sábado, 14 de septiembre de 2013

Noches de obscuridad (cortame la luz cuando quieras)…

Hacía mucho que no me sentaba a escribir algo para subir a este blog, he escrito algunas cosas, la gran mayoría las terminé eliminando, no se puede escribir cuando las musas están sesgadas por sentimientos que no son del todo bueno o se mezclan con sinsabores que contradictoriamente tienen sabores amargos y dejan la saliva espesa. Ahora bien, cuando llegan las musas es perfecto y es genial, pero lo complicado es comenzar, lo difícil es el principio… no se puede sentar uno en frente de la pc y esperar que la mejor idea llegue… siempre llega la peor idea primero y después llega el resto, lo único que resta es que sea del agrado de uno que lo escribe o de aquel eventual lector que le guste perder el tiempo en sitios como éste que no aportan ni resuelven nada a este mundo que nos toca padecer día a día. Ser feliz en esta sociedad es casi un milagro, con tanto medio (miedo) de comunicaciones, industrias que exigen al límite las tecnologías con las que cuentan como una suerte de búsqueda inútil de milagros productivos, con tantas exigencias diarias (de todo tipo), con estrés y sobre todo con tanto, pero tanto ruido, eso me predispone a pensar que siempre se añoran tiempos más razonables, con menos premura, tiempos pasados… y no me refiero a un recuerdo de época particular que a uno le ha tocado en suerte vivir, sino de tiempos mejores para la humanidad toda, tiempos en los cuales estábamos más en contacto con la naturaleza, nos fascinábamos con cuestiones naturales o había cierto romanticismo flotando en la atmósfera, pero lamentablemente en esos tiempos nos moríamos de una gripe por citar un ejemplo claro y medicinal de esos que se me vienen a la cabeza en este instante. En esa constante búsqueda de más saberes, de más tecnología, de mayor desarrollo como especie nos hemos olvidado de muchas cuestiones que nos forjaron como humanos, entre ellas perdimos la concepción de la noche, de la verdadera obscuridad. La semana pasada volví a mi casa de madrugada y estaba cortado el suministro de electricidad y me reconocí por un instante con temores, con movimientos vacilantes, sin saber bien cómo actuar y desplazarme en ese entorno y fue allí que me propuse ponerme a pensar que la noche de antes era peligrosa, muy peligrosa y obscura, ya sea por los animales salvajes que se desenvolvían en esas circunstancias o en los ladrones u oportunistas que amparados y resguardados por las verdadera obscuridad, se acomodaban en su impunidad para hacer de las suyas. Nos hemos dado el lujo de perder de vista la verdadera noche, aquel funesto día que decidimos alumbrar con cualquier método el entorno donde nos movimos/movemos… hoy ya no tenemos esos temores de antes (algunos si), tampoco tenemos el cielo estrellado que supimos apreciar gracias a los enormes fenómenos de ángulo sólido que propician las ciudades donde nos hacinamos… pero nos damos el lujo de hablar con orgullo de ser civilizados y renegamos de aquellos que no son como nosotros mismos entendemos que debe ser una persona que vive y convive en sociedad. En fin, demasiada catarsis para ser el primer escrito después de tanto tiempo, espero que no le guste a nadie, como a mi no me ha gustado escribirlo, sólo una cosa les pido: siempre que puedan miren al cielo y aprecien lo hermoso que es, traten de saber el nombre de aquella estrella que más les llame la atención y si lo hacen, recuerden que alguien en Buenos Aires está haciendo lo mismo y se encuentra al lado de ustedes disfrutando el mismo momento, el mismo espectáculo.