miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fin (¿?) de año…

Mientras los vecinos se abarrotaban en las terrazas a gritar y tirar fuegos de artificios, mi mirada quedó clavada con rumbo sudoeste observando el cada vez más pobre espectáculo de pólvora iluminando el cielo y aumentando la entropía del universo, mientras las copas rechinaban quejándose de tanto brindis, la música resonaba tan fuerte que el Nivel de Presión Sonora estaba muy por encima de los 85dB saludables (o no tanto) que una persona puede admitir.
Con mi copa de champagne, sentado en el tanque de agua, me quedé un segundo pensando en lo que fue este año… ya sabrán ustedes como son esos momento, parece inevitable no hacer un pequeño balance de cómo fueron las cosas, el tema es que ese balance no se prolongue en tiempo y forma, sino ahí si que cagaste la fruta. La verdad que no pude definir como quedaron las cosas en la balanza, a decir verdad tampoco ahora lo sé muy bien. Este año tuvo cosas poderosísimas, muchos adioses, un título bajo el brazo, el regreso en forma de demanda de un accidente pasado, la ilusión apostando a realizar un viejo sueño, varios escombros e incendios, la esperanza de ir a las sierras en este verano, las ganas locas de volverle/te a hablar y explicarle algunas cosas y la esperanza que este bicentenario sea mucho mejor con todo lo nuevo que está por venir.
Le apuesto un pleno a estos días a estrenar, rogando que no se cumpla eso de año nuevo, infierno nuevo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Juego de palabras (con los amigos)…

El estudiar nunca le alcanzará.
Olvidarte es morir.
El dinero no dá la felicidad.
Si usa un celular, está sometido a ondas electromagnéticas.
Ser objetivo es una medida de la pérdida de fé.
Los celos son síntoma de inseguridad.
Si usted sabe demasiado, será envidiado.
Ser sincero enmudece la verdad.
Para los sueños y los deseos el único límite es el cielo.
Respirar oxida.
Fumar trae cáncer.
Todo extremo es malo.
Comer queso trae colesterol.
Los sueños son reflejos del inconciente.
Si maneja, aumenta la entropía del universo.
Amar trae SIDA.
El meo mata.
Respirar poluciona los pulmones.
Hacer deportes aumenta el tamaño del corazón: riesgo de infarto.
Todo accidente es evitable.
Mirar envejece el nervio óptico.
Lo dulce dá caries.
El alcohol reduce al hígado.
Todo lo que le guste terminará matándolo.
La belleza dá pesadillas.
Lo que no te mata te hace más fuerte.

Nota: esto es el resultado del método de asociación libre que practicamos de forma escrita al comienzo del otoño con mis amigos Germán y el Tony.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Milagros V…


Me llamó temprano, tipo 9 hs. diciéndome que tenía ganas de verme, fijó al Paseo la Plaza como punto de encuentro. La verdad es que nunca supe como decirle que no tenía ganas. A las 17 hs. puntual, estuve en el lugar, ella llegó con su auto y me subí, para variar fuimos a parar a Aeroparque…

-Hoy no dijiste más de diez palabras. Me dijo.

-Es que no quiero arruinar el momento, respondí.

-Siento últimamente que te estás despidiendo. Dijo con firmeza.

Jamás pude responderle, noté que su cara iba cambiando de forma acelerada, ¿pero qué podías hacer?, yo estaba pensando otras cosas.

-La verdad que lo tuyo es increíble, me dijo y agregó: no puedo creer como alguien como vos arruine lo que tanto espera… todo lo que tocás lo destruís nene.

-¿Qué pasa?, le dije de corazón.

-Eso pasa, todo lo que tocás lo destruís. Tus relaciones, tus sueños, tus amistades, tus proyectos, tu vida, todo destruís… ¿querés destruirme a mi también?.

-¿Qué pasa?, fue lo único que se me ocurrió decir.

-Eso pasa, que todo lo que hacés está mal, tu eterna lucha con la melancolía, tu forma de actuar y de proceder. ¿No te das cuenta qué está mal?. ¿Nunca pensaste qué si estás así es por vos?. Hace rato que quiero que te des cuenta que me importás, pero al parecer a vos te da igual, total, la vida sigue para vos, mañana vas a sufrir de vuelta y el círculo vicioso en el que vivís va a estar igual, de la depresión al insomnio, del insomnio a la rutina, de la rutina al escabio y así estás, así vas a estar, ¿y sabés algo?, te lo merecés. Me gritó mientras lloraba.

-¿En base a qué hablás de mi melancolía?. Interrogué.

-Vamos Roberto, sabés muy bien que sos un sadomasoquista con ese tema, parece que te regocija hundirte en el pasado y dar vueltas siempre con lo mismo… ¿qué hubiese pasado si pasaba esto o aquello?... ¡y claro! Siempre con adornos dialécticos, total eso queda bien y hace que sea más suave todo… el tinte romántico hace que lo que pensás sea creíble, ¿pero sabés algo?, ¡me harté!. Me harté de tu forma de hablar, de tu forma de pensar, ¡de tu forma de maquinarte boludeces flaco!. Sos un joven sólo por fuera loco. Existe el futuro también, ¿sabías?.

-Pará loca, acá pasan otras cosas ¡eh!, ojalá algún día puedas conocer mucha gente con un punto de vista diferente, dije, mientras ella miraba por la ventanilla.

-Me importa un carajo lo que pasa acá, bajate del auto, me dijo mientras revoleaba unas hojas manuscritas.

Con toda la impotencia del mundo y sin poder frenar lo inevitable, tomé las hojas, me desabroché el cinturón de seguridad y dí un portazo… así fue nuestra despedida.

Un viento llevándose tres, quizás cuatro hojas y ella saliendo derrapando de aquel estacionamiento fue la imagen de aquel momento. Y como siempre supe que lo haría, la dejé ir.

¿Qué culpa tenía ella si no la supe querer?.

En aquel cofre de los recuerdo, guardé la foto que le había tomado en Tandil.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Puntos…

Hay puntos calientes y puntos fríos, a veces también te ponen los puntos ¡y mamita!, ojalá no se ponga fulera la cosa. Otras veces hay puntos finales, de este tipo algunos son rotundos, otros duelen, algunos se olvidan, otros resuenan como portazos y otros parecieran no haber existido nunca, pero que los hubo, los hubo che, a mi no me vengas con ese verso de que no existió.
Algunos puntos son seguidos, para separar algo, para respirar un poco, tomar ese aire necesario para seguir, pero siempre es un punto. Hay otros puntos que son como una pausa larga, un leve letargo, son los puntos suspensivos, es un espacio y tiempo indefinido, a veces recurrentes, otras veces necesarios, ¿quién sabe para qué?. A la vez existen puntos exactos que no son iguales para todos pero si para uno, cito como ejemplo el punto justo de soda, el punto justo de whisky, que más que punto es una medida generosa… a decir verdad no se si vale como ejemplo, pero el que escribe soy yo y es lo que se me ocurre a las 3:52 hs. mientras fumo este cigarrillo.
Después están los puntos alineados, de estos prefiero los dos puntos, ya que estos conllevan a un desenlace (esperado o no), que a uno le puede agradar o le puede generar distintos matices de sentimientos, a saber: broncas, odios, amores, espanto, lujuria, placer, estupor, agrado, etc.
Pocas veces pude describir la mezcla de un punto con una coma, ya que se utiliza cuando se requiere una pausa superior a la de la coma e inferior a la del punto, de todas formas tiene un punto, pero no es un punto común ya que su existencia está ligada a un signo distinto al de su clase. Recuerdo vagamente una escritura mía de mis épocas de adolescente estudiando en la secundaria donde dediqué un párrafo entero en prosa a un dichoso punto que estaba en el pizarrón del aula y que se mantuvo solemne y resistió borronazos de forma estoica por al menos tres días (entiéndase que soportó tres turnos: –mañana, tarde y noche-).
Observando bien, algunos signos (exclamación e interrogación) se aliaron con los puntos para ser uno en si y no en otro. Rencorosas las letras que para no ser menos, buscaron una alianza con los puntos y así apareció la “u” con dos puntitos arriba y de esta forma nació la diéresis, sino no podríamos decir antigüedad o agüita, por citar dos ejemplos de su uso.
Increíblemente todo está hecho de puntos, una recta por ejemplo es una sucesión infinita de puntos, pero yo les pregunto; ¿acaso ustedes ven puntos en una recta?; ¿o más bien ven una infinita sucesión de líneas cortas?. Al fin y al cabo en matemática el igual vendría a ser el dos puntos…
Demasiado derrape por hoy, creo que siendo las 4:10hs. es momento de poner un punto final a este ensayo, quizás ustedes tengas más respuestas que yo y eso es totalmente válido, si quieren y se sienten en la necesidad no duden en decírmelas, sino, hablen con sus allegados sobre este tema y no teman cuando los miren de forma extraña, pues quizás ellos no tienen la capacidad de razociño que tenés vos y que tengo yo, o que tenemos ambos ya que si estás en algo de acuerdo conmigo al respecto, nos hemos convertido en cómplices.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Paranoia…

