jueves, 12 de abril de 2012

Lleguemos a un acuerdo…

Esta tarde me encontré recordando una de las relaciones más bellas que tuve, con una de las personas más diferente y a la vez parecida a mi. Puntualmente recordé un hecho que en su momento abrigó muchas dudas y por ende me llevó a cometer muchas torpezas, pero bueno, era muy joven y supongo que debía ser así para que en algún momento se produzca el suceso inevitable: madurar, o crecer si lo desean llamar de algún modo. Yo en su momento sentía amar (aún lo hago pero de otra manera) a esa persona y ella me respondía que me quería mucho. Sus palabras me dolían mucho en aquel entonces y esta tarde encontré una carta de ella en la que en un párrafo decía: “no todos amamos igual y tu forma de amar no es igual para todo el mundo”. ¡Qué frase tan certera y contundente!.
Te propongo lo siguiente, lleguemos a un acuerdo. Vos me podés estar diciendo que me querés pero no me amas y sentir algo similar a lo que yo siento al decirte que te amo. Y sin embargo las palabras nos están separando. Pero podríamos levantarnos un día y tratar de olvidarnos de estas declaraciones tan vacías, y preguntarnos juntos: ¿Qué queremos hacer juntos?. ¿Nos gusta vernos?. ¿Nos gusta saber el uno del otro?. ¿Nos gusta besarnos, hacer el amor, compartir las cosas que pensamos nos gustan?. ¿Nos gusta ayudarnos?. ¿Nos gusta cuidarnos?. ¿Queremos formar una pareja ahora?. ¿Qué clase de pareja?. ¿Acaso una familia?. Y si es así... ¿qué tipo de familia?. ¿Queremos proyectarnos juntos en un supuesto futuro?. Bien... ¿En qué coincidimos?. Quedémonos con aquello en lo que coincidimos.
Puede que alguno de los dos quisiera cosas ahora que el otro ahora no quiere. ¿Pero por qué renunciar a lo que ambos queremos en este momento?. No importa lo que hayamos entendido en las palabras. Siempre nos confunden, porque nos alejan de lo que ES, de lo que sentimos. Los sentimientos no tienen nombre. La verdad no tiene nombre. Sólo acontece. Al nombrarla creamos separación, porque aparecen las ideas. Como niños pequeñitos, contrariados, solemos decepcionarnos si la otra persona no quiere exactamente lo que nosotros creemos querer. Vemos la falta en nuestras expectativas en vez de aquello que compartimos.
En cualquier conflicto sucede igual. Lleguemos a un acuerdo. ¿Qué queremos cada uno de los dos de esta relación, ya seamos dos persona o dos países?. ¿En qué coincidimos?. Potenciemos lo que ambos queremos. Dejemos de lado las ideas abstractas. ¿Qué queremos?. Aquello en lo que no coincidamos, dejémoslo de lado, para nunca o para más tarde. Todo se puede replantear. Quizás un día lo que queramos coincida completamente. Quizá un día lo que uno quería ya no lo quiere, y lo que no quería lo quiere. Nada es permanente. Quedémonos con aquello que nos une.
Entonces "Te amo" y "No te amo" dejan de tener sentido. Porque la relación, sea la que sea, es amorosa, en el más amplio significado que imagines. No hay dos egos pidiendo. Hay dos personas permitiendo que suceda lo que ES, al ritmo que la vida marque entre ambos. No hay meta. El camino es la meta. Porque sólo cuando hay meta, cuando uno piensa que debe llegar a un sitio determinado, es cuando aparecen las ideas y, por eso mismo, el conflicto, la separación ilusoria.

