El silencio mortuorio, no hacía más que profundizar el misterio de esa masacre, las miradas se batían a duelo constantemente, gritos acallados, miedos tras cada movimiento, el tiempo que parece nunca parar un instante, la presión constante de sobrevivir y ser el vencedor, aunque lleve tiempo y cueste. El oponente siempre es difícil, es difícil y traicionero, nunca se sabe que hará, nunca se puede advertir cual será su jugada.
Mi táctica de inicio fracasó, pero el campo de batalla estaba hecho un infierno, peones muertos por doquier, caballos atacando y logrando aniquilar las fuerzas de choque con las que cuento, a lo lejos una torre sirve de vigía y a su vez genera conciencia del poderío del adversario, que no dudará en utilizar hasta las ultimas de sus fuerzas con tal de ser el vencedor.
Proteger al rey es la premisa principal en este duelo sin cuarteles, cada vez más espeso, más denso, más difícil, un caballo menos, una torre abatida, un peón atacando y otro defendiendo estoicamente una posición que ya es harto sabida que no podrá, la reina moviéndose, el rey cuidado hasta las últimas consecuencias, no importan los medios que se empleen, por el bien de todos el rey no puede caer jamás.
Las capturas aumentan a ambos lados, las bajas también, el campo de batalla mostrándose bi color, cayó una torre, es sin lugar a dudas una pérdida notable, sin embargo, ni es la más importante ni supone el final de la batalla. Yo quería esa torre, la necesitaba de verdad. Desviando la atención, me puse a contemplar insistentemente y con tristeza la pieza que se ha perdido, aún me quedan algunas tácticas que tienen plena capacidad de acción. El exceso de atención sobre esa torre que ya está fuera de batalla, me impide ser conscientes de la gran cantidad de capacidades que aún dispongo y eso me puede hacer perder otras batallas esenciales y hasta la guerra.
En ese momento, ya me era menester aprender a aceptar que seguiría habiendo bajas y pérdidas. Quizás ese sea el preámbulo de una estrategia magistral que aún no salió a la luz. En ese momento contraataco con todo lo que me queda, avanzo posiciones, tomo rehenes, impongo el miedo, aunque el cansancio se siente, él lo sabe, él me observa.
El ambiente se pone tenso, avanza nuevamente sobre mi, nos damos batalla como nunca, el tiempo corre, las jugadas también. Una táctica bien empleada por él…
La reina capturada, el rey en jaque, el preámbulo de una estrategia magistral que aún no salió a la luz, permaneció allí… en la obscuridad.