¿Para qué escribir?,
se pregunta siempre el náufrago
que mete su esperanza en una botella
sabiendo que no hay
nadie ni nada más allá de la mar.
Una extravagante sensación,
fusión, náufrago, isla y mar.
Extraño mensaje el que envía,
suerte de misteriosa apuesta a la vida,
con la esperanza que aquella
persona indicada la reciba,
no más melancolía,
no más naufragar en la vida.
En los recuerdo el naufragio,
en el futuro la esperanza,
en el presente sobrevivir.
Seguí las estrellas del Egeo,
esperanza mentirosa de allí encontrarte,
más jamás te hallé, y en tu lugar,
cruel y desgarrante, aquel temporal.
Perdí mi barco, con su oro dentro,
también perdí los anillos de tu amor.
Renegando de la vocación del solitario,
me hallo en la impaciencia,
de todos los amantes que han fracasado.
Ya lejos quedaran las horas de tristeza,
tierra firme busca la mirada
quebrada por el naufragio en los mares de tu amor.