El amor y la poesía son
vecinas, a veces comparten el tendedero de la ropa, por eso, frente al agotador
atletismo de la alegría, la tristeza tiene un delicado cansancio. Uno comienza
a ir cicatrizando viejas heridas y lo hace sin pasar facturas, haciéndose cargo
de los que nos toca.
Nunca tuve la virtud de la belleza y quise compensarlo con la palabra, pero jamás funciona así, aunque Platón compare a la belleza con la palabra, la realidad es que cada uno lidia con las penas escribiendo poesía, tocando el piano o la guitarra, batiendo récords propios, o intentando ser lo mejor que le sale en su trabajo, o relaciones.
Por eso es que no quiero vivir en el país de las maravillas, hace rato lo tengo claro cuando hablo con la almohada, una suerte de charla exitosa con gusto a fracaso, que se torna como una brújula sin aguja, vas quedando desorientado y buscando un camino, pero yendo hacia adelante… la vida es una avenida de una única mano y dirección.
Y así, con el tiempo entendí que no es lo que soy, es quién soy. Un reflejo un poco pálido.
Hay gente que sólo existe y otras que viven. Entre esa gente ¿Cuál preferís ser?
Nunca tuve la virtud de la belleza y quise compensarlo con la palabra, pero jamás funciona así, aunque Platón compare a la belleza con la palabra, la realidad es que cada uno lidia con las penas escribiendo poesía, tocando el piano o la guitarra, batiendo récords propios, o intentando ser lo mejor que le sale en su trabajo, o relaciones.
Por eso es que no quiero vivir en el país de las maravillas, hace rato lo tengo claro cuando hablo con la almohada, una suerte de charla exitosa con gusto a fracaso, que se torna como una brújula sin aguja, vas quedando desorientado y buscando un camino, pero yendo hacia adelante… la vida es una avenida de una única mano y dirección.
Y así, con el tiempo entendí que no es lo que soy, es quién soy. Un reflejo un poco pálido.
Hay gente que sólo existe y otras que viven. Entre esa gente ¿Cuál preferís ser?