uno mismo parte de aquella situación.
Por un momento, pensé que crecí bastante al darme cuenta que no arruiné el momento interrumpiendo con alguna pregunta o comentario, por lo que decidí sacarme la corbata y desabrocharme los dos primeros botones de la camisa…
-El violeta te queda bien, me dijo mientras le daba una seca al cigarrillo.
-¿Cómo?, le respondí sin comprender del todo la situación.
-La camisa violeta, nunca te ví una de ese color, la camisa violeta y tu traje gris te sientan bien, me respondió a la vez que agregó, y el detalle del pañuelo en el bolsillo del saco también es muy bueno, te felicito, vestís bien.
Atiné a decir un tímido gracias, mientras fui por unas tazas de té y encendí un cigarrillo como pretexto de compañía, aunque no lo era tal, dado que ella estaba sumergida en su mundo de creación y yo bastante cansado de todo el día.
Su vista se perdía por momentos en aquel ventanal, con una mirada vesánica, observando lo que sólo ella podía ver, recorriendo el paisaje y mirando la Luna y las estrellas con una paciencia tal que tendía al infinito por momentos en aquella noche de octubre, puedo jurar que sentí que esperaba a algo o a alguien, lamentablemente no contaba (ni cuento) con los argumentos necesarios como para sostener esa teoría. No terminé de reparar en eso que el sonido de una campana en lo lejos me devolvió a la realidad, ella estaba tomando el té y poblando la hoja con su lápiz y yo estaba con el cigarro casi apagado.
El silencio dejó de ser silencio cuando empecé a caminar por algunos pensares, pero decidí suspender esos paseos que realizo por mis fantasías para asomarme (sin molestar ni interrumpir) a aquel ventanal y mirar la ciudad desde lo alto. Claro está que no me gustan los edificios, empero debo reconocer que la vista a veces es inspiradora; y esa noche lo era, la Luna dominaba el cielo con su brillo a la vez que Júpiter le presentaba batalla y yo no sabía bien a quien mirar, ambos estaban muy cerca y cualquiera hubiese optado por mirar a los dos al mismo tiempo, pero yo nunca fui cualquiera y terminé comparando el tamaño aparente de los dos astros, como si una solución científica pudiera sacarle el romance que el espectáculo le proponía a mi mirada.
Una brisa fresca me trajo de nuevo a aquel ventanal, y quedé atónito al ver la hora.
-Irina me voy, mirá la hora que es, se hizo re tarde. Le dije mientras miraba el celular.
-Esperá diez minutos más que ya termino. Mientras prepará otro té que lo tomamos y te vas. Sugirió sin levantar la vista de aquella hoja amarillenta.
Aproveché la acción y vacié el cenicero de ella que estaba lleno de cigarrillos, evidentemente estuve mucho tiempo perdido en el cielo, o al menos lo suficiente como para que ella fumara siete cigarros.
Por alguna razón no miré jamás el dibujo que ella hizo, pero cuando me fui advertí que dibujó exactamente lo que yo le había contado hacía una semana atrás; como quería que sea mi casa y en que lugar de las sierras bonaerenses sería.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sábado rojo…

Aquel tubo fluorescente no paraba de parpadear, pero la obscuridad le debía otro favor, en vano era pensar en el funcionamiento de una lámpara de descarga de gas con sus equipos auxiliares y todos los demás etcéteras; la falla de aquel elemento de iluminación era lo menos importante cuando hay un cuerpo tendido en el piso húmedo, gris y caluroso. No terminó de hilar aquel vago pensamiento que la iluminación se normalizó, pero era en vano ya que el sol era el mejor sistema luminotécnico para hacer realidad aquel hecho… un cuerpo sin vida yacía en la amargura de esa avenida.
Su mente se paralizó al igual que su cuerpo, sus ojos permanecieron sin parpadear, un rictus de desesperanza recorrió su rostro y congeló su expresión y el paso del tiempo. Tras unos instantes atinó a acercarse al cuerpo, pero el temor a lo desconocido se apoderó de ella. Pensó que lo mejor sería dar aviso a las autoridades, empero temió que lo liguen a aquel nefasto suceso. ¿Qué hacer?, se planteaba mientras permanecía inmóvil, de repente el sonido de un teléfono celular la devolvió a la realidad. Aquel teléfono no paraba un instante de sonar, el constante sonido comenzó a ponerla cada vez más nerviosa, se le metía por los oídos y le trepanaba el cuerpo entero.
No tardó la multitud en aglutinarse en torno al nefasto espectáculo, unos metros más allá yacía un motociclista con el cráneo roto, sin dudas la sangre era el espectáculo mórbido y trágico de aquel sábado por la tarde. Una sirena a lo lejos, un policía cortando el tránsito; una persona con un gesto afable pero imperioso proponía a los transeúntes desesperados en saber que pasaba que se alejen lo suficiente como para que el aire circulara en torno al cuerpo y al motociclista.
La ambulancia llegó como pudo y a los tumbos el médico intentó asistir al cuerpo para corroborar lo que todos temían y nadie se animaba a decir, aquel cuerpo era sólo eso y ya no era una persona, como la definición de cuarto grado que dictaba la maestra.
La ambulancia se llevó al motociclista y un tiempo después otra llegó a retirar el cuerpo, por alguna razón la gente permanecía allí, nadie conocía a las víctimas de aquel trágico accidente, sin embargo una suerte de fenómeno gravitatorio hacía que nadie se alejara mucho del lugar.
El tránsito permaneció restringido en ambos carriles de la avenida por cuestión de cuatro horas a la espera de un fiscal de turno que autorice el secuestro del rodado y una vez ocurrido eso, inspeccione de manera preliminar las fotografías sacadas por los peritos de la comisaría 48. Al haber cumplido el protocolo policial y judicial, lentamente todo volvió a la normalidad a pesar de que la sangre ya estaba endurecida por el calor radiante del Sol sobre la capa asfáltica; los patrulleros se fueron y la gente después de quedarse un rato charlando sobre teorías de lo ocurrido y realidades fantasiosas de lo que no ocurrió, volvió a su rutina habitual con un tema nuevo para exponer en todo aquel cónclave que sirviera de pretexto para manifestar la “novedad” acontecida en el barrio.
Yo esto lo sé muy bien por que me lo contó Doña Juana, que estaba justo en la esquina y pudo ver lo que aconteció cuando volvía del kiosco de Maxi por que fue a comprar unos chupetines para sus nietos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El remanso (tercera parte)…

