domingo, 4 de diciembre de 2011

Despertares (tarde por cierto)…

¡Hola amigos!. Recién acabo de llegar de un cumpleaños,¿ y saben algo?, aún no sé quién soy. Pero ojo, ese no es el problema, pare serles sincero, eso no me interesa para nada, es decir, saber quién soy. Tampoco me interesa inventar un molde para quedarme tranquilo o quieto… ¿de que serviría?. Vale decir que las definiciones sólo sirven para sentarse y meditar al respecto, empero francamente hoy no estoy para ello. Creo que lo conveniente a partir de ahora sólo es pensar qué quiero hacer, ó mejor dicho, qué estoy haciendo. ¿Es el mundo mejor gracias a mí?; ¿pude cambiar algo en el mundo?; ¿logré labrar un surco en la vida de alguien?. Y no hablo de cosas espectaculares (que de por si, siempre son pequeñas), hablo de las grandes cosas: de nuestra
intimidad, de nuestro rincón, de las cosas que nos unen, de aquellas que de alguna manera nos acercan, ó que nos modifican al menos un granito de arena, apenas imperceptible para muchos, pero vaya que lo es para nosotros. Ese es el principio y el fin de todo, creo yo.
Hace tiempo que no me siento a filosofar frente a la computador y a tener estos soliloquios conmigo, pareciera ser que uno tiene que sumergirse en lo más obscuro del ser (o del alma, como quieran) para poder conversar con uno mismo, es como sucede con un árbol, cuanto más desea elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más vigorosamente tiende sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo obscuro, lo profundo, hacia el mal… agradezco a mi primo el segundo, el menor por esa analogía que me regaló sin saberlo.
¿Cómo nacer si uno en el fondo siente que está muriendo?. ¿Cómo evolucionar si uno se siente completo, pero a la vez siempre siente que algo le falta?. ¿Cómo cambiar “algo” cuando en apariencia y a los ojos de los demás todo vá bien?. ¿Cómo arreglar algo que funciona?. ¿Cómo dar el primer
paso a mitad del camino?. En definitiva: ¿Cómo escribir cuando uno siente que no hay nada que decir?.
Al menos ahora, siento que somos mucho más que ese mundo pequeñito que nuestro cerebro es capaz de imaginar, por muy amplio que sea o por mucho que se haya visto o vivido. Es en vano ponerme a intentar expresar lo que por dentro siento y nadie sabrá interpretar, ó quizás si, tratarán de comprender pero vagamente lo que el corazón grita y la boca calla…
Y si… dá miedo el cambio, la muerte... cuando uno se siente bien (y a la vez no)... da más miedo aún. Pero es simple justificarse a veces porque si nos sentimos mal es fácil comprender que hay algo que no funciona y que, por lo tanto, uno debe permitir el cambio en sí mismo.
Pero guarda, "yo" me sentía muy bien. Completo. Resplandeciente hasta hace un mes atrás y sin embargo me había dormido en mi propio despertar… Resultó ser que la luz que yo veía, el amor que siento, no es un punto llegada, es sólo un punto extraño de partida.
Allí radicaba literalmente el más cruel de mis errores, brotaba burdamente lo más nefasto de mi arrogancia, allí fue cuando por fin me di cuenta que muchas veces (aún en este momento) tuve que crear dolor en mi vida para poder despertarme… Amor y dolor…. así fue como inconscientemente he creado dificultad en lo fácil. Me jugué a nombrar algo antes de tiempo para poder estropearlo. En vez de vivir... me dediqué a pensar.
¡Y mirá como son las cosas!, sin embargo, mediante las palabras que sólo sirven para confundirnos, a través de la ilusoria dificultad, o con el sesgo del pensamiento absurdo... me encuentro hoy en un duelo profundo.
Ayer (y varios días antes) perdí la consciencia varias veces con ayuda del exquisito vino y su panoplia de varietales, y descubrí que cada vez que despertaba, algo se me entregaba o aparecía. Sentía que estaba aprendiendo a un ritmo asombroso, más rápido de lo que aún soy capaz de asimilar… Descubrí que quizás lo que hasta ahora “estaba bien”, en realidad no era del todo así, encontré dolores acallados, sinsabores que no sabía que se encontraban allí, también hallé desolación y frustración a palabras que suenan huecas luego de ser proferidas, pero creo que lo más contundente de todo fue hallarme desnudo allí, solo, en perfecta obscuridad, sin compañía alguna o reconocimiento.

