Aquel viajero solitario se sintió un poco abrumado de la rutina y la panoplia de inconvenientes que fueron surgiendo, y como todo viajero, decidió salir de viaje, tal vez como una forma de escapismo, quizás para hallar respuestas, por ahí, para encontrar un poco de paz…
Todo comenzará cuando el motor comience a trabajar y su ruido me invite a avanzar por el sendero que tanto he anhelado. Me comentó antes de salir.
Y vaya si aprendió mucho aquel viajero solitario!, hasta pensó en escribir un poco de ese último viaje que tanto esperó… más siempre estaba aquel problema… Y a quién le cuento todo lo que aprendí y vi en mis viajes? , se preguntó.
El viajar solo tiene una magia inigualable!, la libertad es la que a uno lo acompaña, la soledad es con quien uno conversa largamente, uno mismo es el que espera al llegar al destino ansioso y dubitativo. Pero a veces, también están ellos, que aparecen inesperadamente, sin preguntar, solo aparecen, y son aquellos amigos, familiares y “esa” persona a la que nunca se le animó.
No sabe que es lo que le esperará en el camino, tampoco le importa. Sabe que mil espíritus en la ruta lo acompañaran. Y será en ese momento en el que el reloj se pare y hasta la muerte es la que esperará, pues el habrá de disfrutar cada kilómetro, cada instante. Eso pensé.
Y Mientras tanto va a hablando consigo mismo y la noche ahí está, observando, silenciosa, expectante. Así me contó una estrella que lo vio dejar atrás su kilómetro cero…