El otro día, cuando te fuiste y nombraste a Cecilia, volví a pensar en ese sueño y en ese cuerpo, yo sé que eso fue lo que nos terminó alejando por completo, ella sabía algo que yo nunca le conté y volví a soñar con ese cuerpo, ese río, esa noche, con todo. Al día siguiente a la tarde salí a recorrer el río, me detuve un rato a observar el Cerro del Amor que estaba lleno de gente, también aprecié como el cielo de a poco comenzó a taparse por nubes grises obscuras; así que decidí comenzar a caminar por la orilla del río, el Sol comenzó a ocultarse detrás del Cerro Tres Picos y yo seguí caminando por la orilla, de repente el ruido del agua golpeando las piedras me despertó, había caminado mucho tiempo y no me había dado cuenta. ¡Te digo que no Gastón!, eso no era un sueño, lo hice de verdad, dejame que te siga contando. Ya ganaban las sombras a la poca luz que había y las plantas estaban en todos lados y llegué a un remanso en el río, una parte profunda, como si hubiese un pozo grande, entonces pensé que ese lugar me era familiar de cierto modo, nunca había estado en aquella parte del río, no la conocía, pero la conocía a la vez, entonces todo fue muy claro, enseguida se me vino aquel sueño a la cabeza, también se me vino Cecilia y vos, el café, la ventana, los árboles, los pájaros, mi perra corriendo, las serranías, todo en mi mente en un sólo instante, como si estuviese próximo a explotar en mi cabeza.
Esperá Gastón no te vayas, ya sé que es tarde, pero estoy por llegar al final, por favor sentante, ¿querés que haga más café?. Bueno, como quieras, pero escuchá el final de mi historia.
Sentí la necesidad de quedarme allí un rato, pensé que si me quedaba aparecería ese cuerpo flotando cara arriba y por fin podría sacarme de la cabeza ese nefasto sueño, saber de quien era ese cuerpo, recordar aquella cara; todo concluiría. No Gastón, por favor, no digas que te pongo nervioso, por que el nervioso era yo en ese momento; esperé por al menos cinco minutos, comenzaba a hacer frío y yo no estaba muy abrigado, esa noche no había luna y encima estaba nublado, cuando de repente advierto que algo venía flotando aguas arriba en el río, y creeme Gastón no miento cuando te digo que empecé a temblar del miedo, flotaba y se acercaba muy lento, pensé en irme, pero sentí la necesidad de quedarme, quería ponerle un fin a esa sensación y a aquel horrible sueño.
Lo que flotaba era un cuerpo, vestido de blanco como en mi sueño, allí comencé a temblar más aún, de repente todo estaba muy claro, en mi sueño era igual, empecé a recordarlo todo y pude ver el rostro de aquella persona que flotaba en el río, fue allí cuando rompí el silencio con mi llanto, y en ese momento aquel cuerpo que flotaba en el río llegó a mis pies, era ella Gastón; ¡era Cecilia!, como en mi sueño, era el cuerpo de Cecilia flotando en el río Sauce Grande.
No Gastón, no te vayas, ¡esperá!, es verdad lo que te digo, ¡no estoy loco!, por fin el sueño se terminó en aquel remanso Gastón, el sueño se terminó.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El remanso (segunda parte)…

Y vos no sabés lo que es el miedo Gastón, por que nunca lo sentiste como lo sentí yo en ese sueño… estábamos en el río, en una tarde que se estaba obscureciendo por las nubes, había muchísima agua, es que hacía casi tres semanas que no paraba de llover y por momento se formaban como olas, pequeñas obviamente… ¡Si ya sé!, te estoy cansando con mi relato, pero te suplico que lo escuches, quizás así entiendas mi enojo; la cuestión es que íbamos con Cecilia caminando por la orilla del río, que no era muy ancha, en una parte que no conozco cual es, pero había muchas plantas y el sol se estaba ocultando más allá del Cerro Napostá, llegamos a una parte donde el río hacía un remanso y se tornaba bastante profundo en ese lugar, como si hubiese un pozo grande; de repente apareció un cuerpo flotando, Cecilia salió corriendo y yo me quedé mirando ese cuerpo, ya casi no había luz y te juro Gastón sueño con eso desde aquella siesta antes de cenar.
Las cosas con Cecilia empeoraron de a poco, casi ni hablábamos, es como si hubiese una conexión, como si eso lo hubiésemos vivido juntos, pero no, yo sabía que era un sueño… tres meses después ella se fue de casa y no la volví a ver.
No hay día que no piense en ello Gastón, yo conocía ese cuerpo, pero no puedo lograr visualizar su rostro, cada vez que vuelvo a soñar lo mismo trato sin cesar de poder mirarle la cara y ahí me vuelvo a despertar, asustado, agitado. ¡Y no!, no es como vos decís que lo que tengo que hacer es ir a un psicólogo, por que no es un problema que me genera trastornos, los trastornos de sueño los tuve siempre antes de soñar con lo que te estoy contando. ¡Esperá!, no te vayas, que ya falta poco para que termine de contarte, luego podés irte a donde quieras y no volver si lo crees necesario, pero no te vayas sin que antes termine mi relato.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El remanso (primera parte)...

Ya te lo dije Gastón, no sabés todo, por más que sepas mucho no podés ir pretendiendo saber todo, como si el mundo dependiese de vos, como si todos estuviesen a la espera de un consejo tuyo o de un comentario que demuestre que sos la joya de una corona, en cambio te pido, dejame hablar, tengo algo que contarte, algo que se remonta a la semana pasada cuando viniste y tomamos café a la tarde; ¿te acordás?, estábamos en esa ventana escuchando los árboles movidos por el viento y también se podía oír el curso del río atravesando las piedras, no siempre hay tanto caudal, pero esa tarde lo había y junto tomábamos café y charlamos hasta que vos nombraste su nombre y yo me quedé callado. ¿Recordás que me quedé callado un rato largo?. Y vos seguiste hablando hasta que yo interrumpí tu monólogo preguntando: ¿por qué dijiste su nombre?. No, estoy seguro que no lo hiciste sin querer, pero no quería reaccionar de esa manera tampoco…
Después a la noche me costó mucho intentar dormir, más que de costumbre, dí muchas vueltas en la cama y ese pensamiento volvió a aparecer y yo te insulté Gastón, te insulté mucho por nombrar ese nombre, yo sé que siempre quisiste saber que pasó con aquella persona y yo nunca te lo dije; ¿pero por qué la nombraste?. Ya sé lo que vas a decir, que no fue adrede y que se te escapó sin querer, ya lo sé, y ahora no estoy enojado con vos, pero si estoy enojado conmigo y no quiero pensar mucho al respecto por que me voy a terminar enojando contigo y eso es precisamente lo que no quiero.
¿Querés más café?, en la cafetera quedó, servite mientras yo te cuento de aquella noche que no podía dormir. Me acuerdo que hacía calor, pero había viento, se sentía por el ruido del follaje de los árboles moviéndose. Ya era tarde, me encendí un cigarrillo y salí a caminar por la orilla del río, que esa noche ya no tenía mucho caudal, caminé mucho, la luna apenas iluminaba lo suficiente como para poder distinguir donde pisaba, caminé hasta el puente y allí me detuve a pensar y a fumar y te insulté Gastón, te insulté durante un rato largo y a ella también la insulté por volver a aparecer en mi cabeza tras tu comentario. Sólo fui interrumpido por el rechinar de unas gomas en la curva de la ruta que me devolvió en si, pero sólo fue por unos instantes, enseguida volví a pensar en ella. ¿Tenías que nombrar a Cecilia, Gastón?.
No, no te vayas, te pido que te quedes un rato, yo te voy a contar como comenzó esta historia, o como terminó, es muy distinta depende desde donde se la mire. Vení sentate, alcanzame los cigarrillos y una taza de café por favor, sin azúcar, sabés que no me gusta el azúcar en el café. Como te decía esa noche recordé a Cecilia, hacía mucho que no pensaba en ella y en aquella pesadilla que tenía recurrentemente.
Con Cecilia solíamos sentarnos en aquellas reposeras bajo aquel árbol a tomar mates y a charlar, nos gustaba mucho escuchar a los pájaros y el ruido que hace el río en aquella curva que pega allí donde te señalo ahora; a veces ella se ponía a tejer algo y yo leía a Cortázar mientras tomábamos mate o sino ella leía esa revista que tanto le gustaba mientras yo resolvía problemas de estática, iluminación, ventilación o termodinámica, pero ambos coincidíamos que la pasamos muy bien en aquellos momentos, dado que si se producía un silencio, el mismo no molestaba y nos permitía expandirnos en nuestros entretenimientos. Una tarde en particular ella terminó de leer y se fue a bañar, mientras yo me quedé con mi perra terminando de escribir un pequeño ensayo. Recuerdo que al entrar, ella estaba preparando la cena, y yo me sentía particularmente cansado, entonces le dije que me iba a acostar 20 minutos, así al levantarme, me bañaría y nos pondríamos a cenar.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El otro camino…