jueves, 27 de octubre de 2011

Ciclos…

¿Qué determina el comienzo y el fin de un ciclo?. ¿Qué define un ciclo en si?. ¿Cómo podemos tener certezas en si de estar envueltos en un ciclo?. Ciclos…
Está de más pretender no sentir esta noche, ¿pero qué más da, si a vos lector te da igual?; o sea, ¿qué te importa si lo que me estoy planteando esta noche tiene un sentido para vos?.
Jamás me cansé de rescatar lo que fue, ¡pero la puta!, ¿qué mierda pasa este año?, ¿por qué tantas pérdidas?.
¿Qué determina el ciclo de vida de una persona?. ¿Cuándo acaba el ciclo de latidos de un corazón?. ¿Cuál es la orden del cerebro para que acabe la infinidad de ciclos del cuerpo?.
¿Será que uno elige partir?, ó ¿será algo súbito e inesperado?. ¿Habrá alguna opción?.
Que año de sustos éste, lleno de sustos y pérdidas de personas…
Y hoy 20 de octubre, ver a mi madre llorando, me partió el alma, llorando por su tía, llorando por que no puede contárselo a su madre de la manera que ella quisiera, no por que no quiera, sino por que no lo entendería… Alzheimer… y la puta madre!!!.
Gritos en silencio que no trascienden más allá de lo que la cabeza repite, bruma que no permite ver más allá de lo que deja ver el alma.
Ciclos de la vida, que no son los mismos que los ciclos del alma…

Ciclos… ¿quién sabe a ciencia cierta que son?.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Velocípedos y esas weas…

Mirando por la ventana, Literio no paraba de preguntarse: ¿por qué se le llama bicicleta a aquel velocípedo?... Debería llamarse biciclo, como ocurre con los que tienen tres ruedas (triciclos) o 4 ruedas (cuatriciclos). Esto ocurría a la vez que apoyado sobre sus brazos en el mostrador del local, veía el incesante tránsito de la avenida. ¡Lo mismo sucedió con la motocicleta!, refunfuñó asustando a un cliente que recién ingresaba. Costó explicarle lo sucedido, ante la mirada atónita del consumidor.
Una vez que atendió al comprador, observó la llegada de su jefa en su ajada bicicleta, luego de saludarla, le comentó en lo que venía pensando, pero su jefa no le dió el interés esperado por Literio y sin pronunciar palabra alguna se fue a tomar un helado sentada en la esquina.
Aburrido, Literio se quedó observando el medio de transporte de su jefa… Se podría mejorar la transmisión de la misma si se cambia la cadena con su piñón y corona, dado que genera una transmisión pulsante y conseguir unas poleas y una correa para eliminar así aquel nefasto movimiento por un desplazamiento continuo.
A pesar de ser las 17hs y del calor típico del verano en Buenos Aires, Literio consiguió dichos elementos y puso manos a la obra a su proyecto, mientras su jefa, dirigía el tránsito con una corneta de cotillón y unos pedazos de palo de escoba pintados con aerosol de color naranja… el tránsito seguía siendo un caos eso si…
Y así fue, nuestro amigo trabajó duro para realizar las modificaciones pertinentes, interrumpiendo apenas su labor para ir al baño y tomar un vaso de agua, hasta que por fin luego de dos horas de trabajo, terminó con su emprendimiento. Ahora hay que probarlo pensó. Pero no podía llevarse la bicicleta de su jefa y abandonar el puesto de trabajo. Para asegurarse, se asomó a la puerta del negocio para mirar donde se encontraba su jefa y quedó como clavado cuando advirtió que ella estaba escribiendo su nombre en las paredes de un valdío con el mismo aerosol con el que había pintado el palo de escoba cortado en dos, los cuales ahora se encontraban tirados en medio de la avenida al igual que la corneta de cotillón, siendo estos elementos apenas esquivados por los autos.
-¡¡¡¡Jefa!!!!, ¡¡¡¡Jefa!!!!, eso vá a producir un accidente, gritó Literio mientras recogía las cosas tiradas en la avenida. Pero su jefa estaba muy ocupada y no parecía tener tiempo suficiente para prestarle atención.
Después de un rato la jefa volvió y se llevó la bicicleta dándole estrictas ordenes de cómo debía cerrar el local.
Literio pudo observar como su creación funcionó de maravilla, hasta que dos cuadras después la jefa dejó tirada la bicicleta y se tomó un taxi. Y es que con gente así uno nunca sabe que puede llegar a pasar…

