Hoy es un hermoso día para visitar Lugano, la verdad que hace rato que tengo ganas de ir para allá y ver como está todo, para mirar si el barrio está igual, si sigue habiendo empedrado en las calles, si la estación está bien cuidada, si le hicieron alguna reforma más al boulevard de la avenida Riestra, olfatear la libertad que sus calles siempre brindaron con ese aroma tan particular que sólo algunos pocos pudimos (o quisimos) asimilar con todas las virtudes y defectos que con ello trajo siempre ese olor.
Hace rato que no puedo salir más amigo, la tos sigue como nunca, el dolor en el estómago es cada vez más fuerte y la verdad que tengo ganas de hacer cada vez menos cosas, sabrás entender, no es fácil llegar hasta acá, de todas maneras sigo haciendo lo que me dicen que haga: tomate esta pastilla, calmate y tratá de no hacerte mala sangre; evite tomar tanto mate, le va a hacer mal… a hacer mal, jamás me hizo nada el mate, ¿ahora me va a matar?, ¡por favor!. Si ya sé lo que vas a decir, es mejor para mí, pero no sé si quiero algo mejor ahora, quizás lo quiero dentro de tres días o en un par de horas, ahora, cebame un mate que te voy a contar algo que tengo en la cabeza hace un par de días.
Amigo, me gustaría estar en la barrera de Lugano esperando ver pasar a Elena, como lo hacía hace un tiempo, esperando con ansias, esperando, no sé, un milagro… la cosa es que era encantador verla pasar; generalmente nunca se fijaba en nadie, siempre recuerdo su rostro, sus pasos ni largos ni cortos. Yo fumaba para matar la ansiedad y para disimular que no estaba haciendo nada… a veces en la espera debía fumar más de un cigarrillo, pero el premio lo valía. Recuerdo que después de un tiempo empezó a mirarme de reojo y al tiempo nos saludábamos ya… que tiempos aquellos… ¿te acordás que a veces con los muchachos íbamos a tomar café en el bar de la esquina?, yo recuerdo que en un par de ocasiones Elena pasó por enfrente para cruzar las vías y tomarse el colectivo vaya a saber uno a dónde… ya no recuerdo dónde iba.
Hace tanto tiempo che, que ya me olvidé del color de sus ojos... que lástima, que lástima que ya no recuerde todas esas cosas de antes, a veces siento la necesidad de escuchar a Piazzolla y hacerme el bocho pensando un poco en los tiempos pasados, pero siempre me agarra la tos y ahí se complica todo, caen las enfermeras y enseguida empiezan con el verso de siempre, que me calme, que me relaje, que piense en cosas lindas y esas boludeces; cuando me calmo me empiezo a pelear con el viejo de allá, que siempre se queja de que mi tos es molesta y pide constantemente que me cambien de habitación… te juro que le haría una maldad… pero esas épocas ya las dejé atrás.
La verdad te agradezco que hayas venido a visitarme amigazo, hace dos días vino Dario y se quedó hasta tarde tomando mate y charlando conmigo, pero se terminó durmiendo, yo aproveché para escuchar un rato la radio, me sigue costando dormir todavía. Vos sabés, siempre me costó mucho dormirme, ¿por qué va a cambiar ahora no?.
Seguramente pase lo mismo hoy, voy a dormir otras tres horas y después vuelta al dolor y la punzada en el estómago y la tos esa de siempre, pero si tenés ganas, podrías venirte mañana y salimos al parque a dar una vuelta y tomar unos mates, eso estaría re bueno.
Ojalá pueda dormir un poco más de la cuenta así no me canso tanto mi amigo.