En un boulevard del pintoresco pueblo de Sierra de la Ventana, más precisamente en un bar, se encontraba Walter Martinez tomando un café bien cargado junto a su amigo Carlos Rojas. Es menester aclarar que una vez cada quince días se encontraban en ese lugar a celebrar aquella ceremonia, siempre elegían la misma mesa, que daba al gran ventanal que tenía como postal al Cerro Tres Picos en la lejanía. Con el correr del tiempo y para serles sinceros tras varias escuchas de sus conversaciones, pude enterarme que Carlos visitaba a Walter dos veces al mes, al parecer eran amigos desde hace mucho tiempo y en algún momento Carlos se mudó a Olavarría o por los alrededores, nunca me quedó del todo claro. Es necesario aclarar que ambos son personas grandes, de alrededor de 70 años, aunque sus apariencias no demuestren esto último.
Sus charlas eran de lo más variadas, por demás interesantes, es por eso que cada vez que los veía en aquella mesa, yo me ubicaba lo más cerca posible para poder oír lo que decían. Más de una vez tuve que irme por motivos laborales y en mi camioneta, peregrinando por la ruta, me acordaba y pensaba sobre lo que hablaron y unas cuantas veces me quedé fantaseando sobre las posibles continuaciones de sus charlas o de los temas que seguirían al finalizar el tema que estaban conversando, o mejor dicho, hasta donde pude llegar a escuchar. El léxico empleado por ambos, la competencia lingüística que usaban, era algo demoledor, estimulante y atrapante; cada silencio decía algo; cada expresión en sus rostros o gesticulación con sus manos acentuaban o glorificaba cada una de las palabras proferidas en los diversos encuentros… era tal la magia que rodeaba a aquellos encuentros que jamás me permití arruinarla con una intromisión… más de una vez me tenté y quise acercarme a ellos para compartir la charla, empero, mi respeto y mi admiración a estas dos personas jamás me lo permitieron.
En fin, como les decía, en aquel boulevard del pintoresco pueblo de Sierra de la Ventana, más precisamente en aquel bar que les dije con anterioridad, se encontraba Walter Martinez tomando un café bien cargado junto a su amigo Carlos Rojas, ese día me permití faltar a mis obligaciones y me quedé escuchando lo que decían. Eran alrededor de las 17hs. cuando el cielo color rojizo formaba extrañas figuras en complicidad con las nubes, allí me percaté de aquel silencio en la conversación, cosa que no era muy habitual… ese vacío de sonidos se prolongó por un tiempo largo.
De repente Walter dijo: Carlos hace varios días que siento el peso de los años; me levanto sin ganas de nada y me aploma el pensar que los días no tienen nada nuevo para mi. Me lastima no poder realizar lo que solía hacer antes sin inconveniente alguno; me aploma no poder proyectarme a más de dos años, es como si los proyectos se hubiesen estancado; vencido por llamarlo de un modo elegante. Es así, es lo que siento.
Quedé perplejo al escuchar eso, por lo que me dí vuelta y miré el cuadro de situación. Carlos esbozó una sonrisa tierna, se sacó los anteojos, limpió ambos lentes, se los volvió a poner y con el mismo gesto, dió un sorbo a ese café que aún largaba vapor.
Walter, yo hace un tiempo me planteé algo similar, pero opté por transitar por el otro camino, a mi edad creo que aún soy capaz de muchas cosas, por eso me meto en cuanto proyecto puedo, ayudo a mi familia con los campos y vengo a visitarte cada dos semanas, además de ser un honor para mi visitarte, son como unas pequeñas vacaciones, una distracción. El paisaje es tan inspirador. Vamos Walter, no me afloje ahora, tomemos el otro camino. Hay tanto más allá para ver todavía. Vivir es tan inspirador.
Carlos asintió con la cabeza, remató de un trago el café y juntos se levantaron.
La imagen de los dos amigos, me tocó el corazón, sus palabras aún hacían eco en mis oídos cuando se dieron un pequeño abrazo y mientras se iban pude escuchar a Walter decir: Carlos, voy a tomar el otro camino.

miércoles, 28 de julio de 2010

En tiempos bien diferentes…

En la medida de lo posible, siempre me gustó que desde la primera palabra que escribo, se forme una suerte de contacto entre aquel que vá a leer y yo mismo, no por que yo escriba pensando en aquella persona que eventualmente pueda llegar a leer lo que escribo, sino por que el mero hecho de ponerme a escribir; significa de alguna forma un contacto, no con personas definidas, o con lectores (casuales o no), sino más bien conmigo mismo, llegando así a una realidad ajena al exterior, con la que busco precisamente el contacto para que llegue a ser un poco menos ajena y exterior.
A veces, fantaseo que estoy en la misma habitación, donde usted, lee los textos que yo voy escribiendo, y acá llegamos a una paradoja, por que cuando digo usted, usted no existe para mi y la puta si existe, por que usted y yo somos éste encuentro, desde tiempos y espacios bien distintos y definidos y gracias a esto se genera una anulación de esos tiempos y espacios distintos y definidos y eso gracias a las palabras y a la poesía, o alguna que otra historia. Es como el cemento fresco, donde ponés el dedo, queda la marca. Y así estamos usted y yo juntos, yo con un montón de textos para compartir, y que voy publicando algunos como van saliendo y usted que los lee y dejándo (o no) que la marca en el cemento fresco quede ahí.
Desgraciadamente, quizás desde 1960, hemos perdido por completo el sentimiento oral de la literatura o la poesía (obviamente lo mío no es ninguna de las dos cosas), cuando uno comienza a escuchar algo que escribió alguien, o cuando uno lee algo, el receptor empieza a escuchar con mucho respeto y en total silencio, pero pasado 5 o 7 minutos esa atención o interés decae, tal vez por que uno casi nunca está solo cuando le leen algo, no es como con un libro, donde uno lo lee “cobijado” en su soledad; creo yo, que entonces se genera una impaciencia progresiva que vá ganando el ánimo y al final es frecuente que todo el mundo comience a hablar, lo cual no me parece mal del todo tampoco.
También pienso que no estoy físicamente presente mientras usted lee esto, tomándose un mate, un café o un trago; o fumando esos cigarrillos que tan buena compañía son en los gratos momentos de la vida de uno.
Es curioso pensar como las cosa pueden ordenarse o desordenarse mas allá de lo concebible, a lo mejor usted leyó desde el principio todo lo que subí y después tuvo que viajar o atender asuntos importantes; o a lo mejor no leyó lo primero que publiqué y empezó de atrás para adelante, o del medio para atrás, por que no le gusta proceder de manera metódica y sistemática; y yo por mi parte tengo una panoplia de escritos que narran lo que siento y vivo en este momento de mi vida y que prefiero esperar a subirlos y compartir un cuento o una historia. O a lo mejor usted está leyendo esto con una remera liviana, en cuero, o con el traje desde su oficina, y yo en cambio, estoy con un pulóver y con mi perra en los pies, dándome calor… todo es distante y diferente y parece inconciliable y a la vez todo se da simultáneamente en este momento que todavía no existe para mi, y es sin embargo, el momento donde usted lee los textos que yo escribí en el pasado, es decir, en un tiempo que para mi, ahora, es el futuro. Es sólo un juego de la imaginación, de aquel señor (por llamarlo de algún modo) sensato que nunca falta entre los locos… como si supiéramos lo que es un juego o lo que es la imaginación.
En fin no quiero terminar siendo un aporte a la fabricación en serie de bostezos, por eso prefiero ir finalizando este largo pensamiento. Esto lo he escrito, mientras miraba el árbol de la vereda de mi casa, que ya es un esqueleto totalmente negro en contraste al cielo gris, bajo y lluvioso de julio en Buenos Aires. Es una tarde para no moverse de casa e inventar ceremonias de interior, o por qué no, dormir una siesta sin perder el tiempo en leer esto que escribo, a pesar que aún no ha salido el sol, y afuera todo sigue gris y apenado…

