miércoles, 20 de mayo de 2009

A la noche (cosas que pasan)…

Eres libre de sonreír en medio de los mayores desafíos y pruebas,
consciente de que has elegido jugar a este juego y de que posees
el dominio de todas las apariencias del planeta.

Richard Bach.


El Rifle fiel a su estilo ácido y directo y parafraseando a Andrés Calamaro, me dijo de manera muy sutil una tarde: “cuidado con las palabras que terminan en INA”, que locura que en aquel momento no lo haya entendido, intenté con un sin fin de palabras que me fueron viniendo al azar, a saber: cocaína, Argentina, mateína, cafeína, endorfina, efedrina, actitud que llevó a un agotamiento prematuro de la paciencia del Rifle y a un corte drástico de las metáforas al hablar en ese momento, pero tenía razón, una palabra en particular se convirtió en un molesto mosquito que interrumpía mis siestas desde hacía un tiempo. Esa noche antes de dormir entendí a que se refería mi amigo. A la noche suele aparecerse diciendo “hola”, o hablándome de esas cosas que hablábamos siempre, otras se me presenta en forma de imágenes fugaces, de vez en cuando se me viene un recuerdo mientras sueño, pero el último fue tan real… levanté mi cabeza de su hombro, la miré a los ojos y le dije: “la verdad que no sé como vas a hacer para vivir sin mi”, ella dio vuelta su cabeza, me miró a los ojos y se sonrió y la puta madre, no es tan gratis mirar a los ojos a una Julieta.
Me desperté y empecé a insultar a mi cabeza por jugarme tan malas pasadas, y lo peor es que siempre me cuesta volver a conciliar el sueño, la almohada con su mal aliento habitual me habla de cosas que no quiero escuchar, me susurra al oído frases con rimas, ideas para escribir, me cuenta historias; y hacer caso omiso a esas palabras se vuelve una suerte de quimera difícil de concretar, me pueden creer.
No lo niego a veces quisiera dormir en camas separadas de mi mismo, para no escucharme, para no verme, para no bancarme más, tal vez así se termine el efecto suelo al que estoy sometido desde ayer, es una sensación rara, es como un mate ya lavado, o un disco muy viejo que se encuentra rayado.
A la noche camino sin rumbo en estos días buscando a mi Julieta en los balcones porteños, y los balcones están vacíos, no hay Julieta, de todas maneras en el sindicato de Romeos jamás me redactaron una respuesta respecto a mi afiliación.
A esta altura del partido ya no sé si salió de mis sueños, si es una creación de mi mente cansada o si es una realidad, pero lo cierto es que aún está metida muy dentro de mi corazón. No hay noche que no busque la receta, fórmula, o pasos para lograr que los sueños que tengo por las noches se conviertan en realidad.
Y aquella pregunta que me planteé la otra noche instantes antes de dormirme, ¿Por qué sigo buscando una lágrima en la arena?, aún sigo sin encontrar la respuesta a tamaño acertijo.
Que bueno verte bien, ya era hora que cambies la cara y de actitud, dice la gente ignorante que no advierte que nada cambió, o si, mejor dicho si cambió algo, y es que aprendí a cambiar mi apariencia dependiendo de la situación.