miércoles, 6 de mayo de 2009

La ignorancia mata…

No hay una puta noticia, dijo el director de aquel diario, bastante enojado. ¿Pero qué quiere que hagamos jefe?, no pasa nada. Búsquenme noticias ya, para eso les pago. El portazo les indicó que allí se terminó la conversación. El gobierno ya había hecho un gran display de medidas a tomar y muchas ya estaban en marcha, políticamente estaba todo en “orden”, así que de inmediato se pusieron a buscar “historias de vida”, esas cosas siempre venden, pensaron y a la carga con eso. Tristemente hallaron muchas historias y con eso salvaron momentáneamente la situación, pero hete aquí que un periodista dio con una historia que le llamó fuertemente la atención, y es la historia que les voy a contar a continuación:
En la habitación 512 de un hospital del interior, se hallaba parte del ala de terapia intensiva. Misteriosamente todos los viernes los pacientes que se encontraban en la cama número 5 morían de causas desconocidas. El tema es que esto empezó a levantar revuelo en aquel hospital, jamás había ocurrido algo así, y claro, las noticias comienzan a correr y empieza esa suerte de teléfono descompuesto y las especulaciones también. Se habló mucho de ese tema, las teorías fueron de las más variadas, desde extraterrestres, pasando por un portal celestial que se abría a la misma hora todos los viernes, también se habló de un exceso de ondas electrostáticas que jamás pudo ser comprobado. Entre los médicos también se hablaban cosas, pero se cuidaban mucho de a quien se lo decían, temerosos por las pérdidas de sus puestos laborales y para no aumentar la mala fama que estaba ganando aquel lugar.
El asunto fue resuelto por un médico recién ingresado al hospital y es el día de hoy que aún no puede salir de su asombro. Obviamente el diario tuvo la exclusividad y el seguimiento del caso, la cosa fue más o menos así: luego de la sexta muerte, una enfermera se quedaba en el lugar supervisando lo que sucedía, el tema es que había una empleada que se dedicaba exclusivamente de la limpieza; por lo general cuando ella ingresaba en esa habitación, la enfermera aprovechaba para tomar un café o para ir al baño. Y Dios te libre de una sorpresa tan macabra, siempre que volvía a la habitación había un nuevo habitante en la necrópolis.
Lo que el médico aquel contó en exclusiva para aquel diario fue que al ingresar a la habitación pudo observar como la empleada, desenchufaba los equipos de aquella cama para enchufar la aspiradora. El azar y el bajo presupuesto en salud quisieron que las baterías de los equipos estén en mal estado y no funcionasen. La suerte decidió que aquel médico desenchufara aquella aspiradora y salve a aquella persona de la muerte. Le quitó los auriculares de los oídos a la empleada y le explicó lo erróneo de su proceder, casi al borde del llanto.
La empleada fue enjuiciada y sentenciada a una pena de 15 años por no haber tenido educación desde pequeña, algo muy típico en África.