miércoles, 14 de julio de 2010

Cuando me busques…

Cuando decidas venir a buscarme, me podrás hallar en muchos lugares. En aquella charla que tuvimos ese sábado por la madrugada, donde nuestra conexión fue tal que se tornó imposible no encariñarme contigo… o quizás en aquella película que vimos juntos y que tanto nos divirtió a pesar de ser un mero subterfugio para no pensar en otras cosas que tenían un papel preponderante en nuestras mentes.
Cuando decidas buscarme me encontrarás en recuerdos vagos de noches frías, con estrellas brillando hasta quemar y con Marte como testigo de nuestro momento, fumando y hablando de nada o tal vez en aquellas sesiones maratónicas de estudio, venciendo al sueño y por que no a aquellos fantasmas que llevaban por nombre “temores”.
Cuando decidas volver a buscarme (por no decir reencontrarme) muchas cosas seguramente habrán cambiado, la manera de hablar, algunas amistades, formas diferentes, pero no iguales, pero si distintas de encarar algunos embates de esos que nos proporciona la vida y hasta los temas de conversación pueden diferir en demasía respecto a los que habitualmente enfocábamos… es probable que hasta las miradas vayan a cambiar si eso ocurre.
Cuando vengas a buscarme, seguramente no sea ni un tercio de lo que soy hoy; ojalá que si, pero dadas algunas circunstancias lo dudo. Pienso que es probable que cuando vengas a buscarme no me encuentres, ya sea por que me haga ocultar o por que ya me haya ido a vivir a las serranías… espero que llegues antes de todas maneras.
Cuando quieras venir a buscarme, ruego, no sea con la policía y una orden de captura, ya que si bien suelo dar motivos, no creo que lleguen para tanto. De no venir con la policía, te ruego que golpees antes de entrar, así me darás tiempo de preparar las cosas… es que me gustaría que sea lo más perfecto posible.
Cuando necesites venir a buscarme, imploro un abrazo interminable, de esos que en otros tiempos dejaban tu perfume pegado en mi campera, o lo que es mejor, que sea sin anuncios y con alegrías y sorpresas a estrenar, boxeando dudas, mordiendo nuncas y jugando en el escolazo de la vida el todo por el todo en pos del amor.
Muy triste me sentiría si no vienes a buscarme, ya que habré sumado un nuevo adiós a los que ya juntan polvo en los anaqueles de mi memoria y me obligaría una vez más a replantearme mi filosofía; juntaré nuevamente los vidrios en un vaso y desayunaré otra vez con un cigarrillo. Me vería obligado a abrigarme en el exilio del sol y de la risa, me hundiré lentamente como un barco que fue desmantelado por la tripulación. Y claro está, no pretendo esto, pero son los riesgos que uno decididamente acepta al comenzar este tipo de juegos.
Cuando vengas a buscarme… es la frase que el pensamiento más reitera en este momento mientras esta epidemia de tristeza crece, y yo aprendo a jugar con el telar de la vida a improvisar nuevos objetivos.
Cuando vengas a buscarme, si es que lo haces, salvarás a esta pobre persona devenida en un triste vagabundo de amor.

Pronto ven a buscarme por favor…

miércoles, 30 de junio de 2010

Anhedonia…

Hace rato que no se mentir cartas, y eso me está empezando a incomodar, pero referido a todos los ámbitos donde me muevo, en la escuela, en la facultad, en las reuniones, con mis amigos, con mi cabeza, en fin, con casi todo. Un amigo mío me habla mientras huelo el mal aliento de su vanidad, otro se cierra en un mundo virtual del cual no sale ni quiere salir, mi cabeza que no ayuda y su fantasma que cada tanto merodea por estos lares, a eso sumale ahora esa otra personita que mejor ni hablar de ello… me condiciona la existencia. Hablar con desconocidos que no sé si saben de mi dolor creo que tampoco suma mucho a este estado anhedónico en el cual me encuentro y muchos intrigados me consultan.
A decir verdad no sé si estoy haciendo las cosas bien, pero es la forma en la que me sale, al menos se que no quiero hacer las cosas como las hacen ellos, o como la podés llegar a hacer vos que estás leyendo esto, la cuestión es que al menos estoy avanzando hacia algo, que por demás desconozco, pero avanzo con cierto descontento, gasto mis suelas que no es poco. Reconozco que en este tiempo he tenido mis victorias que como siempre las termino subvalorando, debe ser una cuestión genética mía ese mambo de no darle la debida importancia a los pocos logros que voy teniendo.
Algo está mal en el diseño del hombre, es que no sólo se preocupa por alimentarse o reproducirse como los animales, sino que a esto hay que sumarle la psiquis, que varias veces nos juega en contra, cuando no nos paraliza ante determinadas situaciones. Ante esto el hombre comenzó a estudiarse a si mismo, buscando respuestas como siempre lo hace, de allí deriva la psicología, filosofía, cosmogonía y demás ciencias cuyo único fin es hallar respuestas, para solucionar algo, para conocer como funciona determinada cosa o por el mero hecho de saber. Y a eso me aboco últimamente, a buscar respuestas… a pensar, mucho, en demasía, ergo, como resultado el insomnio se multiplicó por dos y Dios me libre de una recaída como esta, ¡no es joda eh!.
Si pierdo ya está muy claro que es por vocación, a esta altura del partido tengo bien clara mi misión de que no soy un ganador y así estoy perdiendo mi encanto, me estoy desestilizando, ya no suelo ser aquella persona que solía estar confiado ante determinadas situaciones, o el mismo que se enfrentaba a cualquier desafío con confianza, a veces hasta con miedo, pero eso si, siempre yendo al frente.
De lo que resuelva en este tiempo respecto a mi problema que tanto me acongoja, saldrá una solución a largo plazo, se modificarán los cimientos de lo poco que hoy me queda por sostener, ahora, espero no caer en el círculo vicioso de andar pensando, buscando respuestas y que el proceso termine ahí, es decir, sin hallar una solución… eso si que sería bien triste.
Imposible no sentirse un patito feo e indefenso ante este momento que me está tocando vivir, no es divertido llegar a la conclusión de que probablemente sea uno el que tiene el problema y no los demás. Y así pasan mis días, grises, dubitativos y sin ánimo para nada.

Aquí estoy vida mía, perdiendo encanto frente a ti… perdiendo seducción, atractividad…

miércoles, 16 de junio de 2010

Mundialito…

Y así es señores, bienvenidos a la época en la que nada importa (al menos cada cuatro años), en la que el pueblo siente ese exitismo y patriotismo inusitado, que casi roza con la paranoia colectiva y la sed de las masas por sentirse un poco más argentino en mi caso, pero puede ser peruano, coreano o paraguayo. Si damas y caballeros bienvenidos a la época en la cual de lo único que se habla es de fútbol, de selecciones, de estadísticas futbolísticas que pareciera existen para demostrar que el periodista deportivo no es una persona común dado que maneja estadísticas y neologísmos (cuando no arcaísmos) en sus mensajes sean verbales o escritos.

Pobre señora, la comprendo, en menos de una semana ya conoce la historia de Sudáfrica, comprende (a medias) su estilo de vida y calcula que es el país más europeo del continente africano. Seguramente ya sabe como convertir un Rand a su equivalente en pesos y se enteró que en el medio de aquel país hay encerrado otro más pequeño que tiene por nombre Lesoto… obviamente poco le importa ni le importará.

Estos días que pasaron nos mostraron la peor bajeza humana en forma de periodistas deportivos, el pelotudo de German Paolosky haciéndose el copado con el otro budín de TELEFE mostrando los estadios y alrededores de los mismos, a la vez, Horacio Pagani entrevista a una colega periodista colombiana que está enamoradísima de Messi, y todo se torna repetitivo aquí, aquel apellido, los nuevos/viejos opinólogos que discuten respecto al balón oficial y el clima en aquel país al sur de ese continente.

Si mis amigos, nos van a bombardear con publicidades alusivas al mundial y cuidado con que nos vaya bien, por que ahí si estaremos hartos de los cornetazos, festejos y el resurgimiento de “Dios”… eso si durante en mundial de fútbol, la felicidad tiene por capital a Johannesburgo.

