No me corras si te pido ir caminando, no me obligues a ser lo que no soy, un pantano que nadie quiere cruzar, es como un balazo sin dueño, no dispares contra el olvido si lo que quiero es recordar cosas, quiero soñar con ciegos recordando tuertos, rezar a los santos dormidos, caminar en el barro, soñar con dejar una huella que alguien alguna vez advertirá.
Me muerdo la lengua, bebo esta noche un poco de rencor y rabia por lo que fue, por lo que es, por desesperarme al no encontrarte y sufrir al encontrarte siempre donde no estás, anhelando hallarte en aquel lugar donde soñé perpetuamente que deberías estar.
La noche es fría y más si no estás conmigo, difícil es narrar ese sin fin de perlas que cuelga del cielo cuando uno no quiere ni mirar y se distrae en observar un psicrómetro o una botella que nada quieren pronunciar, o tal vez si, pero no tengo la capacidad para poder descifrar su mensaje y no quieren escuchar de mis relatos de tristeza, de tristeza que busca refugio de nuevo entre mis sábanas que ya no calentás más.
Copas vacías que narran historias de amor que ya no serán, sillas sin nadie en frente me invitan a sentarme y a beber de un néctar que jamás volverá, suena de lejos la calle en silencio, con todo un mundo en frente, esperando que el Sol salga a espiar y una Noble melodía suena de fondo, acompañada por pájaros madrugadores que me dicen ya basta de maquinar. Y es aquel viejo compañero, el vino aquel buen amigo cuando nadie quiere escuchar y no querés volver a casa y una Luna que empieza a despedirse porque no quiere perder protagonismo ante el sol y eso al mundo le importa tres cuernos porque no le importa lo que viene pasando por acá.
Unos ojos de mujer castigan duro y ella lo sabe tanto o más que yo, son bocas que hablan sin proferir palabra, son bocas que ya no se besarán en este amanecer y esa copa cómplice me pide a gritos que la tome, mientras ella sueña que nada de lo que pasó realmente pasó.
Es raro cruzar una ciudad con las manos frías, con esas manos que mueren por ese calor, manos que no calienta nada, manos que saben que esta vez la cosa se puso complicada y el horóscopo no sabe decir nada de lo que quiero leer, pero advierte que ella tiene la elegancia de una gran fragata, como la fragata Libertad, sólo que yo ando caminando a obscuras y sin mapas, aferrado a la ilusión de una luz, de esa luz que ya no vamos a alcanzar.
Mientras haya luces en un bar a lo lejos tenés un faro, me dijo uno que caminaba por ahí, para mí son todos zombis y pienso en lo inevitable de llegar a mi casa, y saber que hoy hace miedo en mi cama hace tiempo y que en algún momento me tengo que acostar.
Tocan bocina los sentimientos encontrados, se encuentran con piquetes de pasiones que no paran de gritar, se congestiona el alma por no saber expresar lo que el corazón brama y pocos se atreven a escuchar, cualquier pensamiento en pantuflas sabe a engaño y llega la hora en la que el vino no es buen consejero por más que uno lo sepa apreciar.
La noche no es tan gratis, nos cuesta un día, suelo recordar cuando canta el gallo y recuerdo que los dos recordamos lo que debíamos recordar y ahí si se viene la brava, la curva jodida, mordiendo banquina, es tiempo de volver a empezar…
Pellizca duro el Sol cuando amanece y aparecen extrañas sombras que pretenden hablar, afuera hay escarcha en una ruta desolada que parece no llevar a ningún lugar, es la ruta de mi vida, la que debo transitar si pretendo encontrar una suerte de salida a este malestar…