miércoles, 16 de febrero de 2011

Navegante…

Te espera sin querer hacerlo.
Te busca sin ánimo de encontrarte,
te llama para hablar de nada,
te piensa sin decir tu nombre.

Se aleja de tu puerto de aguas calmas,
es el navegante que navega
en aguas densas y opacas.
Dime la verdad sin endulzarla;
¿acaso crees que haya esperanzas?.

Callando todo lo que no dice,
profiriendo lo que se le ocurre,
un pensamiento rompe el silencio
en las aguas sucias que envenenan las almas,
un pensamiento terrible, quizás no lo quieras.
Le canta una canción a Neptuno,
y le escribe poesías a la Luna.
No existe hombre de mar
que no se pueda ahogar.

No hay nada que explicar,
no hay nada que entender,
hoy la azul luz de aquel faro
marca el destino del navegante
que con dubitativas manos,
timonea a su navío.
De la carta al timón,
al revés la corrección,
y es que el que ha naufragado
teme al mar aún cuando está calmo.

El tiempo y la marea ni se paran ni esperan,
en calma de mar no cree, por sereno que lo vea.
Mejor navega el que tiene buen viento
que quien rema con mucho aliento,
sabe que la mar y la mujer
de lejos se han de ver.

Llenando el mar, con sus lágrimas de pena,
el navegante recordará aquella apuesta
de amor que uno de los dos perdió.
¿Por qué pasaste a lo lejos y no amarraste tu barco?
Piensa el navegante cuando te recuerda a vos.