En fin, mientras la mente esté en Johannesburgo y todo esté más o menos Messi, yo estaré contento por el pueblo feliz y festejando en la calle, eso si no me dejaré convencer por informes estúpidos y disfrutaré el mundial como lo que realmente es, una competencia de alto rendimiento que despierta pasiones (sólo cuando juega la selección nacional).

miércoles, 2 de junio de 2010

Bicentenario (un llamado a la reflexión)…

“Podes crear tu propio mundo,
pero no esperés que nadie venga a ayudarte”

Un grito galopante se acercaba, un grito galopante susurrando apocalípticamente lo que no quería ser oído, un grito galopante que de cuando en cuando aún resuena en lugares de lo que fuera alguna vez parte de aquel reino lejano. Aquel grito proclamaba ideales nuevos… y así comenzó la historia corta por cierto de una nación que supo ser grande y aún lo es a su manera.
Argentina vivió grandes hechos, la revolución de aquel 25 de Mayo de 1810, una independencia desperdiciada en la Asamblea del año 1813, la independencia concretada el 9 de Julio de 1816, la generación del 80, Sarmiento con el privilegio de la cultura, Yrigoyen consolidando la democracia para los nuevos ciudadanos, o Perón promoviendo una profunda democratización social. Fueron etapas que nos proporcionaron ser el país humanísticamente más desarrollado del Continente.
En 1811 Moreno realizó el “Plan de Operaciones”, en agosto de 1812 Vicente López y Planes escribió el Himno Nacional, los dos textos dictaminaban que las por entonces Provincias Unidas del Sur tenían la misión de civilizar a los países hermanos, el destino de liberarlos y guiarlo, la obligación de protegerlos y servirle de ejemplo. Se forjaba la idea de dos grandes naciones líderes, con riquezas equivalentes y futuros gloriosos en un mismo continente, Estados Unidos al norte y la Argentina al sur.
En 1880 el indio todavía guerreaba en la Provincia de Buenos Aires y quebraba las fronteras de Salta y Chaco. En 1913 se inauguraba el subterráneo a Primera Junta, uno de los primeros del mundo. Pertenecíamos al puñado de naciones más ricas del globo, el G7 que en aquel entonces no existía. Teníamos un alto nivel educativo gracias al gigante Sarmiento, unido a una democratización social que hacía de todos los habitantes verdaderos ciudadanos.
Mi país fue pensado hace dos siglos como un reflejo de Europa, sin indios y sin negros. A ese país utópico, las sucesivas dictaduras, las internas iluministas, la oligarquía fueron convirtiéndolo en una repetición infinita de si mismo, en una línea directriz en la que cada uno, para sentirse argentino debe actuar como los demás. Esa repetición, es quizás, lo único que nos hace diferentes.
El país surgió al mundo en pocas décadas, más rápido que Canadá y casi como Israel a partir de 1948 (con todo el apoyo mundial). Hicimos mucho en cincuenta años y nada en los años que siguieron.
“No hay duda posible”, dijo Jules Huret en 1911: “dentro de cincuenta años, la Argentina será uno de los países más ricos y dichosos del globo”.
Quizás nadie pueda explicar la decadencia de aquel país que en 1928 era la sexta potencia económica del mundo y que seis décadas después quedó en el quintuagésimo lugar. Hoy mi nación se olvidó casi todo, salvo la grandeza que supo tener. Y es esa grandeza la que la atormenta, la asfixia, la condiciona en su presente, es una suerte de nostalgia, una súplica para que de algún modo vuelva a repetirse.
Desde la Organización Nacional y la Generación del 80 creyeron y crearon la Argentina, por entonces y a la luz de las estadísticas, Japón, España, Italia y el mismo Canadá, venían a nuestra zaga… por vivir mejor que ellos y verlos inmigrar por miles, terminamos creyéndonos superiores… lo cierto es que nuestras madres, la aborigen americana, la española y la italiana nos quedaban chicas en aquel momento. De la nada del desierto levantamos ciudades, una calidad de vida excepcional y hasta una de las diez metrópolis más grandes del mundo.
Ya en 1930 Buenos Aires fue la gran ciudad, la reina del plata, en un lustro se hizo el teatro Colón y el palacio del congreso (más bello que el capitolio de Washington), el barrio de Palermo, los palacios del Barrio Norte con frescos de Sert y gobelinos auténticos, la gran burguesía de la elegancia, con su París, bibliotecas y pinacotecas contrastaban con los barrios de La Boca del Riachuelo. En 20 años ya eran famosos nuestros cirujanos e investigadores. La universidad argentina exportaba conocimientos y técnicas e importaba investigadores europeos. La revolución comunista y el “crash” capitalista de 1929 nos afectaron muy poco, como si fuese una ola muerta llegando a la costa opuesta, pero como siempre aquí se magnificó la cuestión y nos permitimos hablar de la “década infame” y de atroces dictaduras, mientras en la bolsa se apostaban las empresas y los del campo hacían la suya como lo hicieron siempre, la hacen ahora y lo harán.
Muchas veces hablando con muchas personas, éstas añoran esos momentos y proclaman: “si alguna vez fuimos ‘así’, ¿por qué no podemos volver a ser ‘así’?. Y a veces me cuesta creer en esa manera de pensar… mi país tardó sólo veinte años en caer y lleva más de cuarenta tratando de levantarse. En 1942 el economista Colin Clark profirió que la economía Argentina sería la cuarta del mundo antes de que pasaran veinte años. En 1948 el país tenía más teléfonos que Japón e Italia y más autos que Francia. Inmediatamente después comenzó la decadencia que se terminó de profundizar con el derrocamiento de Illia.
El estadista francés Georges Clamenceau en sus apuntes de viajes advirtió: si bien la palabra “futuro” estaba en todas las bocas, había un exceso de confianza en que nunca se acabaría la riqueza. “El éxito suele perder a las naciones inmaduras”, dictaminó. El filósofo español Ortega y Gasset en la séptima serie de El Espectador (1930) fue más implacable: “Acaso la esencia de la vida argentina es ser promesa”… “cada cual vive desde sus ilusiones como si ellas fuesen ya una realidad. […] En el argentino predomina, como en ningún otro hombre, esa sensación de una vida evaporada sin que se advierta.”
A pesar de los gritos que proclamaban el ingreso en ambas guerras 1914-1918 y 1940-1945, nuestro sabio neutralismo nos valió la voluntad de asimilación técnica e industrial, no nos impidió actuar en la organización de la ONU en 1945 y nos permitió ser el primer país iberoamericano con relaciones diplomáticas y económicas intensas con la entonces URSS en 1946.
En unas viejas enciclopedias gigantes que encontré en la casa de mi abuela había un artículo sobre la Argentina, que anunciaba lo que en aquel momento parecía ser algo razonable: “Por sus recursos naturales, por su posición geográfica, por la educación de sus habitantes, la Argentina está llamada a ser en el año 2000, la única potencia capaz de competir con los Estados Unidos. Quizás pudo haber sido así hasta 1936, después nos llovieron desgracias como a pocos países en la faz de la Tierra. Llevamos la carga y la vergüenza encima de aniquilar en una sola noche (la de “los bastones largos”), en julio de 1966 cincuenta años de investigación científica. Onganía había logrado un milagro nefasto, nos arrancó de la modernidad y nos metió en la prehistoria. Obviamente es un ejemplo de lo nefasto que sucedió en la modernidad de nuestra historia, pero en menos de 30 años nos sucedieron dictaduras, una guerra contra una guerrilla y una potencia, desaparecidos, corrupción salvaje, olvidos, impunidades, indultos. El cambio cultural fue tan profundo, tan grave, que lo mejor que podemos hacer es admitirlo y ver que hacemos con todo aquello. La Argentina “granero del mundo” acabó por tener entonces la estatura intelectual de sus gobernantes, no la de sus hijos dilectos.
¿En qué nos fueron convirtiendo las décadas de autoritarismo desde el golpe de José Félix Uriburu hasta las presidencias de facto posteriores a la Guerra de Malvinas?. ¿Qué permitió la aparición de personajes como Astiz que dijo “¿Hubiera torturado si me hubieran mandado? Si, claro que si (…) Tenía mucho odio adentro”. O jactarse, como su jefe Emilio E. Massera lo hizo en el juicio de 1985: “Me siento responsable pero no me siento culpable”.
En 1929 Ortega y Gasset escribió que “el argentino vive absorto en la atención de su propia imagen. Se mira, se mira sin descanso”. Ojalá fuera cierto. Si nos miráramos de veras, tal vez descubriríamos por qué nos ha pasado todo lo que nos pasó. La oportunidad perdida tras el retorno de la democracia en 1983…
Los argentinos están tan quebrados que ven mal la guerra que les permitió pisar su propio territorio usurpado.
Habíamos reclamado durante siglo y medio. Por fin se produjo: el dos de abril de 1982 nos despertamos pisando el suelo volcánico de nuestras Malvinas después de un ciclo de 16 años de chicanas británicas, desde que se recomendó por aplastante mayoría mundial la correspondiente descolonización. Londres arruinó la posibilidad de paz con el criminal hundimiento del crucero ARA Gral. Belgrano.
Luego de aquel evento, nuestros pilotos navales y de la fuerza aérea conmovieron al mundo con sus proezas sobre las heladas aguas del Atlántico Sur.
En el tema de Malvinas (causa nacional y guerra apoyada unánimente por el pueblo) se patentiza la enfermedad de la hipocresía argentina.
La historia es circular y tiende a las repeticiones. En mi país, las repeticiones son tal vez lo único que nos hace diferentes.
En los noventas, un presidente solía decir que faltaba poco para figurar entre los 20 países más poderosos del mundo, lo que no dijo ese presidente era que para que ello sucediera, Argentina debía multiplicar por cinco su PBN (Producto Bruto Nacional) durante diez años y esperar que países como Dinamarca, Holanda o Bélgica suspendan su crecimiento en ese mismo lapso. Como ya marcaba la historia, la ilusión terminó siendo derrotada por la realidad. Mientras tanto el 60% de las personas adultas pensaban que el país era el más importante de América latina, ignorando que para Europa y EE.UU. la Argentina significaba (y significa) lo mismo que Sudán, Bolivia o Mongolia: un país de territorio gigantesco en el patio trasero de otro país mayor; “down there”, allá abajo, como decía Reagan.
Por aquel entonces ocupábamos el puesto 60 como país productor y como poder económico.
En aquel momento reinaba la globalización neocolonial de mercados abiertos (siempre de Norte a Sur), sistemas financieros y monetarios vigilando internacionalmente a través de premios y castigos del FMI y entidades afines.
Desarme obligatorio aún para los desarmados (Proyecto Cóndor y la Comisión Nacional de Energía Atómica).
Hoy todo es muy distinto a lo mencionado en este escrito, Brasil es la novena potencia económica del mundo y la Argentina uno de los cuatro exportadores agrarios. Tenemos autonomía nuclear (aunque nos reten por esta travesura) y somos capaces de crear armamento misilístico. Tenemos petróleo, acero, inteligencia, sensibilidad, ritmo. Sabemos vivir mejor que muchos supuestos civilizados.
La situación de las políticas neocoloniales conllevaron a una explosión de la economía en el año 2001, con índices de pobrezas jamás visto en estas latitudes y con un desempleo jamás imaginado en nuestra historia.
Un presidente parafraseaba, luego del paso de cuatro presidentes distintos en dos semanas, a Elio Jaguaribe (el mayor sociólogo del Brasil) profiriendo “La Argentina es un país inexorablemente condenado al éxito”. Pero Jaguaribe además enumeró lo que todos sabemos: riqueza territorial, el mar más rico, petróleo, climas, población, raza, talento creativo, vitalismo nacional, nivel de educación. Señaló que incluso tenemos condiciones más favorables que extensas regiones difíciles de Italia, España, Portugal, Grecia y el centro de Europa, que padecen el lastre de una cultura campesina impermeable a la modernización.
Ninguno de esos arrebatos de abundancia son posibles en un país donde todo es incierto: el trabajo de mañana, el salario, el humor de los gobernantes, los ataque de los opositores al gobierno, la carencia de un plan. Emile Durkheim definió al suicida como alguien que siente inseguridad, desasosiego, desencanto y que termina desvalorizando su propio ser, por creer que nada vale la pena ser vivido, que ya no hay felicidad, esperanza de cambio ni amores en un horizonte donde todo pareciera empeorar.
Donde crece el peligro, crece lo que salva dijo el genial Friedrich Hölderlin y ahí nació esta nueva etapa, adulada en los comienzos con la presidencia del presidente denominado como pingüino y destruida con la llegada de su esposa a la presidencia con profundas diferencias de gobierno con respecto al anterior. Hoy se respira un poco de esperanza cuando la oposición no la ahoga con discursos y arcaísmos que se remontan a la década del 50 por momentos. Hoy la Argentina no reniega de su realidad latinoamericana y ya no sueña con ser la Europa de Sudamérica, pero tampoco hay un proyecto a largo plazo, un ideal de país que si vieron los de la generación del 80. Nalé Roxlo decía, sollozamos dentro del Roll-Royce que no sabemos poner en marcha.
Entronizamos como valor la viveza, que sería la hija enana de la inteligencia. Buenos Aires fue siempre su capital, dicta modas, impone frivolidades, arrasando con los últimos bastiones de la discreción criolla. Es la vitrina que difunde nuestra fama de país poco serio, poco confiable y a la vez es también nuestro orgullo, una insólita creación de los confines de occidente.

