Seguí colgado con la historia del faro che, debe ser re loco ir en un barco, en esas noches de tormenta (o no) y ver la luz del faro, guiando al lobo de mar hacia tierra firme o un buen puerto, a veces sueño con ese faro que algún día me guíe, también sueño con ponerle nombre a mi barco en algún momento, o sin ir más lejos encontrar a un timonel. Lo cierto es que el que escribe aquí soy yo y no quiero hablar de eso, al menos no en ésta vuelta. Les voy a contar una historia, bah, es verdad, no es un cuento, pero en fin, ustedes juzgarán.
A veces es inevitable pensar, leer, escuchar, mirar las historias que las personas tienen para contar y es re loco que a veces le pase a aquellas personas lo mismo, sin conocerse, sin saber una de otra y aquí va la primera coincidencia ayer llovió en Roma y en Viedma, casi al unísono, casi preparado, “casi”, nos dice a menudo el destino.
En Roma, Sara con 30 años y un sinfín de sueños ahogados y de ganas de vivir un amor de verdad, con ganas de enamorarse; en Viedma, Andrea, con un poco más de edad, y esperando exactamente lo mismo que alguien espera en Roma. Por otro lado estoy yo, que les cuento de ésto, aunque los nombres sean verídicos y las personas existan, no me voy a poner a dar más data de ellas, ya que de nada sirve, no suma, no resta…
Culturas, países, idiomas diferentes, problemáticas iguales y eso me recuerda que somos humanos, que sufrimos lo mismo, que sentimos igual (no tanto en algunos casos) y eso nos lleva a la segunda coincidencia.
“a volte il sentimenti e l'amore dipenderà di il incontro”
Y quizás la tercera coincidencia, es que a mí me pasa exactamente lo mismo…