miércoles, 22 de junio de 2011

Milagros VI…

-¿Qué hora es?. Dije mientras todo era borroso.
-Son las siete de la mañana. Me respondió
-¿Qué hacés?. Pregunté.
-Nada, estuve mirándote y escuchándote roncar… roncás fuerte a veces ¡eh!.
Quisiera saber la razón y el por que se me vino a la cabeza Milagros en ese momento… lo cierto era que nunca entendí como llegué a la casa de Marcela, ni que hacíamos durmiendo juntos, pero por respeto y para evitar pedir detalles, preferí llamarme al silencio.
-Negra, me baño a las apuradas y salgo cagando que tengo que laburar, le dije, mientras pensaba: “menos mal que los Lunes entro un poco más tarde”. Me bañé lo más rápido posible, pasé por casa, agarré un traje, una camisa, hice el nudo de la corbata y salí veloz al trabajo… por suerte logré llegar a horario…
Los calores de Marzo se hacen sentir, máxime cuando uno lleva traje encima, pero ese medio día se me dió por ir al Parque Avellaneda a pasear, a despejame un poco, revivir rincones y momentos con tintes lejanos que me hicieron crecer en tiempos pasado pero no muy distante si me pongo a pensar un poco. Encontré en un banco una inscripción que hacía tiempo había grabado allí y que aún podía ser leída con un poco de voluntad, caminé por aquellos senderos serpenteantes en los cuales solía perderme en viejos tiempos libres entre taller y teoría (cuando no me quedaba en la esquina de Av. Directorio y Lacarra comiendo con el Tony). Todo estaba allí… igual que siempre… pero distinto a la vez.
Atendí el llamado de las vías y fieles a ellas, seguí su trazado sobre el parque, caminando, mis pasos respetaban la distancia que había entre durmiente y durmiente, gozando de ciertas sombras brindadas por la arboleda y haciendo algún que otro pase a los chicos que se le iba la pelota. Pece a eso, el calor era implacable (algo que no puedo cambiar es mi baja tolerancia a las temperaturas altas), hasta que de repente fuí llegando a la estación Onelli, lugar donde varias noches sirvió de refugio y sitio de esparcimiento. Al acercarme, noté una figura conocida; fiel a mi estilo atiné a acercarme… hasta que me paralicé… sentada en uno de los bancos de aquella simulada estación, se encontraba Milagros.
Pensé en dar media vuelta y volver por donde vine, pero a esa altura creo que ella ya me había visto y como un idiota seguí caminando.
-Hola. Dije.
-¿Qué hacés acá?. Respondió.
-Eso debería preguntarte yo… es más probable que yo esté acá a que vos lo estés. Le dije.
-Tenés razón, es que siempre quise venir a conocer este lugar… vos siempre hablabas de él y bueno… hoy vine… me dijo, a la vez que acotó. ¿Qué hacés vestido así?.
-¿Así cómo?. Respondí.
-Así, con traje, nunca te ví vestido de esa manera.
-Es que salí del trabajo… trabajo acá cerca y no sé como llegué acá. Creeme que no pasa nunca esto. Le dije.
-Si te creo, de hecho es la primera vez que vengo a este lugar. Profirió.
-De noche es mejor, de día es horrible… bah… no es lo mismo… ¿Podés creer que casualmente hoy te recordé?, después de mucho tiempo.
-A mi me pasó algo igual, por eso estoy acá. Respondió cortante.
-¿No deberías estar en Aeroparque trabajando?. Interrogué.
-Hoy me tocó franco. Fue su escueta respuesta.
-Cierto, vos no sabés lo que es un fin de semana… respondí irónicamente mientras agregué… ¿qué venís a buscar acá?; es decir, sabés que corrías el riesgo de que nos podíamos llegar a cruzar.
