martes, 1 de diciembre de 2020

Eterno II...

 


No fue un día inesperado, pero fue abrumador y verdaderamente cruel verlo esa tarde buscando cariño en todos lados y rodeado de tanta gente y presentir que ninguna de esas muecas, ninguno de esos brindis, ninguno, quiero enfatizar ninguno, gravitaba en su corazón. No, no configuraban nada relevante en esa vida transcurrida hasta allí. La anatomía presente en forma de rostros, en ojos por doquier, en brazos que se asoman, en figuras humanas ¿Pero dónde estaba el amor para aquel guerrero?.
Devota, masifica e inanimada caravana ausente que bramaba tu apellido y tu nombre de manera incesante; sonrisas y aplausos tras pantallas, lágrimas de quienes profesan que te aman y siempre pensé en tu corazón ya cansado de tanto latir. Sólo solicita un poco de amor, empero estaba solo, estaba dolorido, estaba enfermo el peleador. Yo lo vi, lo advertimos con mi viejo esa tarde. Diego, en el partido más difícil te faltó esa asistencia que era tan crucial para vos. Nadie te acarició, nadie te miró a los ojos, nadie te dio un beso en la frente ni te dijo todo lo que te necesitaba, ni cuánto te quería.
El parte médico tras la autopsia dirá: "Edema agudo de pulmón secundario debido a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada, como consecuencia de corazón con miocardiopatía dilatada", la medicina me enseñó mucho de corazones enfermos gracias a mi viejo, pero todos sabemos que el corazón en un momento estalla... Van a especular que fueron las drogas, después el alcohol, el cóctel de alcohol con drogas y luego las pastillas, los sanatorios, pero la realidad es que murió de un amor que le dio a todo el mundo y que sólo volvió en admiración popular, pero no en gestos.
Una cosa es ganar y otra cosa es ganar con orgullo, en un lugar hostil, a los mejores del mundo, remontando resultados desfavorables, abucheado, denostado por tu forma de actuar, por ser siempre íntegro, por nunca fallarte, por nunca fallarles.
Un tipo que sólo se dedicó a amar, a sus viejos y hermanos, a su barrio, a su pueblo, a su pelota, a su casa, a su marginalidad, sus hijos, a su esperanzas, a sus hinchas, a sus sueños y a su selección nacional; podía sobrevivir a un padecimiento, a no tener un órgano, a soportar un profundo dolor, pero no podía vivir sin amor.
Todos recuerdan y ovacionan al formidable atleta que en catorce segundos, corriendo y amagando pasó a seis ingleses en poco más de cincuenta metros, vulnerando adversarios ¿Debió dejar suspendida esa imagen a la posterioridad? ¿Debió quedarse congelado para siempre?
¡No! La gente no llora un paradigma deportivo, la gente no llora una desaparición física en este mundo, la gente llora a un "villero", un hombre como cualquiera en el mundo, el mayor de los exponentes de la meritocracia (le cueste a quien le cueste aceptarlo), un tipo como vos que lees esto o como yo que lo escribo sin saber si lo hago bien; un tipo que con sólo verlo y decir su nombre no necesitaba un pasaporte, porque no era nuestro, era del mundo. Todos querían una foto con él, primeros ministros, príncipes, dignatarios de Estados, vos, yo, presidentes, ricachones, mafiosos, emires y papas... siempre con respeto, siempre con total admiración, como si fuera un igual, como si fuera uno de ellos; ¡Pero no!, no era uno de ellos, nunca terminó la secundaria, nunca tuvo los modales acordes a las grandes fortunas, sin embargo eso no le importó y en Oxford fue nombrado “Maestro Inspirador de Sueños” en 1995 y después vino Harvard en 2017 bajo el lema: "El Juego Global: Fútbol, Política y Cultura Popular" y con la naranja y su juego no hizo más que dejar sordo a todos con los aplausos que cosechó.
El guerrero sabe discriminar las situaciones: el adulto y el joven; el joven y el adolescente; el ejecutivo y el trabajado; el político y el que sufre... papá de su papá; padre de sus hermanos, papá de sus sobrinos, sindicalista de los jugadores, defensores de las causas perdidas en un mundo que parece no adecuarse nunca a los menos, que somos más.
Que difícil no sentir empatía por alguien que es querido y amado por millones en el mundo y que le falte ese amor de vedad, el verdadero, el que algunos tienen. Ese 30 de octubre habrás pensado ¿Dónde están los que me dijeron que me amaban?
Todo se vuelve finito en la vida ¿Dónde están mis hijos que me aman? ¿Dónde están las mujeres que dicen que me aman? Ya no estoy para discusiones, ahora soy esto ¿Dónde están? ¿Por qué no están conmigo?.
Un guerrero que dio todo y sólo recibió palabras de admiración, hundido en la más cruel soledad, que no es lo mismo que estar solo. Pero no estaban los rostros del amor y del afecto del alma. La soledad de estar entre uno y otros.
De repente apareció de vuelta, aquel susurro le profería que había jugado los minutos de descuento y que ya no había que pedirle nada más al referee, debía sonar el silbato y terminar el partido... así funciona el juego Diego, vos lo sabés mejor que nadie... de repente todo se vuelve obscuro...
El guerrero no murió en batalla, el guerrero murió por amor.