Luego de una maratón de estudios y de una charla de recreo, miró la hora y decidió que debía marcharse, ya el sólo pensar en tomar esos dos colectivos para retornar a casa se le hacía una idea pesada, máxime siendo las dos de la mañana y el cielo cubierto por completo por nubes que presagiaban lo peor.
Ella por su parte quiso poner un granito de arena y le pidió que vaya en remis al menos hasta la avenida que divide la Capital Federal del conurbano bonaerense, obviamente el fiel sus hábitos nocturnos y acostumbrado a su corto presupuesto, se negó rotundamente. Pero de nada sirvió, ella en un acto de extrema nobleza llamó a la agencia y le pidió un coche. Por otro lado él se enojó, ¿pero qué podías hacer?.
La brisa era leve y amena y los sorprendió gratamente mientras se sentaron en uno de los escalones de la escalera mientras charlaban y esperaban a aquel automóvil, se rieron bastante, aunque el cansancio se hacía sentir, empero la pasaron bien igual, de la nada el sonido de un motor, ambos se pararon y se dirigieron hacia la puerta… sonó un bocinazo anunciando que el remis había arribado a destino, ella insulto por lo bajo… era tiempo de partir…
Se despidieron con un beso y un abrazo, y él se subió a aquel Polo Classic blanco que estaba con las balizas puestas, saludó al chofer y le indicó el destino. De forma inesperada, el chofer le comenta que va a doblar para poder tomar otra calle, esa acción le pareció extraña a él, sin embargo dijo que no había problema.
Doblaron a la derecha, hicieron una cuadra y volvieron a doblar en idéntico sentido, de golpe un frenazo, el chofer se da vuelta y dirige su mirada hacia la parte central de la consola que divide los dos asientos de adelante. Toda la vida de él se detuvo en ese momento, no pudo evitar pensar lo peor, máxime sabiendo como están las cosas en el partido de San Martín con los secuestros y los robos…
Grata sorpresa se llevó cuando pudo darse cuenta que el frenazo fue por un lomo de burro y que el chofer buscaba su billetera.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Con su marca X…

¿Soy un experimento?; ¿un experimentista?.
¿En una expedición?,
una expedición de un ex matrimonio; ¿de experimentarios?.
¿Qué soy? un extrovertido, experimentado, un exigente extraviado
en el exterior? ¿un exótico, excéntrico?.
Expiraron los excesos y quedé excitado, el extirpe quedó explicito pero exiliado.
Un éxodo exclusivo me extorsiona excesivamente con su marca X...
¿Estoy acaso exagerando?.

Creo no exagerar,
ni exacerbar mi mirar, mi reflexionar.
La yuxtaposición de sensaciones me exalta.
Deseo que terminen de forma expeditiva,
para no experimentar más esa marca en forma de X.

¿Soy un expedicionario?; ¿un explorador?
¿en un experimento?.
Me explayo en mesetas con un xilófono.
¿Reflexiones extremas de luz?,
no, sólo exagero con pensares exponenciales.
Explosión en mi cabeza.
Examinado en cada paso, ¿acaso seré exprimido?.

¿Soy un extraterrestre?; ¿un inexpresivo?.
Es un éxito este boxeo al mundo,
expreso deseos de existir, un rato más.
Texturas exquisitas, nubes de xenón,
oxigeno renovador, pulmones exhausto de respirar.
¿Me estaré convirtiendo en xerófito?; ¿o en xilofonista?,
Ya lo sé, ¿en un axolote?; ¿o en Excalibur?.

Creo no exagerar,
ni exacerbar mi mirar, mi reflexionar.
La yuxtaposición de sensaciones me exalta.
Deseo que terminen de forma expeditiva ,
para no experimentar más esa marca en forma de X.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Escala de grises…

Empaté mis ganas de no soñarte en esa tarde de bravo chaparrón, tirados en la misma cama estábamos mi soledad, mi Bloodhound y yo, con la cabeza en punto muerto y con ese lío de no querer sin querer, el palo de un adiós resonando, y queriendo hacer cosas (para sentirme útil) sin querer hacer nada. Espinas que no sangran, cabos que no se atan, intento darle cuerda al corazón, pero es bien en vano, mejor escuchar la tormenta que no me soltaba ni por puta, es increíble como duele el parto de aquel adiós… la puta, quizás sólo dios sabe cuanto duele…
Y así llegó la noche de antesala, tiré mis dados, sabiendo que nadie me va a ganar en este oficio de perder, y allí estaba el resultado, como ya era sabido la casa gana, ¡JA!, hace 15 reencarnaciones que debería haber solucionado ese problemita, pero al parecer sigo viajando de colgado en el vagón de la reencarnación, ¿qué le vamos a hacer?, habrá que esperar a la próxima vida para solucionar este quilombo.
De la cama a la cocina para comer algo y de la cocina a ese bar que está cerca de la estación de Lugano. Largo camino para caminar con la calle húmeda. Una vez en ese lugar, me colgué del cuello el cartelito de escabiador y con el cuaderno y un lápiz reviví el mismo proceder de ponerse a escribir en la barra de ese lugar, como cuando tenía 16 años… como pasa el tiempo.
No hay con qué darle al tiempo loco, se destiñen los sueños y la pasión. Se acumulan resacas, crecen las botellas vacías y las desilusiones a estrenar. Se humedece la madera, no hay barniz ni lija que la pueden recuperar, pero cuando uno está desamorado por suerte siempre encuentra a alguien con quien brindar y el viaje se hace menos tenso, la ruta del desengaño siempre es larga y por suerte no me llevo a nadie conmigo ni debo nada, al menos eso creo. Y como decía antes (siempre hay con quien brindar), a ese lugar llegó una antigua camarera de ese bar, la saludé, creo que ni se acordaba de mi, se pidió una cerveza y charlamos un rato, de fondo sonaba Divididos.
Son estas noches de mezcla de felicidad, silencios y melancolía, de escalas de grises, lo obscuro no lo es tanto y los brillante queda opacado, así funciona la escala de grises, quise hilar una historia en ese cuaderno, pero me salió mal. Terminé en el fondo de ese vaso de scotch, la esperanza se desesperaba y alguien que estaba ahí me dijo que a la vuelta de la esquina iba a estar mejor, ojalá sea así pensé. Se puso obscura la vista. Se rifa un viaje al baño de caballeros dijo uno en la barra y allí fui a parar. Nada de lágrimas me dije, bienvenido al cementerio, me dijo otro que estaba semi parado frente al orinal. A pesar de mi disfraz, se me escaparon las ganas de llorar. Pero por suerte me repuse a tiempo y volví a la barra para terminar la historia que nunca empecé.
El de la barra comenzó a baldear y yo seguía ahí sentado, y es como siempre loco, se dobla, se dobla pero no se termina de romper jamás, es como una suerte de arte pos impresionista… el arte de lastimar y en ese bar fui a encallar, a veces todo es tan cíclico. Dale nene, terminá esa cerveza que me quiero rajar, dijo el mozo mientras se ponía los zapatos. Amaneció y apareció el Sol verdugo comiéndose mis pupilas, había escarcha en la calle y yo pensé en las cosas que podría darte pero aún no tengo, y hasta que lo consiga, guardá este escrito como garantía y recordatorio, que ya lo voy a encontrar.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Correos y envíos postales…

