sábado, 28 de junio de 2014

La caja negra...

Es bien conocido que la caja negra es un dispositivo destinado a guardar y registrar datos de distinta índole para su posterior análisis una vez hallada o recuperada. Tras la gran pérdida de hace un tiempo me dispuse a buscar la caja negra que parecía no poderse abrir por cuestiones más bien técnicas, pero sobre todo, lo más dificultoso es que estaba enterrada en una especie de ciénaga infernal a la cual, para serles sincero, no estaba dispuesto a aventurarme con dicha finalidad. El proceder fue cauteloso y lento, más bien cuidadoso agregaría, el contenido con el que se puede topar uno adentro, rara vez es lo que se espera y ¡claro!, las convicciones sólo son un lujo que tienen aquellos que se dedican a observar, lo que claramente no es mi caso en los últimos tiempos. Generalmente hay que estar preparado para lo que uno pueda llegar a encontrar en elementos de éste tipo, quizás por ello es que me tomé mi tiempo para destapar aquella caja de truenos y tormentas. En mi interior creo que buscaba de alguna manera converger con un instante que defina/redefina la noción infantil del romance o al menos, aquella versión de lo que mis anhelos decían que debía ser... jugando a la rayuela, encontré lo que se destacaba como la primer pista de los acontecimientos sucedidos a modo de eventos, aquello que no está presente y que el tiempo cachetea, entre ellos descubrí tener mañas domésticas, que se terminaron constituyendo en rituales existenciales, silencios, baraúndas de preguntas y dolores que a nada llevaron, ayudas sin eco que terminaron donde uno suponía que iban a terminar, vale decir, en aquel cruce entre la cortada llamada decepción y la calle despedida. Un poco a la más a la derecha de aquello, localicé letras perdidas en un block de hojas olvidado, un par de trenes que vienen con retraso y lágrimas que esperan a ser derrochadas cuando valga la pena, eso sí, sabés que ya nunca serán por vos ni por nada que a vos refiera, pues, verás, al husmear en esta caja negra, la caja negra de nuestro amor, sólo pude descifrar las siguientes variables: vientos, tormentas, truenos, granizo y relámpago, variables nada buenas para un vuelo seguro o con ilusiones de un final feliz. Quizás por ello tanto vos como yo sabemos que los despegues son opcionales, ahora bien, los aterrizajes son obligatorios... Por eso siempre fue peligroso para ambos salir a volar con sólo un paracaídas, siempre supimos o aprendimos a entender que tarde o temprano los dos íbamos a tener que saltar... Y así es la historia, siempre hay que analizar, estudiar, investigar la razón y consecuencias de los accidentes de éste tipo, no sé si lo hago para perdonarme, más bien es como una suerte de exorcismo, para ahuyentar demonios. Pero no olvidemos que los demonios no son más que ángeles caídos... viendo en retrospectiva en tu caso no es así, sos una suerte de demonio disfrazado de ángel viviendo a imagen y semejanza de lo que son los "otros", los demás. Por creerte igual sin serlo, por tus carencias y tu afán de ser como nunca vas a poder ser es que sufrís tanto, pero ¿Qué más dá?, si a fin de cuenta el salario a principio de mes cubre las necesidades básicas de carteras, ropa de marcas prestigiosas, viajes y navegaciones ó salidas para sostener esa imagen que tanto anhelas. Al instante otra representación, la mía, donde veo que estoy viejo, mañoso y gruñón, yo me definiría más bien amargo. Con el correr del tiempo reinventé microespacios masculinos que son bastiones difíciles de ser entregados a futuro con una mujer; encontré sentido a muchas cosas, por ejemplo, se dice "hasta que la muerte nos separe", cuando lo que nos separa es la vida, aquel viejo dicho que profiere: "el amor lo puede todo", cuando estamos hartos ya de probar empíricamente cualquier método para lograrlo y a sabiendas de que con el amor no alcanza en muchos casos, máxime cuando la soberbia, la falta de comprensión y el no saber escuchar al otro nubla cualquier intento de acercamiento o por qué no, de entendimiento. Reconozco que soy muy torpe a la hora de poner el corazón arriba de la mesa, es más difícil aún cuando dentro de uno hay un consorcio de tipos pateándose, gritándose, peleándose, buscando tener la razón y saturando el aire con lo que son, casi todos miserables, a veces un ratito aunque sea. En la cresta de esa función senoidal sólo puede converger el pandemónium. Ambos lo sabemos... los dos conocemos que pagamos muy caro nuestras desprolijidades. También sabrás comprender que estar enojado no es buen consejero para escribir, ahí se juntan todos los sentimientos que andan cerca y no sabés cual es genuino y cual no, por eso es que tardé tanto en abrir la caja negra, sabía que no era el momento cuando quise hacerlo, entiendo que éste tampoco es el mejor, pero es el que me place y por ello lo hago, a mi modo, para variar, como me sale. En el amor de pareja la disponibilidad del objeto atenta contra el deseo. Es probable que el deseo siempre esté en fuga, por eso creo que los celos están basados en nunca haber aprendido a amar, amar de verdad y no por mostrar una imagen o cubrir vacíos con regalos de aparente profundidad, como si la imagen esa que mostrás fuera vagamente lo que el amor verdadero es. Después de cierta edad uno se pone más introvertido y hace escrituras que son como autopsias, lo mismo pasa cada vez que uno se dispone a abrir una caja negra o a revisar viejos libros de bitácoras, es decir, uno tiende a ser fotográfico y hace pequeños retratos de lo que se dá en un barrio, en el amor o en un grupo. Yo, a la larga, sentí ganas o mejor dicho, me fue más fácil referirme a lo que mejor conozco, o si querés, lo que es el mayor de los misterios que quiero descifrar, que es de la piel para adentro. Puede llegar a ser difícil, porque atreverse a ser “hombre rana” de vos mismo te puede llevar a encontrar bastante dolor allá abajo, en el fondo. Ese dolor al que me refiero, en parte es por vos, por tu traición posterior, por lo que resultaste y no te preocupaste en cambiar ni en advertir... la impunidad fue tu escondite, es la obscuridad sonde te albergás y te hacés anónima, es tu claro refugio y lo que te atormenta al mismo tiempo.