Ruben Dario escribió par el centenario de la patria:

“¡Hay en la tierra un Argentina!/ He aquí la región del Dorado,/ he aquí el paraíso terrestre,/ he aquí la aventura esperada,/ he aquí el Vellocino de Oro, he aquí el Canaán la preñada”.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Encuentro grotesco (a la mañana)…

Para serles sincero, este escrito relata sobre un momento extraño, por no decir nefasto. Todo comenzó una mañana bastante temprano; había mucha humedad afuera, la radio alertaba sobre intensas nieblas que afectaban tanto a la capital como al conurbano. La presión debe ser baja, pensé, a la vez que observaba como aquella neblina invadía aquel ambiente de mi hogar.
Instantes luego de aquel pensamiento me encontré con él. Primero me miró de frente, su mirada era intensa, posteriormente inició un movimiento con su cabeza, tres cuartos de perfil hacia la derecha e idéntica acción hacia el lado opuesto. Aparentemente no le bastó con eso, sino que agregó un guiño cómplice con su ojo izquierdo y me propinó un segundo guiño con el ojo derecho.
A esta altura la situación comenzó a incomodarme bastante, empero el sueño que tenía era tal que decidí tolerar tal actitud desdeñosa e incomoda. Un vago pensamiento sobre tandilia, quizás sobre ventania me salvaría de aquel momento poco grato, pero todo intento fue vano…
No obstante mis empeños en imaginarme a las sierras, él empezó a hablar (sin voz), hablaba… hablaba mucho, de repente asomaron una serie de gesticulaciones con su manos y su rostro que me dejaron pasmado, una suerte de elegancia sutil se ocultaba tras ese monólogo extenso por cierto, que no profería contenido alguno pero que a la vista no era más que una obra magistral de cómo debería desenvolverse uno en una clase o un auditorio lleno de gente expectante, por poner un ejemplo gráfico y a fin al relato que les cuento .
Finalizado el (no) discurso, se quedó mirando un punto fijo, de sus labio llegué a leer un nombre el cual no reproduciré por cuestiones obvias, a nadie le va a interesar y sería un dolor de cabeza si se llegara a enterar aquella persona por este medio o por algún comentario mal intencionado de terceros; y es que ¡vamos gente!, las personas no siempre están llenas de buenas intenciones.
Un poco atónito, por no confesar que del todo, y tal vez bastante intrigado, me dispuse a ver que hacía con su dedo índice por debajo de su párpado inferior izquierdo, el mismo describía un semicírculo, como palpando irregularidades, y vaya que las había, las ojeras de él eran bien pronunciadas, como si le faltase horas de sueño o como si hubiese estado muchas horas despierto o de gira realizando labores pesadas para su cuerpo y cabeza. Instantes después repitió idéntica operación pero del lado contrario. Lanzó un suspiro, como si estuviese hastiado, y se tocó el mentón, palpando su barba de más de cuatro días, tal vez tanteando el largo de la misma. Disparó una última mirada, esquiva, más bien nostálgica, posteriormente empezó a acomodarse el pelo, húmedo, dándole forma con sus manos, procedimiento que no duró más de 10 segundos.
Ya bastante nervioso y con muchas ganas de irme a trabajar, a pesar del sueño, me dije a mi mismo:
Nunca voy a entender a ese ser grotesco que está del otro lado del espejo.
Me acomodé la corbata, luego la camisa y salí del baño.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Volvió Gabriela…