Hacía rato que no pisaba el correo, tanto que ya no recordaba como era estar ahí, un vago recuerdo de una tarjeta QSL enviada a alguien de quien no me acuerdo, era la imagen fugaz del momento que oportunamente le comenté a mi primo el segundo, el menor, que con muy buena predisposición se copó y me acompañó hasta el centro de Lugano; a aquella oficina postal que se encuentra en la calle de boulevard que tiene por nombre Av. Riestra.
La misión era simple, al menos en apariencia, consistía en enviar un giro postal de $140 para participar en un certamen del cual fueron seleccionados algunos escritos que compartí con ustedes en su momento y que a criterio de los jueces, merecieron ser seleccionados como finalistas y publicados en una antología de la editorial que organizó dicho certamen. Pero hete aquí que no todo es como uno lo planea, en teoría el trámite no debía durar más de 10 minutos, pero amargo fue nuestro desengaño cuando entramos a la oficina de correo y observamos el pandemónium. Mi primo el segundo, el menor, atinó a salir por donde entró pero una acción evasiva de mi parte fue suficiente para aniquilar su intento.
Sin sacar turno y ante la mirada acusadora de jefes que pedían telegramas de despido y los improperios de un grupo de muchachos que sólo habían ido a comprar estampillas, nos colamos en la fila y apuntamos a la ventanilla número 3 que era atendida por un muchacho cuya expresión facial pedía a gritos irse de aquel nefasto lugar. La cuestión es que lo encaramos y le pedimos un formulario para realizar el giro postal. De inmediato y con desdén, nos dió el formulario. Los insultos seguían cuando mi primo volvió a la ventanilla a pedir una birome para llenar aquella hoja.
Completamente perdido, me enfoqué en observar la hoja en blanco, con tantos campos por llenar como dudas al respecto. Mejor empezar por lo más simple, nombre y apellido aclararán futuros pasos, pensé en voz alta mientras mi primo el segundo, el menor, asentía con la cabeza, confirmando de esta manera mi proceder sistemático. Y si pensaba que con ese proceder llegaría al podio de las ideas por venir, errado fue mi pensar, no fue así, por lo que, después de algunos minutos sin aportar nada productivo a aquella empresa, decidimos llevar la ignorancia ante alguien “preparado ante esas circunstancias”. La ayuda no fue tal, ya que la cara del empleado comunicaba un ingrato “NO ESTOY CON GANAS DE TRABAJAR”. Al consultarle nos dió vagas instrucciones y descifrados de aquel formulario tedioso, llenos de chicanas postales, jeroglíficos y con formulaciones que en vez de ayudar a la comprensión, hacían transitar las dudas del que lo llena en un laberinto de sospechas y profundos pensamientos de errares. Pese a eso y tras varias vacilaciones a la hora de finalizar los ítems en blanco, con una expresión de duda y temiendo que todo esté mal, nos apersonamos nuevamente a la ventanilla del empleado “simpático”.
-Está todo bien, dijo. ¿Tenés sobre?.
-No, no tengo, pensé que acá iba a haber. Respondí anonadado.
-En este momento no nos queda ninguno, recién van a traer la semana que viene. Profirió el empleado postal.
Pero che, ¿Cómo puede ser que no haya sobres de más en una oficina de correo?. Pensé mientras mi primo el segundo, el menor, dijo:
-A comprar entonces…
Pocas veces sucede que la Avenida Riestra tenga un tránsito tan molesto como el de aquel día, el viento que corría se veía acelerado por las variaciones de presión, provocando corrientes convectivas que es mejor ni contar para no ahondar en detalles superfluos. Cruzada la avenida, sólo restaba atravesar la calle Murguiondo para entrar en la librería que se encontraba en frente nuestro.
Al ingresar al lugar otra grata sorpresa, era un mundo de gente, parecía que todos se habían puesto de acuerdo en ir a comprar a la misma hora… cosas de todos los días… dame 50 cm. de goma eva, ¿cuánto sale el papel crepé?, ¿tenés cuadernos rayados?, eran preguntas habituales de escuchar con cierta frecuencia.
Mi primo, el segundo, el menor, salió a fumar un cigarrillo reparado de la pequeña llovizna bajo el alero que tenía en el frente aquel local, mientras tanto yo hacía rigurosa cola, observando el reloj de pared y temiendo que cierre la oficina de correo. Finalizado el cigarrillo mi primo ingresó y yo todavía estaba sin atender, en un afán imperioso y solemne, mi primo el segundo, el menor, le preguntó a la señora que atendía si tenía sobres, ella contestó que si, y preguntó de que tamaño lo deseábamos. El furgón de las dudas nos llevó a dar un paseo, mientras una señora vociferaba a un tipo de 30 años que nos habíamos colado.
-Es para hacer un giro postal, respondí en un ataque de iluminación.
-Este te va a servir, son 50 centavos, me dijo la vendedora.
Pagamos y dejamos atrás un mundo de discusiones y entreveros entre los clientes y la vendedora por que nos habíamos “colado”, les aclaro (a todo aquel lector) que todo es relativo, ya que la vendedora ponderó nuestra necesidad de lograr nuestra misión y enviar ese giro postal, ¡que joder!.
Repetimos la operación de cruzar ambas calles y llegar al correo, que ahora estaba abarrotado de gente que aprovechó hasta último momento para hacer giros, envíos y encomiendas a todo tipo de lugares insólitos. Pasamos entre ellos como pudimos, volvimos a la ventanilla 3, entregamos el sobre y los $140, mientras se empezaba a notar el enojo de la gente por nuestra intromisión en ese puesto y el ambiente comenzaba a ganar temperatura.
-¿La querés certificada la carta?, preguntó con toda la pereza el flaco de la ventanilla.
-Quiero mandarla y ya. ¿Qué me recomendás?.
-Que sea certificada, respondió.
-Dale, hacé así.
Cinco minutos después el trámite estaba hecho, cuando un tipo se acercó a la ventanilla y golpeó el mostrador, la gente se peleaba entre si, una viejita lloraba, los papeles llovían por doquier en esa oficina… eso lo sabemos mi primo el segundo, el menor y yo, por que pudimos escapar y pasamos con el auto nuevamente por la oficina de correo cuando emprendíamos el camino de regreso a casa.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Atreverse…

Nos han hecho creer durante mucho tiempo que la esperanza es lo último que uno debe perder (o resignar, a gusto y piacere del lector en este caso). Y así nos mantenemos víctimas pasivas, cuya única salida es la queja y la indignación, mientras seguimos esperando, o muchas veces intentando que el mundo sea lo que queremos que sea, sin embargo la esperanza es lo primero que uno debe perder para empezar a aceptar la propia responsabilidad, una larga semana me ayudó a reparar en ese tópico.
Si esperaban que escriba algo nuevo, mal hecho, lo lamento che. Lo estoy haciendo, pero podría no haberlo hecho nunca. Podría haber muerto o resucitado por novena vez, o haber decidido no escribir más, o no escribir nunca más en este blog, o irme de vacaciones, o encerrarme durante meses a practicar matemática, física o desempolvar aquel libro olvidado rogando que la creación me ilumine por un momento y escriba algo maravilloso u otro fracaso más. No estoy aquí para cumplir las expectativas de nadie, eso lo saben bien, apenas logro cubrir las mías. Estoy aquí y ya. Pero estoy empezando. No soy ya el mismo que escribió todo lo anterior. Así que... ¿a quién esperaban?. Yo ya no espero nunca, ni a ustedes mis lectores (fieles u ocasionales) ni a nadie, ya me cansé de tanto esperar si es que se entiende lo que escribo en estas líneas... Gozo con ustedes cuando están, cuando deciden estar, a pesar que jamás me entero, pues no tengo forma de saber quien ingresa o no a este lugar y créanme, no me preocupa demasiado tampoco.
Otras veces nos contamos a nosotros mismos que estamos esperando unas condiciones mejores, un momento ideal, que recule el chaparrón, haber "superado" ciertas cosas, estar "preparado", saber lo que uno "quiere". Nos contamos todo tipo de excusas, hablamos mucho, nadie sabe a ciencia cierta todo lo que hablamos para no hacer lo que tememos hacer, que siempre es lo que más deseamos hacer por difícil que sea, por más obstáculos que haya. Y sin embargo la única forma de dejar de temer es hacer. La única forma de aprender algo es aprendiéndolo. Es el saber el que crea aquello que se sabe. Se trata de atreverte a saberlo. No hay proceso. No hay tiempo.
Soy el comandante de este barco transoceánico que atraviesa los mares del pasado y se aventura de a poco al futuro, y como están las cosas en el planeta Tierra, espero que me sea leve, este escrito es una suerte de celebración de los días por venir.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Revisitando momentos…

La habilidad que tengo es la de juntarme con gente de verdad (a veces fallo bastante) pero por lo general es así, los resultados son la consecuencia de ello, siempre fue un riesgo a asumir. Visito frecuentemente al pasado, el Domingo pasado tuve una de esas noches de repaso con Germán, más emparentado a una charla que a otra cosa, eso si, ambos siempre con el barco por debajo de la línea de flotación, a esta altura es algo común y pocas veces le damos importancia a ese pequeño detalle.
La contundencia estuvo dada en ese viejo cuento que profiere que “menos es más” y fuimos derivando durante toda la noche con un Callia escuchando aquella charla y con el buzo de DT puesto. Son esas noche donde ambos agregamos un poco de aire a la rutina, acudimos a aquel inflador moral y psicológico, proyectamos cosas a futuro (a veces bastante distantes), comentamos sobre las ansias de concretar los estudios, pero no detenerse allí, seguir adelante con otras cosas, lograr que no pierda aire este sainete.
Hay una suerte de elegancia que viste nuestro envejecer, ya no consideramos como importante la cacería sino que ahora la importancia está dada en la captura fruto de la misma. Y es bueno verlo ahora a la distancia, es decir, fui un garabato durante mucho tiempo y mis amigos fueron los mejores terapeutas durante ese largo período, ellos me ayudaron a entender que a veces no había que poner el pecho y pelear para ganar, pero también juntos fuimos poniéndonos la armadura y nos bancamos crecer sn posibilidad de poner piloto automático, siempre improvisando, qizás a veces no tanto, aunque los resultados no están muy a la vista, las medallas o trofeos que supimos conseguir son sólo nuestros, y eso nadie nos lo quitará.
Parte de mi ADN es mi amigo Germán y a él le estoy agradecido en muchos aspectos, por acompañarme en este viaje, por calcular ejercicios juntos, por la ayuda desinteresada, por que es una de las pocas personas que no compite y eso lo hace grande, y hoy acá estamos definitivamente retirado de la impostura rockera con cara de malo, pero manteniendo ese sentimiento por dentro, y esa noche miramos con largavistas tiempos de Heavy Metal, de rallyes adolescentes, de horas de componer música, de jornadas enteras de derrapes sin dormir, de autos que nos dejaban tirados en San Telmo, de pan dulces tirados desde aquel noveno piso y que casi mata a Nicolás que intentaba atraparlo cual arquero, de encuentros en ese bar de Lugano, de noches de insomnio y charlas feroces por radio, de poesías incompletas (o poco completas) de amores que naufragaron para nunca volver, de discusiones de política, de economía y de Perón, de nuestros proyectos abocados a la educación, de personas que no vimos más y de escabios que en vez de asesinar, curaban heridas que sangraban a más no poder.
Canilla libre de repertorio fue la premisa y “El Rifle” siempre irrumpe como francotirador autorizado y dispara con certeza en el blanco a la hora de preguntar y más allá de sus adornos discursivos, te hace crecer, cada conversación con él te hace crecer… Lastima que las noches se están volviendo más cortas…
Vimos la hora y era tardísimo, nos dimos un abrazo, acomodé todo así nomás y acá nadie vio nada....

