martes, 21 de febrero de 2023

Cuando me iba…

We try hide our feeling, 
but we forget our eyes sleak
 
Me duele pensar y recordar en aquel último miércoles, cuando me iba. Un sinfín de imágenes vienen a cada rato a mi cabeza. Tu pequeña mano contenida por la mía. El frío, tal cual lo imaginaba. Era así, era real. Eras vos.
Quizás hubiera sido mejor en una plaza, o mirando al mar. La verdad, creo que nunca hubiera sido mejor, pero fue y eso es lo que es. Y lo que es, más que nada, es tristeza.
Tu cabeza apoyada en mi hombro en aquella estación de servicio, mis tímidos besos aterrizando sobre ella, para evitar el deseo... Para no pensar en esos labios que son imposibles. Ese aliento que tanto deseo, esa siesta que siempre anhelaré.
Adeudo un abrazo interminable que era imposible por las circunstancias y el lugar. Me hubiera encantado fundirme a vos en un eterno abrazo final de despedida, quizás al borde del llanto y no disimulando, como ocurrió.
Mi última tristeza, la que había contraído más recientemente, se remontaba a mi adolescencia y es que para el universo da lo mismo vos o yo... Existe una indiferencia estelar, como la tiene el destino o la naturaleza, que no distingue entre uno y otro y lo que es peor… es inocente. Hoy colecciono una tristeza más para agrandar la colección.
Nuestra última charla, tu boca, mis ganas, el pensamiento acallando al deseo y no a su servicio. No me voy a perdonar jamás, pero espero que vos lo entiendas y comprendas que es lo mejor.
Podría haberte prometido mil cosas, todas envueltas en mentiras y engaños, para sostener un vínculo que nunca sería genuino. Como ya sabemos, los secretos te hacen creer que uno vive una vida diferente. Pero también, creo que la confusión es de los sentimientos más nobles, porque nos permite hallar nuestro propio desatino, nos saca de esa condición en la que podemos controlar todo y nos descubrimos desnudos ante una realidad.
Hacía mucho que no confesaba, ni me sentía enamorado. De algún modo me sentía con una energía que sólo proviene de esa ilusión, de ese engaño autopercibido que es el enamoramiento. No hay manuales de prevención para ello.
El andén de la nostalgia siempre espera a aquella alma sedienta de pasado que en él mismo encuentra un abrigo fructuoso que ampara realidades modernas con sabores pretéritos; más el presente cruel condena realidades venideras y frondosas que otrora no figuraban en cuadernos espiralados, ni en consejos que más que una caricia sabían a desconsuelo y ardor...
Compartir siempre es un acto de generosidad que respeto mucho y creo que eso hicimos en nuestro último encuentro. Entiendo las fotos y alguna mirada. Entiendo el esfuerzo y la risa como recurso… Me hubiera gustado poder ayudar.
Me encanta tu nombre tanto como vos. Me encantó nuestro último día y que me hayas hecho revivir lo que es una familia. Las risas, las caras, el hastío, el pequeño jugando, vos...
Te quiero tanto, me siento un adolescente.