domingo, 5 de febrero de 2023

Te extraño...

Cuando un amor no es correspondido, cuando no nos toca la carta que esperamos en esa jugada, cuando un amor sale mal, o a uno lo dejan de amar... Es un estado de sufrimiento muy parecido al que uno siente ante la muerte de un ser querido... Es casi la misma soledad.
Soy mortal, por eso creo que nunca seré feliz. Aunque muchas veces estoy contento… La vida es una aventura maravillosa en esos momentos.
No involucrarse no siempre es una opción, casi siempre se siente cualquiera tentado, o afectado, por el fantasma de la nostalgia. Las cicatrices, a veces, sirven para no olvidar lo que pasó, o para mostrarnos que la vida también es frágil y que se desmorona cuando aparece algún vestigio del pasado, o toda vez que nos superan las situaciones por su dificultad.
La nostalgia, para muchos, es un sentimiento de apego que genera una actitud ante la vida que no es pasajero, generalmente remite a la idea de un pasado que nunca fue. A veces un encuentro/reencuentro es una despedida, donde buscamos caminos diferentes que nos permitan romper con los símbolos del pasado y lo que nos representan.
Llenar el vacío que uno tiene, a veces, se llena con la gente cercana. Pero no es la solución cuando el problema es más lejano.  Muchas veces, al alejarme, es para buscarme a mí mismo en mi pasado y después, una vez hallado, cruzar el puente al presente. Lamentablemente no me hallo, ni me encuentro y creo que me estoy empezando a agotar en esa tarea.
Quizás este mundo no es mi mundo y sólo vivo en él, porque la suerte así lo quiso…
Cuando parece que todo está bien, mientras sabes que es algo triste lo que va a pasar, se gesta siempre un silencio, una mirada, un momento. Ahí te cae la ficha. Ahí te das cuenta que vas a tirar de los hilos, y que seguramente te vas a alejar.
Te extraño, extraño nuestras charlas, nuestra compañía. Te extraño porque me hacías más fácil cada día. Te hablaba y estabas ahí. Me escribías y yo lo estaba esperando. Cuando me notabas raro, me hacías reír, de mil formas diferentes lo lograbas, me hacías olvidar lo que pasaba: ¿Viste cuándo ves la primera estrella después de algunas noches lloviendo? Así. De algún modo me hacías pensar en otras cosas, entonces yo era mejor, porque no me ataba al pasado, ni me buscaba a mí, tampoco pensaba en mi función en esta realidad y las rutinas se volvían de algún modo más tolerables porque estabas vos, porque te preocupabas y me prestabas la atención que quizás otros no.
Cada día que pasa es una nueva foto de un final intermitente que se apaga de a poco. Entonces es donde entendemos que el presente es el único momento que existe. Está acá, es inevitable, se vé y se toca. El futuro y el pasado, son literarios casi.
El amor sin ningún tipo de renunciamiento, sabemos bien, que con el pasar del tiempo empieza a no funcionar. Aunque existen terrenos irrenunciables, por su sacralidad. Lo sabés, por eso pesa y duele. Es difícil volver a ilusionarse con las cartas que nos tocaron.
El enojo detiene al pensamiento. Uno se abraza a la bronca, ante una injusticia, ante algo que no responde a nuestros valores y crianza... Enseguida uno se indigna, se vuelve intolerante y rechaza la posibilidad de poder pensar en otras variables, para ratificar lo que piensa por estar enojado. Creo que eso es lo que pasó.