Vaya este pequeño homenaje a vos amigo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Triscaidecafobia (12+1 como quieran)…

Este flasheo empezó con un singular viaje de ascenso en un ascensor (perdonen la redundancia) de una importante torre a la que tuve que ir por motivos ajenos a mi voluntad, la verdad hubiese deseado no ir, pero Pancho Ibañez dijo que todo tiene que ver con todo en el deporte del hombre y creo que esto lo termina confirmando. La cuestión es que al mirar el panel con los botones noté un faltante: del piso 12 se pasaba al 14. Actitud discriminadora hacia el número 13, que folklor pelotudo che, vociferé alarmando a un caballero que compartía la cabina conmigo. Al explicarle, el tipo con un gesto amable de su parte, comprendió a que me refería y me terminó dando la razón. Hete aquí que la cosa no se termina ahí, para variar mientras esperaba en un sillón de una sala de espera (donde parece que uno si o si debe estar aunque más no sea por un minuto antes de ingresar a un despacho), un desfile incesante de pensamientos marcharon por mi cabeza (para variar), y empecé a escribir esto pensando en aquel desgraciado número.
En la última cena, fue Judas Iscariote el último en entrar, y con él eran 12 (Jesús y los 11 apóstoles), pero si hubiesen sido 13 ¿la iglesia lo hubiese cambiado?. ¿Y si en realidad hubiesen sido 13 las monedas por las que Judas vendió a Jesús a los Romanos?.
Pero aparentemente hay una cuestión intrínseca en que todo debe ser “par”, 12 meses, 11 apóstoles más Jesús, 12 dioses del olimpo, eso es raro che, los signos del zodíaco eran 13, pero por algún motivo a Ofiuco lo sacaron para que queden 12 y no 13 signos. Ni hablemos del tarot donde la carta XIII marca a la muerte en su figura ilustrativa, pero más allá de eso, existe una creencia (iberoamericana) del martes 13, hablando de esto, investigando pude descifrar que este día está incrustado a la creencia de que ese día se produjo la confusión de lenguas al caer la torre de Babel (como me hubiese gustado estar ahí). En la cultura anglosajona esto no es así y el día nefasto es el viernes eso si, siempre manteniendo el mismo número, creo que era por la muerte de unos templarios o algo así, después de todo no soy profe de historia (aún) ¡jajaja!.
Recuerdo que al volar en avión haciendo la ruta Puerto Montt-Santiago de Chile, la línea aérea no asignaba este número a ningún asiento poniendo en su lugar el 12bis, si, no lo recordaba pero este ejercicio ayudó a hacerlo por desgracia.
Ni hablemos de la nefasta historia del Apolo XIII que por suerte fue una desgracia afortunada, pero sin dudas llevó a elevar a grados superiores el odio/temor a este número.
Lo peor es que tal creencia no tiene fundamente lógico o científico alguno y como muchas cosas y ahora apoyada por la efervescente globalización todas estas creencias la importamos o las exacerbamos a niveles que son impensables, o mejor dicho, que no queremos pensar hasta que realmente nos ocupamos un rato en hacerlo.
El reloj digital marcaba la hora 13 cuando cerré el cuaderno en aquella sala, el hambre me estaba volviendo un poco loco y rogaba que el trámite sea lo más expeditivo posible… 13 minutos después estaba dentro del despacho e irónicamente sonreí al ver aquel reloj marcando las 13:13hs evidentemente tenía que mirarlo precisamente en ese instante.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Noche en off…

El tema de los fantasmas estaba jodido esa noche loco, y no aprendo más que la nostalgia no es negocio. Realicé una triple mortal en mi cabeza, pero al caer mis pensamientos recibieron 3 o 4 puntos de sutura; hay que aprender a no hacer malabarismos cuando el corazón está en otra... me planteé cambiarle los pañales a esta tristeza, ponerme los zapatos de campeón, pero nunca pude comprender por que siempre me quedaron enormes, lo mejor será clavarse un buen tinto para no escuchar a algunos demonios que rondan en mi pieza. Que así sea.
Con brújula es más fácil ¡che!, me dijo una persona hace unos días atrás, yo vengo andando sin mapas y con esta mochila tan pesada que ya ni el rumbo que seguía encuentro, pero descubrí una cosa re loca: las paredes que fuí levantando (con el correr de los años), noto, recién ahora, que están en falsa escuadra, malparida suerte la mía, no hay un carajo en la televisión y un fantasma me quema la cabeza hablando boludeces.
Me estoy poniendo viejo para crecer y eso me está molestando, esta noche te desenterré, pero fue por accidente, no lo quise así, podés creerme. Lluvia, eso es, eso puede baldear las huellas, puede hacerme perder el tren y se termine así este lío. Acá no hay héroes que me salven, y con fiebre y con ese goteo de recuerdos, caí tacleado en mi cama, para dedicarme a escuchar aquella lluvia en el patio de casa. No tenía hambre, no tenía nada de ganas ni ganas de nada, escuché un par de discos mientras intuía a la Luna fisgonear por entre las nubes (no fue tarea fácil), hastiado, decidí salir a caminar…
La moneda giraba en el aire cuando ya había decidido donde ir a parar… aquel bar cultural ofició de refugio y distracción para no enfermarme más. Allí pedí el ya clásico whisky mientras escuchaba a unos muchachos tocando música peruana, cuando inopinadamente cayó Germán en aquel lugar, grata sorpresa para ayudar a la distracción, pero algunas noches son jodidas cuando dos melancolías se juntan a conversar. Se desplomó la tristeza por su propio peso durante la charla, pero el whisky corrigió su masa alivianando la carga, mientras El Rifle juntaba las estrofas de un verso sin rima e incompleto que descarté tras el sorbo final. Y es que a veces llega un momento que te cansás de salmonear nadando contra la corriente, así que preferimos preguntarnos otras cosas, cosas simples como ¿por qué siempre que nos juntamos está nublado?, cosas así, sin sentido, sin valor alguno, a veces se puede charlar sin pensar, desconectar el cerebro y vivir un momento más que no suma ni resta, que seguramente no volvamos a recordar.
Y así luego de unas horas de hablar sobre nada y con la mirada del mozo implorando que nos vayamos, disimulando lo triste y conservando la calma, ambos marchamos.
“Me enamoré de tu ausencia”, pensé mientras caminaba de regresó. Linda forma de terminar una noche en off, antes de desmayarme en mi cama.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Juegos de la imaginación (cositas simples)…

Mientras yo escribo esto hay una balacera en Afganistán, alguien está trabajando, otro subiendo a un colectivo, si, mientras escribo esto alguien está naciendo y lamentablemente algún niño está muriendo de desnutrición, una niña está con frío en la estación Constitución y Cristina debe estar durmiendo sin imaginar esto que imagino mientras escribo.
Mientras yo escribo esto, vos debés estar haciendo algo que por demás desconozco, seguramente está ocurriendo un incidente en algún barco, a decir verdad hay unas 6.000 millones de variables distintas para imaginar, quizás alguien está haciendo estadísticas (sacando promedios, desvíos medios y standard, la moda, etc), ella debe estar terminando con él, o quizás él está fumando y tomando un whisky en un bar tras su abandono. A lo mejor un pibe de 16 años está componiendo un tema que dentro de un año suene en las radios y lo lleve al estrellato.
En este mismo instante un avión está despegando y otro aterrizando en algún lugar del mundo, también se deben estar enviando datos vía satélite, y la Voyager 1 debe haber superado las 109,71 UA (Unidades Astronómicas, algo así como 16.414 millones de kilómetros del Sol) pasando la zona heliofunda para entrar a la heliopausa, algo más de 14 hs después de que yo termine de escribir esto, llegarán los datos de esta sonda a California y serán los datos que registró mientras yo estaba delante del monitor con mi cigarro encendido, mi vaso de cerveza y esta idea que les estoy comentando.
Mientras juego con mi imaginación, una máquina térmica dejó de funcionar por un desperfecto mecánico, Fobos se acerca más a Marte y la Luna se aleja un poquito más de nosotros, alguien pinta un cuadro, o una pared, otro lee un libro o quizás está escribiendo como lo hago yo. Algún universitario debe estar desvelado estudiando para un problemático parcial, una brisa debe recorrer la RP 76, un indeciso se debe estar animando a decirle a esa chica cuánto la quiere. Mientras pienso en esto que escribo, alguna lluvia debe estar baldeando un patio, un elefante está siendo capturado y algún valiente debe estar con el arma apuntando a su sien. Otro está tomando unos mates y otros debe estar escuchando al igual que yo a Ray Charles, en Rusia se debe estar celebrando un Contrato; mientras en Honduras Zelaya debe estar descansando para afrontar el día que le espera mañana, en Marruecos alguien festeja su cumpleaños y en Australia un canguro es atropellado por un auto.
Mientras yo escribo esto pienso que vos podés ponerte a pensar un segundo o intentar imaginar lo que yo hago, de todas maneras para cuando lo leas, puede que el efecto sea ese, pero no dure más de cinco minutos, lo cual me parece perfecto, ya que este escrito hubiese cumplido con su función, es decir, lograr que vos juegues con tu imaginación como lo hago yo en esta noche de octubre mientras escribo esto con mucho cariño y con muy poca dedicación… ¿por qué les voy a mentir?.
Mientras yo escribí esto, mi perra que dormía se despertó dos veces, dio una vuelta en la cama para volver a caer en el sueño, yo por mi parte realicé un ejercicio de mecánica técnica, me tomé una cerveza y fumé cuatro cigarrillos, planifiqué ese proyecto que pienso llevar adelante sin que nadie se entere y aún cuando esté terminado, a nadie le importará del todo… son los juegos de la imaginación. Gracias por jugar conmigo (o permitirme jugar contigo).

