jueves, 17 de octubre de 2024

Callar y que hable el viento…

Se hace difícil leer los labios del silencio,
y contener la respiración ante tu mirada.
Tus manos pequeñas no me sostienen
y me caigo agitando banderas blancas.
Mostrando los dientes digo que muero
por vos y enviudo con tu mirada.
Pasos al costado, lluvia en la ventana,
triunfar es llegar al fin de una ilusión
como aquel viejo y gastado refrán.
 
Un verso voy a escribirte cuando esté triste,
dopando las endorfinas que generan este amor.
Siempre con miedo en el corazón,
el espejo me devuelve una mirada de desesperación.
Cada encuentro sabe a despedida
y entre mis te quiero
y tus nos vemos,
mi futuro se baña en melancolía.
 
En esta noche miles cenando y compartiendo,
afuera, soldados rindiéndose
en esta guerra contra el olvido.
Lágrimas se desparraman
y no sé si vale la pena sufrir por vidas ajenas.
 
Y me pierdo día a día por ahí,
coleccionando todo lo que perdí.
Me bato a duelo los domingos,
sin padrinos, ni pistolas,
mirando lo que el tiempo hizo conmigo
solo, frente al espejo que ladra y muerde.
 
¿Qué dirán los vecinos viéndome
deambular como un zombi borracho?
Si me vieras llorando en los rincones
con tu ausencia abrazándome.
Muerdo el polvo del olvido,
gritando que soy un Cyrano de cartón
que se enreda cada vez que hablan de vos.