-No, por cierto la idea no era esa. Creo que vine a ver que onda con este lugar, vos siempre me lo pintaste como un lugar copado y la verdad que nada que ver. Dijo de manera implacable.
-De noche Milagros… de noche es mejor. De todas maneras de noche tampoco sería un lugar como para vos… vos estás para más. Respondí un poco avergonzado.
-Claro, siempre me mediste por mi clase social, o por mis ingresos y nunca como persona; ¿te das cuenta que nunca vas a cambiar?.
A esta altura el calor y la situación me estaban agobiando demasiado, ella nunca iba a entender lo que yo siempre pensé de ella y en vano sería ponerme a explicarlo por que no me escucharía. Dentro mío había un mix de emociones que
ni yo entendía del todo, pero claramente, no quería escarbar en ellas demasiado tampoco. Los segundos pasaban y no me brotaban las palabras para pedirle perdón, o mejor dicho, para decirle que la quería, pero que no la amaba… lo único que se me ocurrió decirle fue:
-Leí tu carta… mejor dicho, las hojas que me diste la última vez.
-¿Hojas?. Fue una carta Roberto. Su tono marcaba su decepción.
-Si, una carta, la leí, después de correr algunas hojas que se llevó el viento esa tarde. Atiné a decir.
-Bueno, me alegro, es una lástima que no haya servido de nada… pero ¿qué se puede esperar de alguien como vos?. Respondió con total indignación.
Agaché la cabeza, con un gran sentimiento de culpa, yo jamás le guardé rencor a aquella persona que me había sacado más de una sonrisa.
-Mirá Milagros…
-No Roberto, no digas nada, es al pedo. Me dijo. Se hizo un gran silencio y propinó: Mejor me voy, evidentemente elegí un mal día para venir acá, ojalá que todo esté bien para vos, a mi manera siempre te deseé lo mejor.
Se levanto del banco y camino para su auto.
-Esperá. Le dije. Odio esta ciudad gris… tenemos que olvidar algunas cosas.
Miré sus ojos y no pude evitar decirle… ¿Te parece bien vernos un día de estos?.
-No sé Ro, no sé si quiero verte y hablar con vos. Tartamudeó.
-Bueno estamos hablando ahora de hecho, pero si querés que nos veamos y charlemos un rato llamame a mi celular, creo que sería algo bueno para aclarar algunas cosas y mejorar otras tantas. Proferí.
-Vamos a ver que pasa, no te prometo nada, tengo cosas que hacer, igual lo voy a pensar. Chau.
Se despidió cortantemente a la vez que subía a su auto (lo había cambiado).
Atiné a responder su saludo con un gesto mientras miraba como se iba…

jueves, 19 de mayo de 2011

Tres Picos…

Cuna madre de las cúspides
de los puertos de mi alma.
Imponente figura yace
erguida en mi provincia
abriéndose paso en Ventania.

Por el claro del bosque,
sendas ilustres de inexorables destinos
pretenderán amigo mío confundirte
con quebradas, rocas y arroyos.

Peñón donde el corazón
pretende amarrar.
Con dirección a la cruz del sur
por tierra difícil te será llegar.
Águilas Moras tus cumbres custodian,
a tu lado te acompaña el Napostá.

Con paciencia de remero
empiezan a sangrar mis pies;
una barca servirá de guía a la cima,
tiritando una frase que jamás diré.
A la vuelta de una herida que no duerme
Cerro Tres Picos, allí te encontraré.

sábado, 30 de abril de 2011

Cuando te ibas (en tiempo pasado)…

Cuando más aprendes, es al enfrentar a un oponente que te pueda ganar

Richard Bach.