miércoles, 30 de septiembre de 2009

No cuenten conmigo…

Yo estoy convencido que él nunca se percató de que estaba al tanto de lo que sucedía, empero eso no cambió nada, y el evento sucedió como lamentablemente iba a terminar, de todas maneras dudo haber tenido el valor para evitar tan lamentable suceso…
Volvía de la facultad un sábado al medio día en el asiento de atrás de todo en el bondi pero del lado contrario al que me gusta viajar, es decir, del lado del conductor, iba escuchando música con mi celular cuando de repente me percaté de esa anomalía que debe suceder de cuando en cuando. Atónito (y debido al sueño) refregué mis ojos para corroborar que no estaba en un error, pero el resultado fue el mismo, allí estaba él, delante mío… mejor dicho, abajo y por delante de mí. Llevaba puesta una remera negra y uno jeans bastante añejos, lo había visto cuando caminaba enfilando para aquel asiento vacío que me permitiría el retorno “cómodo” hacia mi casa tras una hora de viaje.
Le había visto una cara llamativa y conocida de algún lado, pero mis tres horas de sueño y esas tres horas de clase anularon toda mi capacidad de pensar, de todas maneras su cara y sus ojos me resultaron familiar de alguna forma. Preferí no darle mayor importancia y proseguir con el ritual de sacar los auriculares y poner algún disco que hiciera más ameno el viaje de regreso a casa.
Pasado un buen trecho y ya a la altura de la Plaza Flores, fue que observé aquella anomalía… allí estaba realizando los pasos de una gran danza cósmica coreografiada por la gravedad, peleando por ganar cada centímetro de altitud y con la meta fijada en llegar a la cima, como si su vida dependiese de ello. No podía creer lo que miraba, así que refregué mis ojos por segunda vez en ese viaje para cerciorar que lo que veía era estrictamente la realidad… pues era así, estaba siendo observador de un hecho casi insólito y del cual pocas personas se animarían a contra como una anécdota.
El tema es que una vez superada la remara tenía un gran valle hacia arriba que lentamente realizaba, como pensando cada paso y tratando de no ser visto (cosa difícil) o al menos presentido. Debo dar fé de que la situación se me tornó un poco extraña y sentía la necesidad de avisar todo lo que veía, pero por otro lado temía ser victima de la indiferencia y de las burlas de los demás. Al mirar por la ventana ya me dí cuenta que ya estaba a la altura de la Avenida Nazca.
Desconozco que fue lo que lo impulsó a pegar un salto, pero le sirvió para acercarse a su objetivo, el espanto me ganaba y las ganas de no estar crecían tras cada segundo, sinceramente hubiese preferido haber tomado otro bondi o bajarme allí mismo, intenté refugiarme en mi música y en alegrías que aún sangraban, pero aquel hecho bloqueaba cualquier intento de distracción y como siempre fui bastante fisgón, fue imposible dejar de ver lo inevitable.
El Bondi ya estaba por la calle Santiago de las Carreras cuando insospechablemente estaba llegando a su línea de llegada, unos obstáculos constituidos en forma de pelos y ya había llegado a la nuca de aquella persona conocida (mejor dicho familiar a la vista), y conseguido una posición por donde avanzar y desovar.
Esa persona bajó en la parada siguiente, mientras yo pensaba que pude haber sido víctima (como él) de un bicho como ese.
Por las dudas al llegar a casa me pasé el peine fino, no vaya a ser cosa que me ligue unos piojos por viajar en el transporte público automotor.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Milagros IV…

Esperas toda una vida para encontrar a alguien que te comprenda,

que te acepte tal como eres. Al final, descubres que ese alguien,

durante todo el camino, has sido TÚ MISMO.

Richard Bach.

Después de hablar por teléfono cuando salía de la facu y me dirigía a tomar el bondi, me quedé pensando en lo que me dijo: “preparate que te voy a sorprender”. Pero el cansancio ganó y aprovechando que viajaba sentado, el sueño me estafó y así dormí hasta casi la parada en donde tenía que bajar, increíblemente no seguí de largo, debe haber una suerte de alarma corporal en esos casos.

Extraña sorpresa me llevé al caminar los 80 metros hacia mi casa, un auto azul metalizado con alguien arriba estaba en la entrada de garage, de ese auto se bajó e interceptó Milagros, me abrazó con fuerza y me saludó. A todo esto yo estaba anonadado. Agarrá algo de ropa que nos vamos a Tandil, yo te invito, me dijo con toda la ilusión encima de sus palabras. Llegué a titubear un pero… y ví como su cara se transformó… fue demasiado, así que no me quedó otra alternativa que agarrar algo de ropa y los últimos ahorros que quedaban en ese rincón que sólo yo conozco.

-Manejo yo nena, le dije mientras tiraba las cosas atrás.

-Ni en pedo, el auto es mío y lo manejo sólo yo, me dijo con ímpetu.

-Yo conozco la ruta y sus bardos, además, ¿cuántos viajes a Tandil hiciste?, le pregunté.

-Ninguno, respondió.

-Bueno yo hice algunos más que vos, así que vas a tener que dejarme a mi, además vos salís de laburar.

Luego de unos minutos de discusión, accedió a dejarme el volante a mi, aunque insistía en ir por la RN3, jamás me gustó esa ruta, es muy peligrosa, y como el capitán de ese viaje era yo ahora, decidí ir por la RP30, como siempre hice y como siempre haré. Hicimos combustible antes de subir a la Richieri y con el mate listo, zarpamos escuchando Aspen hasta donde dió y luego algo de música de mi mp3. En la ruta siempre se logra una comunión entre los que viajan y la verdad que Milagros era una excelente copiloto, cebaba el mate cuando debía cebarlo, le cambiaba la yerba cuando era menester y siempre estuvo atenta a cada pueblo por el que pasamos. Al llegar a Rauch como ya es costumbre paramos a cenar algo. Menos mal que llevamos algo de abrigo, por que el viento era terrible, luego de comer, llenamos el termo y emprendimos los 100 km que faltaban para llegar a destino. Noche sin luna, poco tránsito y con una velocidad de crucero perfecta. No me pude resistir a parar en medio de la ruta con ella y mirar el cielo. La Vía Láctea estaba como nunca, allí salió la primera foto del viaje.

Al llegar fuimos a buscar un hotel para quedarnos, luego de dejar las cosas allí, salimos al centro a tomar algo y de ahí nos fuimos al Parque Independencia a ver la ciudad desde el mirador. Extraña atmósfera flotaba en ese momento, como si fuese nostálgico, como si algo iba a pasar… y terminó pasando finalmente. Algo confundido por mi parte, y luego de caminar un poco por allí, volvimos al hotel.

A la mañana siguiente, nos bañamos y bajamos a desayunar.

-¿Dónde querés ir?, le pregunté.

-Vamos a donde vos quieras, vos sos mi guía.

Cuando terminamos el desayuno, la llevé al cerro La Movediza, me extrañó la poca gente, subimos y le conté un poco como fue hecha la réplica de la mística piedra, pasamos un buen rato ahí, el mediodía no tardó en llegar, y se me ocurrió ir al cerro Centinela para que comamos productos regionales. Fue una muy buena idea, quedamos rodando de lo que comimos. Menos mal que estaban las aerosillas, sino dudo que hayamos podido subir. Una vez arriba, nos divertimos mucho charlando y sacando fotos. Finalizado el paseo, el mate no se hizo esperar y disfrutamos un hermoso atardecer serrano, contándonos vivencias varias y abrazándonos vimos como el astro rey partía para volver la mañana siguiente.

Después de cenar y pese al frío salimos a caminar por el dique y no satisfechos con eso, escalamos hasta el Quijote, era la primera vez que veía la ciudad desde ahí de noche.

-¿Esto es lo que buscás vos cuando decís que querés venir a vivir acá?.

-En realidad no quiero venir a esta ciudad específicamente, pero se asemeja mucho a lo que busco para mi y mi futuro. Respondí mirando la nada.

-Creeme que ahora te entiendo Ro, me dijo y se sentó a los pies de Sancho Panza a fumar un cigarrillo. Yo por mi lado, salí a caminar por el sendero que lleva a la parte más alta de aquella sierra y en la soledad más grande y con la obscuridad de cómplice, empecé a llorar.

Si subir no fue fácil, bajar no estuvo muy lejos, cuando llegamos al hotel ambos estábamos destruidos y ni bien nos acostamos, los dos nos quedamos dormidos.

Al amanecer, mientras ella dormía, aproveché para bañarme, planear el resto del día, y la hora de regreso. Y planificar lo que ya hace tiempo venía pensando y nunca pude concretar como sería.

Al salir, Milagros ya estaba despierta, me saludó y me abrazó muy fuerte, acto seguido, entró a bañarse. Cagamos, pensé, se avivó.

