La habilidad que tengo es la de juntarme con gente de verdad (a veces fallo bastante) pero por lo general es así, los resultados son la consecuencia de ello, siempre fue un riesgo a asumir. Visito frecuentemente al pasado, el Domingo pasado tuve una de esas noches de repaso con Germán, más emparentado a una charla que a otra cosa, eso si, ambos siempre con el barco por debajo de la línea de flotación, a esta altura es algo común y pocas veces le damos importancia a ese pequeño detalle.
La contundencia estuvo dada en ese viejo cuento que profiere que “menos es más” y fuimos derivando durante toda la noche con un Callia escuchando aquella charla y con el buzo de DT puesto. Son esas noche donde ambos agregamos un poco de aire a la rutina, acudimos a aquel inflador moral y psicológico, proyectamos cosas a futuro (a veces bastante distantes), comentamos sobre las ansias de concretar los estudios, pero no detenerse allí, seguir adelante con otras cosas, lograr que no pierda aire este sainete.
Hay una suerte de elegancia que viste nuestro envejecer, ya no consideramos como importante la cacería sino que ahora la importancia está dada en la captura fruto de la misma. Y es bueno verlo ahora a la distancia, es decir, fui un garabato durante mucho tiempo y mis amigos fueron los mejores terapeutas durante ese largo período, ellos me ayudaron a entender que a veces no había que poner el pecho y pelear para ganar, pero también juntos fuimos poniéndonos la armadura y nos bancamos crecer sn posibilidad de poner piloto automático, siempre improvisando, qizás a veces no tanto, aunque los resultados no están muy a la vista, las medallas o trofeos que supimos conseguir son sólo nuestros, y eso nadie nos lo quitará.
Parte de mi ADN es mi amigo Germán y a él le estoy agradecido en muchos aspectos, por acompañarme en este viaje, por calcular ejercicios juntos, por la ayuda desinteresada, por que es una de las pocas personas que no compite y eso lo hace grande, y hoy acá estamos definitivamente retirado de la impostura rockera con cara de malo, pero manteniendo ese sentimiento por dentro, y esa noche miramos con largavistas tiempos de Heavy Metal, de rallyes adolescentes, de horas de componer música, de jornadas enteras de derrapes sin dormir, de autos que nos dejaban tirados en San Telmo, de pan dulces tirados desde aquel noveno piso y que casi mata a Nicolás que intentaba atraparlo cual arquero, de encuentros en ese bar de Lugano, de noches de insomnio y charlas feroces por radio, de poesías incompletas (o poco completas) de amores que naufragaron para nunca volver, de discusiones de política, de economía y de Perón, de nuestros proyectos abocados a la educación, de personas que no vimos más y de escabios que en vez de asesinar, curaban heridas que sangraban a más no poder.
Canilla libre de repertorio fue la premisa y “El Rifle” siempre irrumpe como francotirador autorizado y dispara con certeza en el blanco a la hora de preguntar y más allá de sus adornos discursivos, te hace crecer, cada conversación con él te hace crecer… Lastima que las noches se están volviendo más cortas…
Vimos la hora y era tardísimo, nos dimos un abrazo, acomodé todo así nomás y acá nadie vio nada....
Vaya este pequeño homenaje a vos amigo.