martes, 6 de marzo de 2012

Palabras…

Nada de todo lo que he escrito y vos has leído y leerás en este blog está en lo que "yo" he escrito antes o escribiré después, aunque a veces es inevitable que uno repita algunas palabras o modismos que habitualmente utiliza al hablar o escribir. A mi parecer las palabras son sólo un ínfimo porcentaje de la comunicación, es decir, es sólo una parte micrométrica de lo que a veces uno quiere o se dispone a decir ó lo que otros quieren decir, o a veces dicen. Vale decir: Nada.
Ahora bien, si estamos de acuerdo en que la comunicación, en sí misma, es simplemente una bella y útil ilusión, imaginá conmigo esto: Sé que bailo contigo esta tarde lluviosa en la obscuridad; cuento con ello. Entonces, imagino que mis frases están entretejidas como los hilos de una gran alfombra, de esas que son voladoras, que vos podrás utilizar o no. Esa es tu decisión, al fin y al cabo creo saber lo que hago. Las construyo minuciosamente como un orfebre, con la paciencia que le pone un relojero a una reparación costosa. Las compongo como las brujas hacen con sus extrañas pociones, hechizos o ungüentos. Son frases que pueden descubrir infinitas posibilidades en vos, o quizás no, son sólo eso, unas frases nacidas en un café de Buenos Aires a las 16:30hs. mientras tomo un café con leche y lo acompaño con dos medialunas de grasa, pero eso es entrar en detalles que de nada sirven, por que lo más importante es que vos sos ya todas esas posibilidades que nombré con anterioridad. Pero el secreto no está en lo que digo, sea lo que sea para cada uno. El secreto está en eso que un amigo llama "palabras transformadoras". O sea, sé lo que hago cuando profiero algo. Lo sé bien. Pero no sé lo que digo, ni me importa, para serles franco. Eso ya es responsabilidad tuya al leer esto.
En este momento sólo me interesa aquello que es imposible de controlar (o al menos para mi). Mi única intención es provocar, aunque sea en una sola persona, un colapso, un silencio, una sonrisa, una alegría, un pensamiento, una duda, una reafirmación de certezas propias que por un momento estuvieron en jaque; provocar una mueca, un gesto de duda. Si al leer, de repente, sentís un silencio, eso abrirá una puerta decisiva en vos para siempre. Eso sólo bastará para que halles la respuesta que, sin saberlo, entraste buscando aquí, se trata de la transmutación. Escribo en este momento para crear silencio. La paz es ese silencio. Esa libertad.
Mucha gente que conozco escribe o quiere hacerlo, suelen preocuparse por expresar exactamente lo que quiere decir. Quisieran ser entendidos. Y esa es una de las principales causas de bloqueo para mi, en esa búsqueda del entendimiento ajeno, se termina perdiendo el mensaje que se desea expresar. Desde este café y en este momento, sepan que yo siempre los animaré a renunciar a eso. Primero porque abandonando ese proceder, siendo en palabras lo que quieren decir, sólo así escribirán.
Sin una escritura sincera no hay reacción. Escribirán, y luego podrán aprender de cómo los demás reciben lo escrito. Segundo porque, sin miedo a lo que el otro vaya a entender, seguramente serán más efectivos en la creación de emociones, aunque no puedan controlar qué emociones creará cada uno para sí mismo al leerles. Y tercero porque es imposible hacerse entender, y preocuparse por un imposible, a mi parecer es absurdo.
Una vez alguien muy pensante, consultado por mi al querer saber como hacía para vivir tan tranquilo, me dijo: "El secreto de mi serenidad es colaborar con lo inevitable". Allí fue cuando me dí cuenta que generalmente al leer las palabras de otro tu alma se proyecta en ellas, adquiriendo mil formas que quizás no hubieses adquirido sin esas palabras, y te hace así mirarte desde un punto de vista nuevo y revelador. Como sucede con todo lo que llamamos "realidad"... ahí está ese misterioso e infinito espejo. "Yo", para vos, soy "tú". Me abandono y me entrego a este escrito. Espero que vos también.