Y como toda gran vuelta no fue ni con sonido de cornetas ni con aplausos, vientos del pasado adornaron el retorno de una persona que marcó cierto pedacito de mi vida, que me acompañó durante largas horas hablando por radio y haciéndome el aguante en esas noches donde el sueño no se anima a asomarse por la puerta y decir, vamos che, ya es hora.
Como en la mayoría de mis pérdidas, esta no tuvo anuncio, simplemente se dió, un día ya no nos llamamos, una noche ya no nos hablamos por radio y cada uno siguió la vida como le salió, con los logros obtenidos y con las pérdidas propias de cada paso que uno va haciendo o se arriesga a hacer, con las caídas propias que son parte del camino y con los riesgos a asumir.
La verdad que es loco, y con esto quiero decir que en menos de una semana ya tuve dos reencuentros, uno con aquella dama y el otro con Gaby. En ambos casos es como si el tiempo se hubiese congelado, como si nada hubiera pasado en el medio… la manera de hablar fue la misma de siempre, las palabras (que nos marcaron) volvieron a ser dichas, como si se tratase de algo común, una constante que jamás varió. Y eso me gusta, es la pequeña impronta que fui (voy) dejando en las personas… no está mal que lo diga, creo yo.
Seis fueron los años que pasaron sin noticias de ella y el reencuentro cibernético permitió conocer noticias actuales, inesperadas.
Ya no somos los adolescentes que fuimos, y este reencuentro no hizo más que recordarme el paso del tiempo con el correr de los años.
Ojalá sigamos en contacto…

miércoles, 5 de mayo de 2010

Invisible…

Varios son los espacios en blanco
en esta hoja que pretende ser llenada.
Invisible quien te abraza y acaricia
en la soledad de esta noche que sucumbe
inevitablemente a las ganas de amar.
Bendita es mi desgraciada suerte,
hace horas que te beso y no te enteras.
¿Cómo hago para modificar realidades?,
¿cómo hago que este relato sea real?.

Universo nuevo, ecos constantes,
no me importa lo que miente el espejo,
ese momento mágico maquillé.
Vos estás tan lejos y sin embargo
nos arrima este vago pensamiento.
Te he desnudado todas las mañanas,
he guardado en el trono tu nombre.
Cabalgo por los pensamientos que hablan
que son muy míos y apenas conoces.

Invisible beso sin fecha, firma, sin contrato,
un beso con torrente de aplauso de nadie,
enredada entre la niebla de mis deseos
tu nombre oculto se halla en estos versos.

miércoles, 28 de abril de 2010

Centinela…

En tus tierras yace un ángel
con sus alas de roca.
Ahí nomás una piedra que late
susurra historias que no puede contar.
Y escapando del dolor y lo triste
a tus pagos me viste llegar.

Con mil llantos guardados en ríos
desemboca mi soledad.
Andando, misterioso camino, el viento
lleva nuestras cenizas.
Y en la cima del dolor y lo triste
en las cuchillas te fui a recordar.

La cumbre de la Juanita
se pinta con el alba.
A pesar de las distancias el tiempo
nos separa aún más.
Y en la cima del dolor y lo triste,
allí te he de esperar.

miércoles, 21 de abril de 2010

A aquella dama…

Hoy le voy a hablar/escribir a usted, si a usted lector, permítame jugar un rato con su imaginación, con los riesgos que ello implique… quizás está usted en este momento en México por poner un ejemplo y casualmente llegó a este blog buscando la piedra filosofal que oportunamente tipeó en google y el buscador equívocamente lo direccionó para este blog, si es así, amargo será su desengaño ya que si existiese la piedra filosofal (y si yo la hubiese conseguido/logrado) la hubiera vendido al mejor postor hace tiempo y créame, no soy una persona materialista, pero mi sueño es no trabajar y “gastar” mi tiempo en las cosas que más disfruto. Ahora, en cambio, si usted es un lector habitué o es esa lectora que fantaseo siempre que entra y lee mis entradas para ver que desvarío escribo cada semana, le propongo que piense conmigo: ¿qué es la melancolía?.
¡Ya sé!, vá empezar con que soy repetitivo y todas esas weas, pero le propongo de verdad pensar en ello… en todo caso a mi siempre me acusaron de ser un gran melancólico (nunca lo negué), pero es un buen ejercicio pensar un poco en eso. ¿Se anima?...
Mientras Ud. lo hace yo pensaré en el desplazamiento del eje terrestre tras el terremoto (brutal) que aconteció en Chile, también dedicaré mi tiempo a tratar de entender (de alguna manera y haciendo sobreesfuerzos) a lo oposición política que impera en mi país y destroza todo lo bueno que puede llegar a hacer un gobierno, eso si, permítame tener opinión política por favor. Autoríceme a pensar en los 3 cm. anuales que se aleja la Luna, pero atención, le suplico no me deje discurrir en una noche sin ella; y si lo desea, concédame pensar en París y en Francia, eso siempre me gustó, al igual que los Mirage y el Rafale que tan bien hicieron volar. O si es tan amable déjeme coquetear con personas que sientan nostalgia (por ponerle un nombre) de las misiones Venera de la ex URSS. No vaya a pensar que soy comunista, pero hay cierta grandiosidad en esas épicas misiones que no las tienen las que van al planeta rojo… sabrá comprender soy un romántico y detrás de mi cinismo se halla un admirador de las causas perdidas.
Calculo que para cuando esté leyendo esto habrá tenido tiempo suficiente para reflexionar en base a la premisa que sugerí, de no ser así, sepa disculpar el breve período de tiempo, es que verá usted, cuando uno escribe, la magnitud tiempo tiende a desparramarse sobre el cerebro y esta hoja digital donde estoy escribiéndole a usted misma en este instante. Es increíble que delante de mí haya un papel que no existe y que estas teclas jueguen a ser mi letra.
Ahora bien, nostalgia le llamo yo a ese hueco que usted ha dejado (de forma prevista y con aviso –aunque no oral ni escrito-) y que en éste caso, su servidor no ha podido rellenar de forma alguna. Yo sé, dirá, este muchacho es un idiota y en cierta forma concuerdo con usted, toda vez que cada tanto tengo pensamientos recurrentes o sueños donde Ud. aparece de manera intempestiva cortándome no sólo el sueño sino también la respiración, y yo siempre la abrazo y le digo lo mismo: “te re extraño”; pero sepa que he tratado de luchar contra ello escribiendo una poesía invisible que nadie se enteró y nadie por ende conoce, que llegado el caso (y la necesidad) publicaré para que Ud. Dama noble, se entere de lo que vengo pensando y no resuelvo, o si lo quiere, resolví y no supe entender las consecuencias de tal acción, aunque la valoro y acepto como tal.
Ciertamente prefiero que la nostalgia sea sólo de uno y no compartida, sino caeríamos recurrentemente ante un mismo error, cosa que sé muy bien que Ud. está harto preparada (o no) para situaciones como estas, con lo cual ya ha de haber ideado un modo sistemático para no caer en esa suerte de “depresión” tras cada adiós que afronta (si consideramos que todos actúan al igual que yo), cosa que dudo, ya que no suelo seguir patrones preestablecidos de conductas si es que los hay.
Nostalgia siento por aquel viaje en 2008 a las sierras bonaerenses y a mi pensar en usted en el transcurso de ese viaje, y créame, aunque yo no lo sabía, ya pensaba en Ud. De todas maneras y a razón de consuelo, le comento que siento melancolía por los paisajes que mi retina guardó y que espero pronto pueda revivir de alguna manera… eso si, con el proyecto siempre, de allí irme a vivir… Ud. sabe mejor que yo que ni las rutas, la historia y las Malvinas pueden salir de mi cabeza y de mi corazón y eso es bueno por que estoy seguro que me conoció más que muchos de los que hoy dicen ser mis amigos; a la vez eso no está mal, por que ellos no se dieron el lujo de hacer lo que usted, por motu proprio hizo.
En fin, Ud. ya conoce mi dicho “si uno habla mucho de algo es por que nada ha resuelto”, y puede creerme que yo si he resuelto lo nuestro, obviamente a mi manera, que como sabrá no siempre es la mejor pero es la única que por el momento me sale. Ya he probado ser una roca, ser un llorón, y todas las variantes intermedias que puedan llegar a haber, pero siempre termino donde partí, donde Ud. me conoció (hasta donde se animó), en aquella línea de partida ya gastada de tanto volver.
Entonces si me permite, déjeme contar como vá a seguir ésto y como le voy a dar vuelta este texto sin que se dé cuenta. Mañana fumaré la misma cantidad de cigarrillos que hoy, siempre y cuando no haya otro aumento como los que están viniendo últimamente, luego planearé una visita al observatorio del Parque del Centenario que jamás voy hacer por que seguramente alguien me llamará y me propondrá una alternativa a los planes originales… seguramente tomaré alguna bebida alcohólica de esas que a mi me gustan por su alto contenido de etílico y que no me permita pensar más de la cuenta.
Al día siguiente le hablaré a su recuerdo y le diré: le propongo que piense conmigo; ¿qué es la melancolía?.