Ayer cuando te ibas, hubiese querido permanecer abrazado a vos, aunque sea un rato más, hubiese deseado que no te marcharas o hubiera marchado contigo, para no estar contando las horas de tu regreso, que sé no sucederá jamás. Para no encontrarme tan solo y tan vacío, hundiéndome en obscuros abismos donde confluyen el mar de la desesperanza y el mar de la soledad.
Ayer cuando te fuiste, ese loco alegre que vos conocés enfermó de tristeza en el andén de la estación despedida. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Aun así, con su mirada empañada y su corazón en llanta, emprendió un largo camino desconocido y con destino incierto.
Si no te hubieses ido, hoy no estaría inquieto e impaciente. Navegando en un océano de torpezas, donde nada pero nada me alegra. Estas cuatro paredes son testigos fieles de mi insoportable soledad, son como barrotes de prisión, que no dejan escapar tanto amor guardado, tanto amor sincero esperando brotar.
Ayer cuando te ibas, te llevaste contigo mi brújula, y hoy no tengo otro camino más que aquel que me lleva de casa a la facultad.
Ayer cuando te fuiste, borraste del mapa a mi ciudad, me siento solo y perdido, busco algo y no puedo hallarlo, no puedo ubicarme por ningún lugar, doy vueltas en círculo, me hallo para volverme a perder, gasto suelas caminando hacia la nada y aquel pensamiento recurrente susurra...
Que linda fue la forma de despedirte, diciéndote adiós, a el te confío, en el te guardo en el obscuro día del adiós cuando te ibas.

En este sábado gris en el cual me encuentro enfermo tras varios días, decidí colgar una que estaba arrumbada en una vieja carpeta de mi PC y que redescubrí esta tarde. Ojalá les plazca.

miércoles, 13 de abril de 2011

Arroyo Ventana…

Del Ventana al Sauce Chico
hacia el sur navegan sentimientos,
pluvial impronta, sereno tu caudal.
Zigzagueante belleza escondida por momentos
y revelada por Sol y Luna tras cada lluvia.

Pintorescas sierras marcan tu andar,
bajo el Destierro Primero
tu sabes hacerte notar.
En tus orillas la calma supe encontrar
cuando mis pies confuindiéronse
con tu agua y fragilidad.

Querido Arroyo Ventana
nos encontramos una vez más.
Querido Arroyo Ventana
a tu vera me puse a soñar.

Tuve la suerte de no encontrate dormido,
temeroso de en tu correntada naufragar;
ya no temo a lo que venga,
compartiremos una noche más.
Se despereza la esperanza de a tu lado
una nueva vida comenzar,
se despabila la idea que lejanas tormentas
no sepan nuestra unión derrumbar.

Querido Arroyo Ventana,
Percas y Truchas te acompañarán.
Querido Arroyo Ventana
de ti ya no me quiero alejar.

jueves, 31 de marzo de 2011

Nocturno...