domingo, 5 de febrero de 2012

Aquí estoy…

Como muchos sabrán, nunca me gustó mucho hacer mucho. Esa apariencia de actividad, de persona ocupada que se suele premiar y admirar me pareció siempre inerte, tonta y bastante inútil. ¿A dónde van todos con tanta prisa?; ¿qué hace tanta gente manejando en las autopistas y rutas a toda hora?. Pareciera como si dieran por sentado el hecho de estar vivos por estar ocupados, como si eso no les sorprendiera o ni siquiera repararan en ello. En todo esto pensaba hace unos días en mi trabajo durante una huelga bastante extensa en plazo por cierto. Nunca quise ser un hombre de acción, de ocupaciones o de provecho. Siempre sentí que ya había demasiadas cosas hechas en el mundo. ¿Para qué hacer más?. Más bien habría que deshacer un poco. Quedarse desnudo y quieto. Ver. Observar. Regresar. Revisar. Destapar una noche la inocencia primordial que hemos enterrado (cuando no perdido) bajo toda esa mersa que llamamos educación y experiencia.
Por ejemplo quisiera empezar diciendo que no me gustan las huelgas para nada como instrumento de cambio, por más que sus amantes se afanen en encumbrarlas como el único método válido y el definitivo para lograr algo. No me gusta quejarme de esa manera. No es así como actúo en mi vida cuando deseo conquistar algo, ó quiero cambiar algo. A lo que voy, no digo que no sea una manera efectiva en ocasiones, dependiendo de lo que cada uno entienda por efectivo, pero muchas veces los valores que se pretenden defender, o los cambios a los que se aspiran, quedan sepultadas por otras cuestiones ocultas que nada tiene que ver con la medida de reclamo que generaron dicha huelga, y si a cuestiones personales ó intereses de gremialistas.
Para mí todas las revoluciones que el hombre quiso hacer se lograron, la única revolución pendiente para la especie humana es la revolución de la consciencia, la transmutación del ser humano que sólo puede empezar por uno mismo. El gran Gandhi dijo alguna vez una frase que hace tiempo me viene guiando: "Conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo".
Respeto profundamente y valoro el derecho a huelga de aquellos que quieran ejercerla. Si no tuviesen ese derecho clamaría al cielo o lucharía de alguna manera para que lo tuviesen, independientemente de lo que a mi me parezca como método de protesta ó de si yo lo fuese a ejercer o no. Pero lamentablemente no siento que se respete igualmente mi derecho, y el de muchos, a no hacer huelga.
Vivir en base a metas por cumplir es vivir en el futuro, para el futuro. Es decir: para algo que no existe aún. Si quieren podemos decir vivir para nada. Hoy existe en el mundo una epidemia que se propaga rápidamente; la de las ansias por el logro. Así es como muchos inconscientemente necesitan inventar metas para sentir que su ser evoluciona. Es lamentable, pero es así, identifican la evolución con el movimiento, y no sólo con el movimiento, también con la dirección definida y el punto de aplicación de ese movimiento. Sin embargo las metas son ilusorias, son horizontes, es ese “agua” que se vé en el asfalto un día de mucho Sol. El objeto y objetivo deseado cambia continuamente, y al ser alcanzado ya no es el mismo (o lo mismo, según el caso) que se deseaba alcanzar. Y lo triste es que tampoco quien lo deseaba es ya la misma persona. Por tanto no se alcanza aquello que se pensaba. En definitiva no se alcanza nada. Se pasea, se visitan aconteceres, se viven apariciones, se disfruta momentáneamente de aquello nuevo hasta que pasa el furor y guiados por el deseo nos maravilla, todo aquello que pasa nos deslumbra, todo eso es imposible de prever.
Los niños gastan energía, juegan y corren sin saber para qué ni hacia dónde. El deseo es un fin en sí mismo. No imaginan una ganancia. Vivir, jugar, distraerse es el premio. Estar vivo, y correr, y saltar, y jugar. Los adultos, instruidos ya por la "educación" pensada para crear ciudadanos y en algunos casos máquinas que cumplan programas prefijados, tienen implantado un “chip” en el estómago que hace que éste se encoja si se desvían del trayecto planeado antes de partir.
Duele, duele mucho despertar de un despertar. También duele que los argumentos propios no sean bien vistos por tus compañeros de trabajo, pero es ahí y es entonces cuando uno se siente más vivo que nunca. Así que aquí estoy. Y lo digo más vivo que nunca: Aquí estoy.