miércoles, 14 de abril de 2010

Armagedón…

En el planeta Tierra todo es perfecto, es decir, es una inmensa comunidad en armonía (a veces no tanto). Todo está metódicamente calculado… el hombre pisó la hormiga sin querer pero queriendo a la vez, el león cazó a un cebra, un rato antes esa cebra comió la rama de un arbusto el cual se alimentó de los pocos nutrientes de la tierra de África. Todo una gran armonía cósmica que los humanos pocas veces se detienen a observar, mejor dicho estudiar y si lo hacen lo toman como algo ya sabido, algo natural.
La velas solares fallaron, al igual que el hombre tratando de vencer la a la iracunda naturaleza.
Señor presidente, es que la composición del asteroide es distinta a la de las muestras que nosotros teníamos en los laboratorios, dijo el vocero de la guardia espacial, mientras el inminente desastre se avecinaba y a esa altura del partido ya era visible a simple vista. EE.UU. había perdido la batalla contra su destino y la inmensa roca de de hierro de 1,5 Km a una velocidad de 48.000Km/h se hundiría a 6 Km de profundidad, con el equivalente de 6 arsenales nucleares, quemándose toda materia inflamable y generando sismos tan grandes que deprimiría cualquier cosa, las olas viajarían a razón de 200 Km/h a la vez que catastróficos vientos de 200 Km/s y con millones de litros de agua encima avasallaría a la tierra, decía el informe de Clarín mientras que agregaba detalles técnicos y no tanto (sino el lector promedio no entendería) y gráficos tan simples de entender que el sólo hecho de mirarlos daba por tierra las ganas de leer el artículo entero del “gran diario argentino”.
Mientras, la grava haría mierda Hollywood y todo aquel edificio que aún esté de pie en Norteamérica. Las olas de 200 metros de altura llegarían al Océano Pacífico y los incendios empezarían en todas partes, aumentando la temperatura atmosférica de norte a sur (por que todo evento importante allí sucede), siguiéndose los mismos por una mortal nube de azufre.
Las cosechas morirán, la hambruna aumentará, pero claro, ya en muchas áreas la gente muere de hambre, ya que 5000 millones de habitantes es la población de la tierra, suponiendo el mejor pronóstico (y siempre hablando de estadísticas) un medio se salvaría… claro está que la mayoría morirá dado que sus gobiernos no consideraron jamás la catástrofe natural, toda vez que siempre pensaron que los humanos serían eternos y que el gran benefactor (EE.UU) salvaría el planeta como nadie, con fuegos artificiales y con bandas y estrellas flameando por doquier al son de su himno nacional.
La conducta humana de sobrevivencia en las grandes urbes conllevaran a saqueos, guerras civiles y destrucción de los entes gubernamentales; a nivel global una nube tapará al sol… llegará el invierno nuclear que siempre se temió, comentarán Roberto y Agustina en la versión de media noche de Visión 7 por la televisión pública.
Lejos de todo ese panorama, en estas regiones el congreso no logrará el cuorum para definir si debe implementarse la ley de medios y criticarán la entrega de netbooks a los alumnos de escuelas secundarias. Un panorama muy similar al descripto más arriba, sólo que en un país que después de 200 años no logra encontrar su identidad y ya está hastiado de situaciones como esas y de oposiciones que sólo juegan el papel de oponerse a como de lugar.

miércoles, 7 de abril de 2010

La chica que no ví nunca más…

Nos conocimos en un bar, bueno, en realidad fui a parar a ese lugar en el año 2004 y allí me senté a tomar un amargo whisky (Criadores creo que era) y a observar como las parejas bailaban, pero de entre todas, aquella morocha se destacaba. No sé mucho de técnicas de baile (más bien sé nada) pero no relucía en ello, pero debió haber sido esa camisa roja y ese tajo que dejaba ver su pierna izquierda y alentaba a la imaginación a más.
Se hizo un impás en el baile, ella fue a su mesa con su pareja y empezaron a tomar, creanmé que tomaron bastante, las parejas volvieron a bailar y ellos siguieron allí sentados. Tras unas cuantas copas me animé y le pedí de trenzarnos en una pieza de tango… ya sabrán ustedes que de bailarín no tengo nada, pero tampoco tenía nada que perder. Comenzamos a bailar una especie de tango (más bien mambo). Ambos bailamos desentonando con los pies aquella pieza lo cual fue un éxito, dado que permitió ocultar mis dotes como “no” bailarín.
Le invité un trago, me dijo que no, le pedí su número, me lo negó también al igual que su e-mail. Resignado le pedí su nombre y entre dientes susurró Cecilia, a la vez que volvía a la mesa con su pareja.
Ese nombre me invitó a escribir sobre mi relación con el mismo… pero no por hoy, esa se las contaré más adelante, hoy quiero quedarme con ese tango y esa pollera en mi mente, al menos en este momento.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Desvelo…

Pasé una noche de terror, no pude escribir, ni pensar, aunque intenté muchas veces empezar algo.

Musité algunas frases empero… aquí estamos aún. Recuerdos de la adolescencia volvieron a golpear la puerta también, los dejé pasar y una frase vieja apareció: “Éramos pájaros libres, librados al viento”.

De la nada un pedazo de poesía invisible que sólo yo conozco bien y nadie se entera, la alta temperatura que se invita sola a esta fiesta, entretanto me pregunto si me recordás, pero si sabés que ésto es para ti, y vos sabés que me refiero a vos, intuyo que si estoy allá, a la vera de tu olvido, y no está mal que así sea, la vida debe continuar para los dos, y cada uno debe concentrarse en sus propias luchas, mientras uno de los dos (o los dos) improvisa como encontrar eso que busca y nunca logra hallar… vaya enigma me/nos puso la vida. Y lo siento por las sonrisas que perderemos y por las veces que metí la pata pero ya ves, así son las cosas.

Dumbledore muere en presencia de Harry Potter, en la radio suena Sabina que dice que lo envenena los besos que vá dando, afuera se escucha el chillido de una botella de cerveza mientras dos adolescente se ríen de sus restos astillados, a lo lejos también se escuchan dos silvidos respondiéndoe mutuamente… intuyo que es el avance del idioma de los watus que ya superaron la barrera del habla al trascender el lenguaje hablado por el de los silbidos. Mientras eso ocurre pienso que hay modificaciones, cambios, acentos que se van corriendo de un lado a otro… de repente esa frase vieja apareció: “Éramos pájaros libres, librados al viento”.

Pensar que ya no vuelan…