miércoles, 3 de febrero de 2010

Romina (por poner un nombre)…

Estoy estando buscando, mejor dicho, buscándome, puntos suspensivos, una sonrisa cómplice al espejo y el mambo es tal que cuesta respirar. Me río solo, me río acompañado de ese ser grotesco que mira del otro lado; me saco un par de espinas, tal vez mañana será otro día, mejor no continuar como hasta acá.
Anoche te me apareciste en un sueño… pesadilla hermosa y extraña si las hay.
El espejo se me caga de risa en la cara, tartamudea tres frases muy propias y sigue en su eterno ritual, mientras yo de a poco pierdo la calma, ya no puedo ni darme la hora, mejor será hangararme en mi almohada, base segura pero no confiable donde aterrizar, aquel lugar donde mis preguntas desafinadas que profiero no tienen eco alguno. El día me pide que me quede a dormir un poco más, lo mejor será que así sea.
Anoche te me apareciste en un sueño… pesadilla hermosa y extraña si las hay.
Y es que mi cama no tiene sueños, le cuento sobre mis promesas deshechas y me lleva de paseo por la playa de la imaginación y los anhelos difíciles de concretar; ladrando realidades que duelen a veces mucho más que un puñal, murmulla que si me aferro a una incógnita no voy a lograr nada. Allí, en el balcón de la memoria, se asoman y disimulan unos susurros que se acurrucan al lado mío, se visten de vos y me cuentan fantasías de inviernos en tiempo pasado. Difícil será dormir esta tarde con tanto frío y recuerdos ardiendo en el mismo lugar.
Así fue, me distraje un buen rato cosiendo algunas dudas, el pasado se torna presente por momentos, es como entrar en una casa que recontra conocés, pero en la que los muebles fueron movidos de lugar, o como encontrarse con una vieja novia y preguntar: ¿estás más joven ó me parece?. Romina así son las cosas, vos te divertís y yo estoy en otra cosa, ya no juego más a lo que jugábamos antes, cuando éramos más jóvenes.
Y aunque vos no lo creas sigo siendo yo mismo, es decir, el que conociste, pero distinto a la vez, se complica explicarlo, pero aunque los cambios abunden, la huella sigue siendo igual, sigo siendo Argentino, elegante y charlatán, a pesar de mis sueños en silla de ruedas, con las ruedas sin lubricar, sigo siendo yo, obviamente mejor y peor, pero la diferencia es que ahora reconozco mis torpezas. Estoy seguro que cuando leas esto (si lo llegás a leer) me vas a juzgar, como siempre lo hiciste, de movida te va a costar entender una nueva personalidad, una forma distinta de pensar/actuar/escribir, pero es lo que hay, y ese “es lo que hay” no es una justificación a nada, sino la evolución de aquel mismo ser que supiste conocer, evolución que ni yo sé si es para mejor, pero en definitiva es evolución al fin.
Busqué algo en la heladera y nada me convenció, deambulé por la casa y la historia fue igual, oxidada el alma, me tiré en el futón y cantando canciones que de seguro tardarán en volver, apareció mi perra… dos lamidas y una mirada como diciendo vamos loco, por lo menos ahora estás haciendo pie… Y luego de mucho navegar, llegué a mi paralelo cero, quizás tire el ancla y éste comandante amarre en aquel puerto que sos vos, pero como todo en mi vida queda en puntos suspensivos, quizás más adelante, quizás nunca...
Tal vez no seamos el uno para el otro, quizás si… lo mejor es que el destino y el corazón lo decidan. Aunque creo que un corazón ya eligió por el no… ¡Vamos a ver!.