miércoles, 13 de enero de 2010

El Molino...

Una extraña y solitaria estructura se encuentra en un desolado sendero ubicado en los aparatados rurales del amontonamiento de la gran ciudad. Siempre en su eterna vigilia, es como el centinela de los sembradíos.
Sublime estructura construida con sudor, cemento y cal, refugio de peregrinos en las noches (y también los días) de tormentas, guía de los que enfrentaban travesías, siempre inmóvil en el correr de los años. Soportó vientos, lluvias, tormentas, calor, frío, sequías, inundaciones y nunca se quejó de nada.
Pude observar varias veces con fruición como disfrutaba del viento masajeando sus enormes aspas y como fruto de esto, de la tierra brotaba el agua que eliminaba la sed de vacas y otros animales, además de permitir la acción humana de regar las plantaciones.
Siempre inmóvil, siempre taciturno, dubitativo quien sabe en qué, su maltratada y abandonada estructura me indicaba que ya llevaba mucho tiempo en ese lugar.
Todos los días al atardecer lo iba a observar, no sé que es lo que me intrigaba tanto de ése molino. A veces con él nos poníamos a filosofar, otras veces juntos escribimos poemas y de vez en cuando, sólo nos quedamos mirando, más de una vez reconozco haber dormido una siesta mientras el cumplía con su labor. El sabe de mis secretos que nadie sabrá y seguramente nunca contaré y yo sé que él no soporta tanta soledad.
A pesar de todo, a ese molino le encantaba su labor, se sentía de veras muy útil, además con el tiempo comenzó a admirar la belleza sutil del campo y su naturaleza de trabajo, tradiciones; frente a él han corrido profanadores de gallinas, parejas enamoradas y criaturas extrañas que muy pocas personas llegaron a observar.
Hace una semana, vaya a saber por que motivo estructural o de resistencia de ese maltrecho material, sus aspas se desplomaron a tierra, producto de una de las peores tormenta eléctrica de su historia. Desde entonces el molino está triste a mis ojos, con un habitual insomnio y más desesperanzado que nunca.
Con el tiempo comenzó la sequía, los animales fueron muriendo y el molino se entristeció aún más. Sumido en la más cruel depresión con el paso de los días su cuerpo se desmoronó junto al llanto del cielo.

Un viejo escrito que comparto, ojalá les guste.