En su reflexión habitual de cada noche, se dispuso a escuchar a Chopin, y desempolvó aquel ajado libro de bitácoras con el objeto de encontrar en él la solución al hastío, esperando de una vez, la llegada del sueño que siempre se resiste a asistir. Procedió temeroso pero a la vez intrigado, arrellanado en su sillón, con la certeza de tener los cigarrillos a mano y aquella botella con su elíxir favorito cerca de aquel vaso que lo acompañaba en el escritorio.
Sopló la cubierta, tomó un trago y abrió más o menos por la mitad a aquel libro, se dejó atrapar casi de inmediato y sin resistencia en la sucesión de letras ordenadas y a veces desordenadas, se abrió el cielo de aquella noche, Chopin no paraba de tocar, de repente un relato resaltó del resto, un relato que hablaba de un naufragio en aquel escote del cual casi ni recordaba, otro de una tempestad desatada tras aquella mirada, y él, expectante, pasó de la sonrisa al llanto, del cigarrillo al whisky… encontró cenizas e inseguridades, también encontró varios “yo sé” cuando en realidad no sabía nada, trastabilló con un recuerdo de teclas gastadas, de risas acompañadas de la mezcla de esas obscuras bebidas, también había un par de recetas en tiempo pasado de cómo estar mejor cuando todo estaba mal… y claro… de eso se trata, de lo antiguo, cuando uno relee un libro de bitácoras, pero en el momento de llenar al mismo no es el pasado, sino el presente documentando lo sucedido para su análisis en el futuro.
Recuperó luces y reflejos perdidos por el paso del tiempo, relatos de humedades y sabores exóticos, de exploraciones a lugares desconocidos y hoy por hoy tan conocidos que hasta él mismo podría perderse si se confía. También había besos con fecha de vencimiento, ásperas caricias, llantos desconsolados, sal, pétalos y flores, cristales, lluvias inolvidables, desfilaban platos rotos, alfileres y huellas en el barro, densos recreos, andenes vacíos y vías que no llevaban a ningún lugar; leyó sobre tormentas, sierras y arena, pólvora mojada, ramas sin fuerza, nubes grises, pizarrones cargados de fórmulas y dibujos, encontró pensares y estrategias jamás usadas, poesías sin títulos, un zorro estepario y hasta un recuerdo que no debía estar allí… la noche pasaba al igual que los cigarrillos en su boca. Un pequeño receso para ir al baño interrumpió aquella catarata de datos, imágenes, signos, información y recuerdos.
Trajo consigo al volver al sillón la predisposición a no hacer nada, a ahogarse en todas esas vivencias, a vestirse de sombra, alejarse de sueños, esperanzas y amores; meterse algunas alegrías en el bolsillo para usarlas en tiempos mejores; para cuando pensaba eso, la noche se iba temblando, el rocío hacía difusa la mirada y Chopin ya no tocaba más el piano… de aquella botella sólo quedaban los restos y de aquel atado de cigarrillos casi nuevo quedaban algunos sobrevivientes.
En vano comenzar a escribir una fé de erratas o hacer borrones y tachaduras en lo escrito en el pasado cuando el presente es aún más confuso y trae consigo un frasco cuyo contenido aún no es descifrable del todo, pero aquel libro le trajo recuerdos varios, de los más sentidos y alegres.
Pero no le pudo traer las sensaciones que vivió en aquellos tiempos documentado en renglones con tinta y acompañadas de alguna que otra foto.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Soy…

Soy el que te espera cada noche,
soy el que verte siempre ansía.
Soy el que viendo las estrellas
tus ojos iluminados imagina.

Soy quien se ampara en la soledad
al no tenerte o saberte encontrar.
Soy aquel que se pregunta cada noche:
¿de qué me sirve tanta sabiduría
si para enamorarte no la sé utilizar?.

Soy una estrella perdida en el universo.
Soy el secreto oculto en tu conciencia.
Soy aquella brisa helada que sentiste
esa tarde cuando te abrazó la tristeza.
Soy el misterio que tiene nombre,
soy ese conocido que no conoces.

Soy las letras que a los silencios le da vida;
soy imagen mentirosa reflejada.
Soy quien espera inquieto y con ansias
ese abrazo imposible que no se concretará.

Soy tantas cosas y a la vez nada,
soy un río profundo y sin orillas
donde te recomendaría nunca pescar.
Soy estas palabras sutilmente embellecidas,
soy quien pone en tus labios estas dulces rimas,
soy el beso que suaviza tus heridas,
soy quien te escribe esta poesía.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Sólo tenía 17…