sábado, 7 de enero de 2012

Libia… (pronto Irán)…

Últimamente se me dió por saber del mundo, más precisamente que es lo que pasa en él. El que me conoce sabrá que mi definición del mundo es “lo que el hombre hace en el planeta”, y a la luz de la verdad y de muchas reflexiones, debo reconocer que el panorama cada vez es más claro para mi. No es que sea un experto del tema o que tenga dotes por sobre la media, pero es todo tan repetitivo… la historia… las guerras… el colonialismo… en fin, como quieras llamarlo, es todo más de lo menos, de lo que nos rodea, de lo que sucede, de lo que para millones de personas en países llamados desarrollados “está bien”. No me llevó mucho tiempo al investigar, interiorizarme, informarme y abrir los ojos, sin querer hundirme en uno de esos despertares… allí ví las guerras del mundo, ví niños descuartizados por una bomba, o vivos pero con el cuerpo abrasado, también ví gente mutilada por minas, ví personas matándose entre ellas sin saber muy bien por qué lo hacían, ví proyectiles de uranio empobrecido afectando a muchas personas, aún a aquellos mismos que los disparaban (el problema, por ende inevitablemente volverá a casa), sentí las ansias del petróleo y las ganas de conservar viejos imperios que ya no pueden sostenerse de manera clásica; sentí al humano cargando toda aquella la ira del niño maltratado que siempre llevará consigo, ví amigos, vecinos, parejas, discutiendo todo el tiempo… Imaginé cosas terribles, vi toda esa absurda resistencia a lo que creemos distinto, toda esa lucha contra lo que ataca nuestra "realidad".
Imaginé turbias reuniones de cafetín del Consejo de Seguridad de la ONU, allí donde se dictamina el destino de naciones soberanas, en ese lugar donde algunos “iluminados” desarrollan sobre un mapa las acciones a tomar y dictan tendencias, inventan realidades creíbles a través de monopolios mediáticos que no tardan en convertir una farsa en realidad. ¿Qué importa lo que piensa el resto del mundo, si el Consejo de Seguridad se compone de cinco miembros permanentes: China, Francia, la Federación de Rusia (que extrañamente ocupa el lugar de la otrora URSS), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América?. ¿Qué más dá si los 10 miembros no permanentes de dicho Consejo no tienen derecho al veto?... De que vale la opinión de 189 países, si entre todos no pueden hacer nada frente al veto de uno de los países miembros plenos del Consejo de Seguridad?...
Allí fue cuando sentí a la mayor parte de la gente que pelea esas guerras sintiéndose sola, queriendo encajar en algún lado, traicionándose para no sentir angustia, o buscando "fuera" lo que sólo pueden hallar "dentro", ó en muchos casos por ser “profesionales” en dicho arte, buscan un reconocimiento o paga por ser veteranos al volver a casa.. pero claro, nadie les dijo que el mundo se cae… que la economía no es la de antes, que aquella crisis que comenzó en 2008 aún continúa y que no hay trabajo para veteranos o discapacitados producto de una guerra que nadie quería.
Entendí que, si el mundo es nuestra creación, es el mundo el que debe encajar con nosotros y no a la inversa. No se puede ir por el planeta (o mundo si quieren) inventando falacias para realizar una asamblea del Consejo de Seguridad y violentar la soberanía y libertad de países por el mero hecho de tener riquezas que en el territorio de aquellas grandes potencias existen, pero no en los niveles deseables para ellas.
Lo que todos llaman "problemas" o "dificultad" son sólo un error de percepción, el ser humano es un error en sí y Generales de cuatro estrellas, lejos de los lugares donde se libra la “acción” ó también llamados teatros de operaciones, luego se dan el lujo de hablar de bajas colaterales, como si acaso ellos supieran lo que es, o sintieran el dolor que generan las bajas colaterales de combate… jamás lo sentirán, pues bien resguardado están detrás de submarinos nucleares, portaaviones nucleares y defensas misilísticas.
Hace dos noches, en un misterioso trance, a través de mi dolor privado, todo el dolor del mundo se me vino encima… sentí el dolor del pueblo libio, el más desarrollado culturalmente, el que tenía la mejor educación y salud de África… destruido por las ansias que generan el petróleo… Europa, EE.UU. en plena crisis económica si tienen el dinero para financiar guerras y tirar bombas, dinero para ello nunca les faltará…
Así como les relaté creo que comienzan los grandes guerras en el planeta, así también empiezan los conflictos en todas las partes del mundo. Las personas se centran en las ideas y no en el corazón, inventan hechos, y no son capaces de observar lo concreto. La paz es amor. La guerra es desamor…