La esperé con el desayuno en el comedor, hablamos muy poco, agarramos las cosas, las cargamos en el auto y de ahí fuimos al cerro El Calvario y después de allí al cerro San Martín, donde comimos unos sándwich de jamón y queso, ya a esa altura estábamos hablando con normalidad. Luego fuimos a caminar por el centro, ella se dedicó a comprar cosas para llevar a la familia y amigo, yo me aboqué a fumar y pensar. Un mensaje del Rifle cortó la meditación y brindó un poco de ánimo para seguir adelante.

-Mirá lo que te compré, me dijo ella con un portarretrato artesanal.

-Es justo que tenga una foto tuya en él che, le respondí.

-Bueno, pero ahora no, vamos a ese negocio que ví algo que me encantó, y enseguida apuntó para aquel local.

Después del paseo de compras por el centro y ya con la tarde yéndose, salimos despacio a la ruta, saliendo de la ciudad paramos en una estación de servicio para llenar el tanque. En las inmediaciones había unas construcciones sin terminar y no sé por que fui para allá, Milagros me siguió.

-Que lugar raro este, ¿no?, me dijo.

-Si tenés razón, a ver, parate allá que te saco una foto.

-¿Acá está bien?, me preguntó.

-Si, quedate así.

Y allí mismo le saqué la última foto de aquel viaje.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Buscando…

Tu misión es el sendero luminoso que sigues,
no importa lo obscura que pueda caer la noche.
Richard Bach.

El buscador muchas veces se esconde a sí mismo lo que busca y ahí es donde se pone complejo el asunto.
Se encendió una llama y un nuevo amanecer, me encontró despierto nuevamente, el humo del cigarrillo dibujaba figuras en el aire, desvaneciendo algunas sombras del ayer, y otra vez la busqué en mi memoria y la historia volvió a tener el mismo final.
Dolor. Mucho dolor. No tenía muchas ganas de dormir. Quería enfrentarme a todo este dolor que además se acrecentó con una contractura que llevaba varios días haciéndome sentir inservible. No hay esperanza. No hay expectativa. No hay camino ni receta para todo ese mal. No hay pócima que lo remedie, porque no es algo a remediar. Eso es lo extraño, simple y extraordinario del dolor. Uno no tiene que buscar soluciones, aunque a veces se torne menester. Uno no puede rebelarse sin sentirlo, no puede luchar contra él sin que éste se torne más y más poderoso. Toda energía empleada en tapar el dolor se vuelve contra quien la emplea, hasta se puede notar en el ánimo de aquellos que llevan a cabo esta práctica. Al huir de él te aferras a él, convirtiéndolo en algo mudo, negado y profundo, es una suerte de contrato de palabra, nada está escrito, pero lo conocemos, allí está. Uno sólo puede invitarlo a pasar, tratarlo como al mejor de los huéspedes, y despedirlo agradecido (o no tanto) cuando decida marcharse; porque sólo entonces habrá cumplido su función, la sepamos sentir o no. El mayor acto de transmutación que yo he conocido frente al dolor, la forma más rápida de transformarlo en luz, es aceptarlo plenamente, saber cantar, bailar, pensar, fotografiar, escribir, hundirse, pintar y colaborar con lo inevitable. Cuando duele, duele. Sin explicaciones. Sin conclusiones. Sin culpables. Sin consuelos. Ese es, misteriosamente, el principio y el final del dolor.
El buscador muchas veces se esconde a sí mismo lo que busca y ahí es donde se pone complejo el asunto. Por eso un excelente principio es comprender al dolor, explorarlo y eso pocos buscadores lo pueden realizar al ciento por ciento.
El pensamiento no es más que un relámpago en medio de una larga noche, y aquel cigarro ya estaba consumido en mis dedos. Encendí otro mientras seguía pensando y observando las figuras que creaba el humo.
Y aunque traté de encontrar una respuesta en mi interior, sé que a veces no puedo cambiar lo que yo soy, y escuché de repente tu voz como un eco en la distancia sin cesar, detrás de tu imagen, difusa, semi obscura y borrosa, pude leer la historia de un cuento sin final, caminando hacia el olvido, un amor perdido se aferraba a los caminos de tu piel, de mi piel.
Y es así, el tiempo calma las heridas (al menos en apariencias), y es inevitable que mil preguntas sin respuesta queden, y algún día en este camino estoy seguro que nos volveremos a cruzar, allí nuestros ojos reflejando la verdad y con el susurro mi voz en tiempo pasado, que se aleja como los hace el viento cuando corre por las sierras, nos abrazaremos.
El buscador muchas veces se esconde a sí mismo lo que busca y ahí es donde se pone complejo el asunto. A mi me pasó esa mañana cuando intente encontrar lo que buscaba pensando.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Ella y él…

Mientras él miraba anonadado a la bailarina en esa cajita de música haciendo los ya repetidos pasos, una imagen fugaz le atravesó el cerebro, como a veces pasa cuando uno no está pensando en nada y se viene un recuerdo, un olor, antojo o sabor, así nomás, imprevisto, casi imperceptible.
Y en esa imagen estaba ella escondida entre nubes esperándolo a él, y por otro lado se encontraba él haciéndose el desentendido, evitando algunas pleitesías, quizás por desinterés, o tal vez por esa bicharrea que se nos dá a veces a los hombres de hacerse desear, la verdad es que a ciencia cierta no lo sé bien, por otro lado poco me importa. Es por ello que cerró la cajita musical y se dispuso a tomar un café bien cargado y sin azúcar, como siempre tomó y como a nadie le gusta.
Un tic-tac marcaba el incesante paso del tiempo, y ese lápiz delante de la hoja no quería hablar, prendió un cigarrillo, y de nuevo esa imagen de vuelta. Ella con todo ese amor guardado y él con esas ganas de emprender algo de nuevo, como si esa fuese la forma de volver el tiempo atrás, como si el mes de octubre estuviese destinado a ese reencuentro de aquella alma enceguecida de amor y su amor imposible. Imágenes de Cumbres Borrascosas o de un Cinema Paradiso tal vez estén a la altura “descriptiva” de lo que ella espera/siente.
Y agrandando el libro de bitácoras esa noche precisamente invocando recuerdos de un mes de abril y yuxtaponiéndolo con frases que adornaban oraciones inclementes de un pasado pisado, olvidado, oxidados por el traspase de la espada del tiempo, aquella misma espada que le dejó una cicatriz, pero no a él precisamente; se prestó a la inagotable tarea de revolver escombros y allí mismo encontró escritos sin nombres que seguramente servirán a la perfección cuando la misión sea la de conquistar un corazón que no se cansa de latir por él y que enfebrecido espera un dramático desenlace, para así de una vez, terminar con el sabor dulce de la victoria entre sus labios o con el amargo y doloroso veneno de perder en el torrente de su sangre.
Se le vino una decantación de ideas y nombró al universo, escribió como si conociese apenas la milésima parte de lo que no conoce pero intenta describir con palabras que pueden parecer profundas, según quien lo mire, claro está. Se cuestionaba cosas que él ya conocía, se preguntaba con la respuesta en la cabeza. Pero como sucede en esas ocasiones, gracias al paso del tiempo, el café perdió su temperatura. Ni un sorbo pudo darle, pues cansado de habladurías se dejó vencer por el inefable sueño que agazapado y sin que él lo notara fue moviendo pieza a pieza en el ajedrez de su cabeza, capturando al rey y ganando por knock out.
Despertó por el sonido del despertador que le sonó similar al de la caja de musical, pero claro, ahí está el truco, sabiendo lo que ella siente es fácil saber como actuar. Se despabiló, se enjuagó la cara y comparó lo escrito con la belleza de una rosa, como si ese fuese el final que cerraría su idea.
Amargo mi desengaño cuando llegué al final, no estaba a la altura de lo que esperaba, pero seguramente a él le cuadró perfecto, a quien corresponda le cerrará a la perfección y por eso lo finalizó así.
De todas maneras sabe y supo que ella muere por él.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Desaparecidos…

¿Te pusiste a pensar alguna vez sobre las personas que te rodean?. ¿Son los mismos de siempre?. ¿Pensás alguna vez en aquellas personas que antes estaban incondicionalmente y hoy brillan pos su ausencia o ya no forman parte de tu vida?. ¿Realmente lo hiciste con espíritu crítico?. ¿Indagaste el por qué no están?. ¿Pensaste que iban a estar para siempre?. ¿Qué pasó?.
¿Te desilusionaste alguna vez?, a mi me pasó varias veces. ¡Bien!. Eso nos pasa por caer siempre en la trampa de la ilusión, tendremos que desilusionarnos del todo y aprender algo positivo, ¿no te parece?. ¿Te cansaste?, yo muchas veces. ¡Bien!. Ahora podemos descansar.
Últimamente no me gustan las medias tintas, estoy muy intolerante con algunas personas y hechos. Y es por eso que he optado por usar una de mis palabras preferidas y que recientemente he aprendido, "ahora". Por eso me gusta cerrar las cosas que no existen en el ahora para que no interfieran.
Con algunos de mis “enemigos” últimamente me abracé, me he reencontrado con otros amigos que hace mucho no veía y hasta compartimos algunas cosas juntos. Me dediqué a tratar de ver más a mis amigos cercanos y a no permitirme alejarme mucho de la gente que quiero tener cerca, que me alimenta, que me hace crecer, por otro lado es un orgullo contarles que ya no hay karma alguno en mi vida… llevó tiempo, pero no me quejo de los resultados.
Cuanta gente que nos acompañó un rato en nuestra vidas, algunos fueron figuras fugaces, otras perfilaban permanecer siempre al lado y hoy no están… ufff se me vienen a la cabeza un sin fin de nombres y momentos que he compartido con pasajeros ocasionales de este tren. Hoy me pregunté por todos y cada uno de ellos, bah… para ser sincero de los que me acordé.
¿Te preguntaste dónde están?. ¿Sabés algo de sus vidas?. ¿Intentaste un reencuentro?. ¿Te interesa aún algo de alguien que estuvo contigo?. Todo esto me pregunté y asombrosamente un infinito abanico de ideas fueron emanando de mi cabeza, algunas hasta increíbles. Para variar mi mente empezó a fabricar imágenes de cómo serían esos reencuentros, de que hablaríamos, del pasado que nos unió y del futuro siempre incierto, máxime cuando se trata de encuentros lejanos o cercanos que más que reencuentros son hallazgos.
Y algunos fueron hallazgos de verdad, otros se dieron en esa época de "cataclismos sanitarios" y "apocalipsis porcino", igualmente esas épocas no fueron un pretexto para que nos alejemos demasiado de las cosas que disfrutamos siempre saborear.
Y si vos sentís o pensás que formás parte de mi lista de desaparecidos, tenés que saber que yo te espero en Lugano, como siempre, tosiendo en el codo y con alcohol en gel en la puerta (por las dudas haya un rebrote). Las anécdotas, vivencias nuevas/viejas, los mates (en tiempo presente pero con sabor a pasado), la escritura, las fotografías (viejas y no tanto), los asados y las canciones, no parecen contagiar nada irreparable. A lo sumo, recuerdos y nostalgias varias... que nunca vienen del todo mal.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Sobre baldosas…