Ella sólo tenía 17 y sin dudas era la belleza más impresionante del lugar, en realidad lo era para mi, pero ¿quién más importa en este caso?; la hermosura de sus ojos nunca me dejaron de hipnotizar y eso era doblemente terrible dado que no podía dejar de mirarlos y nunca pude sacarme esa mirada de mi cabeza, aún hoy los recuerdos como si fuese esa noche.
Esa noche la recuerdo muy bien, no por lo espectacular del cielo y aquel sin fin de perlas que de él suspendían, sino por como comenzó todo. Escoltado por mis dos fieles escuderos Darío y Jorge, llegamos a aquella esquina; Verónica vio con agrado nuestro arribo y enseguida salió a nuestro encuentro para saludarnos. Había una alegría indisimulable en la cara de mi amiga al verme, sus sonrisa era de oreja a oreja. Fiel al hábito protocolar de todo encuentro comenzamos una charla que abarcó una infinidad de temas que la verdad, al día de hoy no recuerdo bien, aunque creo que no sumaría nada a esta suerte de relato que estoy haciendo o intentando por lo menos.
La charla fue interrumpida por la llegada de aquel estruendoso y falso tren que pasaba del asfalto al empedrado que hay en esa parte de la Av. Rivadavia para estacionar. Un montón de personas saltaban y gritaban al son de la música reinante en aquel vagón, había muchas personas, hasta que en un momento se abrió un claro entre ellas, y ahí apareció ella, vestida de hada.
No podía salir de mi asombro al verla vestida de esa manera, cada movimiento, cada gesto, sus piernas, eran las mejores piernas del lugar, no terminé de pensar eso que saltó de ese vagón y comenzó a correr, cuando pude advertilo ya estaba saltando a mis brazos… les juro que no me dio tiempo de saludarla, selló aquel momento, quizás con el beso más hermoso y largo que me dieron en mi vida.
Esa noche fue especial, más allá de las bebidas y el baile, la pasamos de lo más bien, anoté en el cuaderno de bitácoras aquellos besos que guardaba y supe darle, los abrazos interminables que no se querían acabar, y el recuerdo de la etapa más feliz de mi vida, llena de vértigos y misterios por descubrir…
Después llegaron los inviernos cabizbajos, las tardes lerdas que no querían irse, desfiles incesantes de caprichos, alfileres que no podían sostener algunas situaciones, tropiezos y supersticiones, reproches que hablaban de más, ocupaciones varias y falta de tiempo, alguna que otra caricia de manos suaves, pero el final sería el mismo con ella como con las demás… es difícil ayudar a crecer a alguien que no quiere.
Ella tenía 17 y yo también.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Navegante…

Te espera sin querer hacerlo.
Te busca sin ánimo de encontrarte,
te llama para hablar de nada,
te piensa sin decir tu nombre.

Se aleja de tu puerto de aguas calmas,
es el navegante que navega
en aguas densas y opacas.
Dime la verdad sin endulzarla;
¿acaso crees que haya esperanzas?.

Callando todo lo que no dice,
profiriendo lo que se le ocurre,
un pensamiento rompe el silencio
en las aguas sucias que envenenan las almas,
un pensamiento terrible, quizás no lo quieras.
Le canta una canción a Neptuno,
y le escribe poesías a la Luna.
No existe hombre de mar
que no se pueda ahogar.

No hay nada que explicar,
no hay nada que entender,
hoy la azul luz de aquel faro
marca el destino del navegante
que con dubitativas manos,
timonea a su navío.
De la carta al timón,
al revés la corrección,
y es que el que ha naufragado
teme al mar aún cuando está calmo.

El tiempo y la marea ni se paran ni esperan,
en calma de mar no cree, por sereno que lo vea.
Mejor navega el que tiene buen viento
que quien rema con mucho aliento,
sabe que la mar y la mujer
de lejos se han de ver.

Llenando el mar, con sus lágrimas de pena,
el navegante recordará aquella apuesta
de amor que uno de los dos perdió.
¿Por qué pasaste a lo lejos y no amarraste tu barco?
Piensa el navegante cuando te recuerda a vos.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Cocoteros, Cacatúas y bolitas lecheras…

