Cuando un amor no es correspondido, cuando no nos toca la
carta que esperamos en esa jugada, cuando un amor sale mal, o a uno lo dejan de
amar... Es un estado de sufrimiento muy parecido al que uno siente ante la
muerte de un ser querido... Es casi la misma soledad.
Soy mortal, por eso creo que nunca seré feliz. Aunque
muchas veces estoy contento… La vida es una aventura maravillosa en esos
momentos.
No involucrarse no siempre es una opción, casi siempre se
siente cualquiera tentado, o afectado, por el fantasma de la nostalgia. Las
cicatrices, a veces, sirven para no olvidar lo que pasó, o para mostrarnos que
la vida también es frágil y que se desmorona cuando aparece algún vestigio del
pasado, o toda vez que nos superan las situaciones por su dificultad.
La nostalgia, para muchos, es un sentimiento de apego que
genera una actitud ante la vida que no es pasajero, generalmente remite a la
idea de un pasado que nunca fue. A veces un encuentro/reencuentro es una
despedida, donde buscamos caminos diferentes que nos permitan romper con los
símbolos del pasado y lo que nos representan.
Llenar el vacío que uno tiene, a veces, se llena con la
gente cercana. Pero no es la solución cuando el problema es más lejano. Muchas veces, al alejarme, es para buscarme a mí
mismo en mi pasado y después, una vez hallado, cruzar el puente al presente.
Lamentablemente no me hallo, ni me encuentro y creo que me estoy empezando a agotar
en esa tarea.
Quizás este mundo no es mi mundo y sólo vivo en él,
porque la suerte así lo quiso…
Cuando parece que todo está bien, mientras sabes que es
algo triste lo que va a pasar, se gesta siempre un silencio, una mirada, un
momento. Ahí te cae la ficha. Ahí te das cuenta que vas a tirar de los hilos, y
que seguramente te vas a alejar.
Te extraño, extraño nuestras charlas, nuestra compañía.
Te extraño porque me hacías más fácil cada día. Te hablaba y estabas ahí. Me
escribías y yo lo estaba esperando. Cuando me notabas raro, me hacías reír, de
mil formas diferentes lo lograbas, me hacías olvidar lo que pasaba: ¿Viste
cuándo ves la primera estrella después de algunas noches lloviendo? Así. De
algún modo me hacías pensar en otras cosas, entonces yo era mejor, porque no me
ataba al pasado, ni me buscaba a mí, tampoco pensaba en mi función en esta
realidad y las rutinas se volvían de algún modo más tolerables porque estabas
vos, porque te preocupabas y me prestabas la atención que quizás otros no.
Cada día que pasa es una nueva foto de un final
intermitente que se apaga de a poco. Entonces es donde entendemos que el
presente es el único momento que existe. Está acá, es inevitable, se vé y se
toca. El futuro y el pasado, son literarios casi.
El amor sin ningún tipo de renunciamiento, sabemos bien,
que con el pasar del tiempo empieza a no funcionar. Aunque existen terrenos
irrenunciables, por su sacralidad. Lo sabés, por eso pesa y duele. Es difícil
volver a ilusionarse con las cartas que nos tocaron.
El enojo detiene al pensamiento. Uno se abraza a la
bronca, ante una injusticia, ante algo que no responde a nuestros valores y
crianza... Enseguida uno se indigna, se vuelve intolerante y rechaza la
posibilidad de poder pensar en otras variables, para ratificar lo que piensa
por estar enojado. Creo que eso es lo que pasó.