lunes, 4 de julio de 2022

Me llaman y abrazan…

Me llamó desde muy lejos, sabe bien lo que pasó.
Me mostró que estamos solos cuando se apaga todo.
Me señaló el Sol de la mañana porque tengo que trabajar,
no hay lugar para el misterio de vivir en la Tierra.
 
Esta noche tengo ganas de brindar por ellos dos,
y pensar sobre misterio de estar vivos al menos hoy.
Deja atrás la obscuridad, es lo mejor que podés hacer.
Uno cree en la felicidad, pero del dolor no se vuelve.
 
Miramos el mundo desde la ventana de un primer piso,
nos asomamos y respiramos pensando que estamos vivos.
Esta noche, es mi noche y con ustedes quiero hablar,
la esperanza de un nuevo abrazo que viene y no se va.
 
En las sombras de estas sierras, la música y un sentido al pasar,
detiene el tiempo con acordes, mil recuerdos y anécdotas.
Hoy les cuento de mis amores como un fracaso más,
la constante de mi vida que resiste a cambiar.
 
Me susurró desde el arroyo, sabe bien que voy a callar,
por los días que se fueron y por todos los que vendrán.
Miro lejos, allá lejos, la mirada sin mirar,
el bostezo disimula una lágrima asomada.
 
En la fiesta de la noche, las estrellas se atenúan,
es el Sol que me señala que es tiempo de despedidas.
El silencio como muestra del olvido y los que quedamos,
la mañana, mi cabeza y mis amigos son un pogo.
 
Allá están, ellos me llaman y abrazan a la distancia,
corro atrás y nunca llego, se me escapan una vez más.
Me dejaron un surco en el mar y el tiempo por si un día
quiero verlos, hasta donde la vida nace y nos pone al borde.