Las baldosas son un tema controversial, aunque nadie hable de ellas. Hablar de baldosas es entrar en un terreno complicado, ya de por sí poner el título fue complicado, pues puede interpretarse que uno está sobre baldosas, o que el presente habla de baldosas. Pero voy a permitir que el lector le de su interpretación al título.
Todo comenzó hace unos días, cuando caminando luego de unos días de lluvia, vaya a saber uno por que motivo, entré a mi hogar y encontré mis zapatillas y la parte inferior de mi pantalón colmados de agua.
En ese momento pensé que era normal, pues todo estaba mojado y era lógico luego de tanta lluvia.
Al otro día salí a hacer algunas compras y caminando pisé una baldosa suelta, la cual en venganza por el pisotón, me aventó furiosos efluvios de agua sobre mi persona. Continué caminando, esta vez más atento, y divisé que diez pasos más adelante había otra baldosa suelta. Ya preparado la esquivé, pero de forma inopinada la que se encontraba al lado, me terminó mojando también, y no sólo eso, también proporcionó una pequeña dosis de barro a mis zapatillas.
Esta actitud desdeñosa de las baldosas me hizo pensar inevitablemente en una confabulación. ¡Si!, una confabulación impía entre la lluvia y las baldosas en contra del pobre peatón desprevenido.
Fue en ese instante donde comprendí por que uno se moja. Muchas baldosas utilizan camuflaje para que una persona la pise y ésta salga mojada impasiblemente. Por mi mente pasó también la posibilidad de una asociación ilícita entre las baldosas, las napas subterráneas y la lluvia, pero esta posibilidad quedó descartada tras algunas investigaciones.
Ahora bien, ¿cómo hacer para no mojarse ni embarrarse al pisar las baldosas?.
Comencé haciendo un plano de todo mi barrio, cuadra por cuadra y marcando con rojo cada baldosa suelta y con verde las baldosas camufladas. Pero al salir del barrio también me seguía mojando, motivo por el cual, amplié más el mapa, pero llegó un punto en el cual ya ocupaba mucho espacio físico y decidí no proseguir con esta solución.
Un amigo, preocupado por mi estado, me sugirió que me queje con el gobierno de la ciudad, lo que hice con gran velocidad, pero con el correr del tiempo y al ver que nada cambiaba, y nada iba a cambiar, desistí también de este plan y ya un poco vencido, empecé a idear otro.
De inmediato tomé el remanente de cemento que se encontraba en mi casa luego de la construcción, y hastiado convencí a un amigo para que me ayude a fijar cada baldosa suelta del plano que ya les había comentado. Luego de dos días de gran trabajo, nos quedamos sin cemento y sin dinero para comprar más.
Ahíto de tanto fracaso le pedí a otro amigo que me prestara el dinero para alquilar un martillo hidráulico y de esta forma acabar con el problema desde la raíz. Pero no llegué a romper más de un metro que fui sorprendido por la policía y llevado a la comisaría por destrucción de propiedad pública. No sé si fui convincente con mi teoría, pero al escucharla me dejaron ir con la condición de pagar los daños.
Sé que costará hallar una solución a tamaño problema, pero lo conseguiré. Y en ese momento todo el mundo disfrutará de ser peatón y vagaran sin temor a mojarse y a ensuciarse tras cada lluvia en la ciudad. Seremos felices y brindaremos por eso.


Una vieja historia que se las debía a algunos y que me dá un respiro, estuve muy ocupado y casi no tuve tiempo de sentarme a escribir algo.... ojalá les haya gustado.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Esperando dormir II…

Hoy es un hermoso día para visitar Lugano, la verdad que hace rato que tengo ganas de ir para allá y ver como está todo, para mirar si el barrio está igual, si sigue habiendo empedrado en las calles, si la estación está bien cuidada, si le hicieron alguna reforma más al boulevard de la avenida Riestra, olfatear la libertad que sus calles siempre brindaron con ese aroma tan particular que sólo algunos pocos pudimos (o quisimos) asimilar con todas las virtudes y defectos que con ello trajo siempre ese olor.
Hace rato que no puedo salir más amigo, la tos sigue como nunca, el dolor en el estómago es cada vez más fuerte y la verdad que tengo ganas de hacer cada vez menos cosas, sabrás entender, no es fácil llegar hasta acá, de todas maneras sigo haciendo lo que me dicen que haga: tomate esta pastilla, calmate y tratá de no hacerte mala sangre; evite tomar tanto mate, le va a hacer mal… a hacer mal, jamás me hizo nada el mate, ¿ahora me va a matar?, ¡por favor!. Si ya sé lo que vas a decir, es mejor para mí, pero no sé si quiero algo mejor ahora, quizás lo quiero dentro de tres días o en un par de horas, ahora, cebame un mate que te voy a contar algo que tengo en la cabeza hace un par de días.
Amigo, me gustaría estar en la barrera de Lugano esperando ver pasar a Elena, como lo hacía hace un tiempo, esperando con ansias, esperando, no sé, un milagro… la cosa es que era encantador verla pasar; generalmente nunca se fijaba en nadie, siempre recuerdo su rostro, sus pasos ni largos ni cortos. Yo fumaba para matar la ansiedad y para disimular que no estaba haciendo nada… a veces en la espera debía fumar más de un cigarrillo, pero el premio lo valía. Recuerdo que después de un tiempo empezó a mirarme de reojo y al tiempo nos saludábamos ya… que tiempos aquellos… ¿te acordás que a veces con los muchachos íbamos a tomar café en el bar de la esquina?, yo recuerdo que en un par de ocasiones Elena pasó por enfrente para cruzar las vías y tomarse el colectivo vaya a saber uno a dónde… ya no recuerdo dónde iba.
Hace tanto tiempo che, que ya me olvidé del color de sus ojos... que lástima, que lástima que ya no recuerde todas esas cosas de antes, a veces siento la necesidad de escuchar a Piazzolla y hacerme el bocho pensando un poco en los tiempos pasados, pero siempre me agarra la tos y ahí se complica todo, caen las enfermeras y enseguida empiezan con el verso de siempre, que me calme, que me relaje, que piense en cosas lindas y esas boludeces; cuando me calmo me empiezo a pelear con el viejo de allá, que siempre se queja de que mi tos es molesta y pide constantemente que me cambien de habitación… te juro que le haría una maldad… pero esas épocas ya las dejé atrás.
La verdad te agradezco que hayas venido a visitarme amigazo, hace dos días vino Dario y se quedó hasta tarde tomando mate y charlando conmigo, pero se terminó durmiendo, yo aproveché para escuchar un rato la radio, me sigue costando dormir todavía. Vos sabés, siempre me costó mucho dormirme, ¿por qué va a cambiar ahora no?.
Seguramente pase lo mismo hoy, voy a dormir otras tres horas y después vuelta al dolor y la punzada en el estómago y la tos esa de siempre, pero si tenés ganas, podrías venirte mañana y salimos al parque a dar una vuelta y tomar unos mates, eso estaría re bueno.
Ojalá pueda dormir un poco más de la cuenta así no me canso tanto mi amigo.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El secreto…

