martes, 6 de marzo de 2012

Palabras…

Nada de todo lo que he escrito y vos has leído y leerás en este blog está en lo que "yo" he escrito antes o escribiré después, aunque a veces es inevitable que uno repita algunas palabras o modismos que habitualmente utiliza al hablar o escribir. A mi parecer las palabras son sólo un ínfimo porcentaje de la comunicación, es decir, es sólo una parte micrométrica de lo que a veces uno quiere o se dispone a decir ó lo que otros quieren decir, o a veces dicen. Vale decir: Nada.
Ahora bien, si estamos de acuerdo en que la comunicación, en sí misma, es simplemente una bella y útil ilusión, imaginá conmigo esto: Sé que bailo contigo esta tarde lluviosa en la obscuridad; cuento con ello. Entonces, imagino que mis frases están entretejidas como los hilos de una gran alfombra, de esas que son voladoras, que vos podrás utilizar o no. Esa es tu decisión, al fin y al cabo creo saber lo que hago. Las construyo minuciosamente como un orfebre, con la paciencia que le pone un relojero a una reparación costosa. Las compongo como las brujas hacen con sus extrañas pociones, hechizos o ungüentos. Son frases que pueden descubrir infinitas posibilidades en vos, o quizás no, son sólo eso, unas frases nacidas en un café de Buenos Aires a las 16:30hs. mientras tomo un café con leche y lo acompaño con dos medialunas de grasa, pero eso es entrar en detalles que de nada sirven, por que lo más importante es que vos sos ya todas esas posibilidades que nombré con anterioridad. Pero el secreto no está en lo que digo, sea lo que sea para cada uno. El secreto está en eso que un amigo llama "palabras transformadoras". O sea, sé lo que hago cuando profiero algo. Lo sé bien. Pero no sé lo que digo, ni me importa, para serles franco. Eso ya es responsabilidad tuya al leer esto.
En este momento sólo me interesa aquello que es imposible de controlar (o al menos para mi). Mi única intención es provocar, aunque sea en una sola persona, un colapso, un silencio, una sonrisa, una alegría, un pensamiento, una duda, una reafirmación de certezas propias que por un momento estuvieron en jaque; provocar una mueca, un gesto de duda. Si al leer, de repente, sentís un silencio, eso abrirá una puerta decisiva en vos para siempre. Eso sólo bastará para que halles la respuesta que, sin saberlo, entraste buscando aquí, se trata de la transmutación. Escribo en este momento para crear silencio. La paz es ese silencio. Esa libertad.
Mucha gente que conozco escribe o quiere hacerlo, suelen preocuparse por expresar exactamente lo que quiere decir. Quisieran ser entendidos. Y esa es una de las principales causas de bloqueo para mi, en esa búsqueda del entendimiento ajeno, se termina perdiendo el mensaje que se desea expresar. Desde este café y en este momento, sepan que yo siempre los animaré a renunciar a eso. Primero porque abandonando ese proceder, siendo en palabras lo que quieren decir, sólo así escribirán.
Sin una escritura sincera no hay reacción. Escribirán, y luego podrán aprender de cómo los demás reciben lo escrito. Segundo porque, sin miedo a lo que el otro vaya a entender, seguramente serán más efectivos en la creación de emociones, aunque no puedan controlar qué emociones creará cada uno para sí mismo al leerles. Y tercero porque es imposible hacerse entender, y preocuparse por un imposible, a mi parecer es absurdo.
Una vez alguien muy pensante, consultado por mi al querer saber como hacía para vivir tan tranquilo, me dijo: "El secreto de mi serenidad es colaborar con lo inevitable". Allí fue cuando me dí cuenta que generalmente al leer las palabras de otro tu alma se proyecta en ellas, adquiriendo mil formas que quizás no hubieses adquirido sin esas palabras, y te hace así mirarte desde un punto de vista nuevo y revelador. Como sucede con todo lo que llamamos "realidad"... ahí está ese misterioso e infinito espejo. "Yo", para vos, soy "tú". Me abandono y me entrego a este escrito. Espero que vos también.