La jefa a veces es incapaz de evaluar los riesgos, pensaba Literio, al verla a ella jugando al pie de un cocotero con una Cacatúa y una bolita de vidrio, de esas denominas “lecheras” por su color blanco el cual se combinaba con distintos matices de verdes, naranjas y rojos.
Alarmado ante este cuadro, Literio determinó la altura del árbol y la curva que describía el tronco del mismo, pero claro, eso no era lo que más le incomodaba, en la cima se hallaban diez hermosos cocos, grandes, relucientes, maduros, que lo incomodaban en demasía… tanto que comenzó a pensar que esos cocos podrían caer todos juntos, o de a uno, o solamente uno en la cabeza de su jefa.
Por eso mientras la jefa corría en rededor del tronco persiguiendo a la Cacatúa, Literio se dedicaba a realizar cálculos probabilísticos, tomando todo tipo de sucesos y llegó a la determinación de que al menos un coco podría caerle en la cabeza a su jefa mientras ésta estuviese divirtiéndose allí. Es por ello que pensó en advertile a su jefa del riesgo que suponía su presencia debajo del cocotero, pero conociéndola, sabía que no le iba a prestar atención.
Inmediatamente se fue corriendo al hospital más cercano y pidió la lista de aquellos médicos especializados en traumatismos y los marcó con resaltador, acto seguido recorrió las instalaciones y al corroborar que todo estaba bien para la atención de su jefa (en caso de un accidente), decidió retornar a donde ella estaba, es decir debajo de aquel cocotero, con la Cacatúa y la bolita lechera.
Mientras llegaba resolvió un ejercicio de caída libre para determinar con que velocidad y fuerza caería el coco sobre su jefa, a la vez que pensaba que en la Cacatúa sería igual estando ella en tierra o menos si ésta estaría volando… poca importancia le dio a la bolita lechera, eso si...
Cuando llegó al sitio todo era un caos, la Cacatúa ya se había volado, la bolita lechera era usada por unos niños que estaban jugando con ella y la jefa estaba colgada del cocotero con unos larga vistas intentado ver las costas de Colonia del Sacramento y quejándose por que quería comer waffles con dulce de leche.

miércoles, 19 de enero de 2011

Te ví…

Esta noche te ví, pero no era como en la canción de Fito que juntabas margaritas del mantel, no, claro que no; te ví en varios recuerdos de los más hermosos que atesoro para contarles a la posteridad, también te ví en ese huequito que lleva tu nombre en mi corazón, ví tu nombre escrito a fuego en esa lista de gente importante que dejaron su huella en mi existencia… aunque no lo creas te ví.
Te ví al lado mío en un viaje que nunca vamos a hacer, te ví cocinando un pastel de papa mientras yo descorchaba un Shiraz-Bonarda; en verdad estabas ahí ayudándome a subir ese cerro que dejo pendiente para hacerlo contigo o a lo mejor sin darme cuenta también te ví escondida en este escrito que no lleva tu nombre, sino sólo lo que ví esta noche.
Te ví, no me digas que no estabas allí, cuando me recibí, o la semana pasada cuando estaba dibujando en el pizarrón para que los chicos entendieran mejor de las cosas de las que estaba hablando… te sentí yo sé que estabas ahí, en aquella foto que saqué a aquel atardecer donde el Sol se despedía desde el abra de la ventana con la promesa de volver al día siguiente.
Te encontré, después de mucho tiempo te encontré en un solo de guitarra que me perforaba el alma; o en aquellos mates al costado de la autopista, debajo de ese avión que homenajea a los pioneros aviadores de la capital… no lo niegues, me cebaste unos cuantos mates mientras mi mirada se perdía en la sucesión hipnótica de líneas discontinuas que separa cada carril. También te ví en aquella sombra indescriptible en esa noche lluviosa luego de hablar contigo por la pc y una tarde de domingo mientras estaba abocado a la corrección de láminas de dibujo técnico.
Voy a confesarlo, te ví esta mañana ayudándome a elegir el color de mi corbata para que combine con la camisa que me puse, también estabas ahí cuando emprolijaste el nudo de la misma, te hallé en dos o tres versos que no tienen nombre y que por estúpido olvidé en una hoja de papel en el colectivo.
No deja de darme bronca el hecho de que esto no sea del todo cierto, que no pueda concretarse de forma alguna… sería tan lindo…
Puedo jurarte que te ví, aunque no estabas allí…