domingo, 28 de diciembre de 2008

Fuga III

Así pasaron tres años hasta que la vi paseando con un tipo, la verdad que la imagen no me agradó para nada padre, así que esa noche volví a mi casa y planeé el discurso que le daría al día siguiente cuando ella iría a comprar.
Y al otro día llegó ella, empuñando su belleza y pidiéndome dos kilos de papas, medio kilo de cebolla y tres morrones rojos.
-¿Le va a hacer un pastel de papa a su prometido no?, siempre que me ponía serio con ella la trataba de usted, nunca supe por que.
-En realidad voy a hacer un pastel de papa, pero pensaba invitarte a cenar esta noche, ya que el hombre de la pescadería me dijo que era tu plato favorito y como hace rato que nos conocemos y nunca salimos a ningún lado, me pareció algo lindo, al menos que estés ocupado.
Era experta en el juego del coqueteo, pero yo sabía que estaba noviando con un tipo un poco mayor al que hacía poco tiempo había conocido. ¿Entiende padre?, de todas maneras no pude negarme. El padre asintió con la cabeza.
-Está bien Maria, puedo cenar esta noche contigo, no tengo nada que hacer.
-Perfecto, te espero en mi casa a las 22hs. no hace falta que traigas nada, yo te invito, después de todo, te lo mereces con los descuentos y los regalos que vos siempre me haces!.
Esa noche comprendí su juego padre, pero yo estaba demasiado metido con ella, no había forma de que pudiera escapar, así que hice lo que tenía que hacer, le dije todo lo que sentía y lo feliz que ella me hacía. Pero ella me contó que estaba colgada de una relación del pasado y que sólo esperaba por él, que no quería una relación seria con nadie, sólo quería pasar el tiempo.
Así que tomé un cuchillo de la mesa y se lo clavé tantas veces como me lo permitió el remordimiento.
-Y así estoy aquí padre, contándole estas desgracias a usted.
-Oremos hijo, me dijo, mientras agacho la cabeza, sus ojos estaban llenos de lágrimas y su cuerpo temblaba.
Los guardias irrumpieron en el calabozo, y gran sorpresa se llevaron cuando vieron que Roberto no estaba, y en su lugar se encontraba el padre vestido como éste con un estado de shock pocas veces visto por los carceleros.
Los registros mostraban que el cura se había ido hace unas horas, pero el que se fue, había sido Roberto, vestido como éste. De esta forma ganó su libertad.
Tiempo después Roberto me contó que Maria también le había roto el corazón a aquel padre y que en ese momento éste eligió el celibato, al conocer que Maria había muerto entró en shock y Roberto aprovechó a escapar.
Al fin de cuenta uno nunca sabe cuando le caerá una posibilidad para ser libre.