El secreto es que están ahí y no los reconocemos, el secreto es justamente eso, un secreto a voces que todos percibimos e ignoramos, como ignoramos tantas otras cosas. El secreto lo tuviste vos, lo tuvo él y también lo tuve yo, el secreto lo dejamos en secreto, a veces lo compartimos de más, otras veces no tanto, pero está ahí, obligando, silenciándonos, sentenciando en muchas ocasiones.
El secreto puede ser de uno solo, a veces puede ser un secreto a voces y vaya si los hay, no hay nada peor que un secreto sabido por todos y que uno ignora que es sabido. El secreto a veces no cumple con la condición intrínseca de ser secreto, pero a la vez lo es. El secreto es complicado y no tanto…
Un secreto puede nacer una noche, o a veces a plena luz del día, puede ser compartido siempre que se cuente con un cómplice adecuado, más nunca hay que recaer en confiarle un secreto a un informante. Hay todo tipo de secretos, los hay peligrosos, también los hay ingenuos, hay secretos nobles, como también los hay maliciosos, eso si, un secreto es un secreto, ¡que joder!.
Y allí están ellos, tomándose de la mano, caminando y viendo las vidrieras de recoleta, el brillo en sus ojos lleva el matiz ocre de la complicidad, de la complejidad, del errante transitar por senderos furtivos, sin escatimar en excusas y coartadas, sabiendo muy bien que lo que hacen es la máxima expresión de lo que algunos llaman “secreto”.
Tomados de la mano se dejan llevar por los placeres viscerales hacia los rincones más recónditos de sus mentes, de su morbo. Diciéndose cosas en el oído en voz baja, segundo a segundo planifican paso a paso como lograran conquistar la cima del monte de la no culpa para una vez arriba poder plantar un mástil que llevará la bandera de la lujuria en lo más alto.
Caminan y nadie los observa, nadie los escucha, son ellos y la ciudad, el caos y la libertad agazapada corriendo por sus mentes, el tránsito no hace más que dilatar lo inevitable a corto plazo. La tarde se hace noche y miles de perlas llenan el cielo y en su centro la gigante moneda de plata los observa como si fuese coparticipe del esclarecimiento.
Un cofre lleno de tesoros se abre debajo de las sábanas, rodando y jugando, haciendo y deshaciendo el amor, el mundo no existe. Una pausa en la rutina, humedad condensada. Un instante sin hipocresías, un instante secreto para el alma, un instante sin pensar, se puede vivir sin pensar.
El día los vuelve a descubrir, desnudos en la cama, un beso en la frente sella el final de una noche para ciegos. Se escuchan los rumores y se sienten los tumores de la calle, los chicos van a la escuela, y ellos, rendidos, se visten para proseguir la rutina de siempre. Un beso y una caricia marcan la despedida, nadie los mira, nadie los comprende. Cada uno se va por un lado distinto, jurando guardar el secreto, esperando que el secreto no se sepa ni se descubra.
Cuando la vida los devuelve a los quehaceres cotidianos y el fastidio los marca, los amantes, en secreto, vuelven a planear otro encuentro, para no ser vistos, para no ser escuchados, para vivir la montaña rusa que significa cargar todos los día con el secreto que ciertamente les hace sentir que están vivos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Epitafio…

Aquello que nos dicen o piensan cuando ya es demasiado tarde…

miércoles, 29 de julio de 2009

Milagros III…

Nos dimos cita en un restaurante de Devoto, ya que nos quedaba relativamente cerca a ambos, aunque debo reconocer que fui sin ganas. El hecho de tomarme el 107 y pasar cerca del LMD (Límite Mínimo de Defensa) me hizo recordar muchas cosas que no quería y pensar en que quizás pudiese ver a otra persona (cosa que jamás sucedió por suerte) que aún está en mi mente y cuesta demasiado esquivarla en mi atrofiada y cansada cabeza.
Al bajar del Bondi, encendí un cigarrillo y comencé a caminar las dos cuadras que me separaban de aquel destino, cuando me dí cuenta que aún estaba escuchando aquel disco de Mr Big que empecé a escuchar ni bien subí al Bondi. Si hay algo que me molesta es escuchar música mientras camino, es un cuestión psicológica que sólo se dá los sábados a la mañana cuando camino a la facultad y escucho aquel programa en la 100.7, pero que jamás se repite en el transcurso de la semana. Detuve mi marcha y apagué el celular, de todas maneras nadie me iba a molestar esa noche. Guardé los auriculares y vino a mi mente el mensaje escrito en aquel papelito que profería: “no puede ser que estés peleando siempre con tu melancolía”. Dije un improperio (que no pienso reproducir) como pensando, “¿qué mierda se cree esta mina, piensa que me conoce?. Inmediatamente le dí una seca terrible al cigarrillo para ultimarlo y reanudar mi marcha, ya sabiendo que iba a llegar tarde.
Efectivamente al llegar estaba Milagros esperándome en la puerta de aquel lugar, debo reconocer que estaba preciosa, como siempre, dándole la ultima pitada a ese cigarro (si se lo puede llamar así) y mirándome como diciendo, otra vez llegaste tarde. Nos saludamos e ingresamos a dicho lugar, recuerdo que la música funcional apenas se percibía, inmediatamente escogimos una mesa y pedimos lo que íbamos a comer. Ella pidió ese sushi que tiene atún, kanikama, y algo de salmón rosado (que realmente se veía bárbaro), yo por mi lado pedí unos fideos de arroz saltados con camarones, el mesero me dijo que eso no era japonés, pero me lo hicieron igual por suerte.
Una vez solos, la miré a los ojos y le pregunté:
-¿Qué estamos haciendo?.
-No sé. Me dijo ella.
Preferí hablar de banalidades y no tocar el tema del mensaje en el papelito por el momento. Y así fue, la comida habrá tardado algo así como 20 minutos en llegar.
-Comida de verdad, le dije y agregué, ¡vamos a entrarle!.
-Dale, parece buenísimo. Dijo ella mientras sonreía, como siempre lo hizo y como siempre lo hará, calculo yo.
Es menester decir que la comida era genial, ambos nos convidamos de nuestros platos y el buen vino ayudó a que la algarabía fuera mejor. Ambos no pudimos pedir postre dado el estado calamitoso que nos encontramos al finalizar la cena.
La idea era pagar todo yo, pero jamás me dejó ella, cosa extraña, pero por un lado (y siendo totalmente honesto) fue mejor, ya que me hubiese quedado a lavar platos para pagar lo que consumimos.
Salimos a caminar y fuimos a la plaza, los dos encendimos el necesario cigarro digestivo y del brazo comenzamos a hablar de esos temas que sólo a ella se le ocurren y que generalmente al común de la gente lo puede agarrar desprevenido y dejarlo atontatado. De todas maneras conversamos un rato largo hasta que nos sentamos en un banco de aquella plaza y nos quedamos mirando la nada. Se me ocurrió mirar al cielo y ahí estaba él, tan luminoso como siempre y admito que me quedé colgado un rato largo mirándolo, pero a Milagros jamás se le escapa un detalle y me preguntó:
-¿Qué mirás?.
-A Júpiter, le respondí.
-¿Y cuál es?. Cuestionó.
-Es ese que está ahí, el que brilla fuerte. ¿Lo ves?, interrogué.
-¿Ese de ahí?. Indagó.
-Si, ese. Le dije.
-¿Cómo sabés qué eso es Júpiter?. Preguntó incrédula.
-Hace años que miro al cielo, respondí sin dar mayores detalles al respecto.
-Eso es lo loco de vos, desde que empezamos a hablar por msn y por teléfono lograste que se me peguen cosas que decís, me dejaste pensando varia veces en frases que se te ocurren de la nada, y ni hablar de las cosas que leí tuyas, escritas de hace un tiempo y no tanto… ¿me vas a contar de ella en algún momento?.
Era la segunda vez que me quedé atontado conversando con ella, le dí una pitada al cigarro mientras pensaba una respuesta, la miré a los ojos y le conté más o menos como venía (viene) la mano. Un silencio lapidario se hizo cuando terminé de hablar… entonces dijo:
-Pero dejate de joder entonces, pensá en otras cosas, mirá otros cielos, buscá otro rumbos. Perdiste Ro.
Me quedé pensando en esa frase. “Perdiste Ro”… ella me abrazó.
-Vendería cara esta derrota Milagros, pero yo gané. Le dije.
Me miró con cara incrédula y me dijo: No, estás equivocado, perdiste, fijate como estás, y seguro que para ella la vida continúa como si nada hubiese pasado.
Su rostro me causó una ternura increíble, empero comencé a pensar en ese “para ella la vida continúa como si nada hubiese pasado”. Tras unos segundos le respondí: -Mirá, yo gané por que fuí sincero, hice lo que sentí y lo que me aconsejó el corazón, pocas veces hice cosas como esta por amor, y el mero hecho de haber dicho lo que sentía es ganar. Pero es una victoria triste, eso es verdad, no me salió como yo quise (por que en realidad nunca esperé nada, siempre supe que iba a perder), admito que mi olvido no la olvida, pero sigo convencido que si uno hace las cosas por amor gana, aunque pierda. ¿Se entiende más menos lo que digo?.
Su rostro me dijo todo, no entendió un carajo. –Pero vos no estás bien, es decir, estás todo el tiempo triste. Dijo mientras temblaba.
Le dí mi campera y le respondí: -Me parece que vos confundís mis problemas existenciales y mis vacíos con este tema del que estamos hablando. La verdad te quise mandar a la mierda de movida esta noche, pero ya hablaremos de mi nostalgia. Quedate tranquila que creo saber como defenderme de de ella, pero no metas a la nostalgia en este tema, nada tiene que ver. Yo lamento realmente que no se haya dado algo que quiero en demasía, pero me sirve para darme cuenta como funciona el mundo, por eso ahora respondo “vamos a ver” cuando me preguntan como estás. ¿Entendés?, ni yo sé como estoy.
El silencio fue terrible… tras caminar un poco por la zona decidimos ir cada uno para su casa.
Misteriosamente otro papel con un mensaje estaba en el bolsillo de mi campera.