miércoles, 22 de septiembre de 2010

El remanso (tercera parte)…

El otro día, cuando te fuiste y nombraste a Cecilia, volví a pensar en ese sueño y en ese cuerpo, yo sé que eso fue lo que nos terminó alejando por completo, ella sabía algo que yo nunca le conté y volví a soñar con ese cuerpo, ese río, esa noche, con todo. Al día siguiente a la tarde salí a recorrer el río, me detuve un rato a observar el Cerro del Amor que estaba lleno de gente, también aprecié como el cielo de a poco comenzó a taparse por nubes grises obscuras; así que decidí comenzar a caminar por la orilla del río, el Sol comenzó a ocultarse detrás del Cerro Tres Picos y yo seguí caminando por la orilla, de repente el ruido del agua golpeando las piedras me despertó, había caminado mucho tiempo y no me había dado cuenta. ¡Te digo que no Gastón!, eso no era un sueño, lo hice de verdad, dejame que te siga contando. Ya ganaban las sombras a la poca luz que había y las plantas estaban en todos lados y llegué a un remanso en el río, una parte profunda, como si hubiese un pozo grande, entonces pensé que ese lugar me era familiar de cierto modo, nunca había estado en aquella parte del río, no la conocía, pero la conocía a la vez, entonces todo fue muy claro, enseguida se me vino aquel sueño a la cabeza, también se me vino Cecilia y vos, el café, la ventana, los árboles, los pájaros, mi perra corriendo, las serranías, todo en mi mente en un sólo instante, como si estuviese próximo a explotar en mi cabeza.
Esperá Gastón no te vayas, ya sé que es tarde, pero estoy por llegar al final, por favor sentante, ¿querés que haga más café?. Bueno, como quieras, pero escuchá el final de mi historia.
Sentí la necesidad de quedarme allí un rato, pensé que si me quedaba aparecería ese cuerpo flotando cara arriba y por fin podría sacarme de la cabeza ese nefasto sueño, saber de quien era ese cuerpo, recordar aquella cara; todo concluiría. No Gastón, por favor, no digas que te pongo nervioso, por que el nervioso era yo en ese momento; esperé por al menos cinco minutos, comenzaba a hacer frío y yo no estaba muy abrigado, esa noche no había luna y encima estaba nublado, cuando de repente advierto que algo venía flotando aguas arriba en el río, y creeme Gastón no miento cuando te digo que empecé a temblar del miedo, flotaba y se acercaba muy lento, pensé en irme, pero sentí la necesidad de quedarme, quería ponerle un fin a esa sensación y a aquel horrible sueño.
Lo que flotaba era un cuerpo, vestido de blanco como en mi sueño, allí comencé a temblar más aún, de repente todo estaba muy claro, en mi sueño era igual, empecé a recordarlo todo y pude ver el rostro de aquella persona que flotaba en el río, fue allí cuando rompí el silencio con mi llanto, y en ese momento aquel cuerpo que flotaba en el río llegó a mis pies, era ella Gastón; ¡era Cecilia!, como en mi sueño, era el cuerpo de Cecilia flotando en el río Sauce Grande.
No Gastón, no te vayas, ¡esperá!, es verdad lo que te digo, ¡no estoy loco!, por fin el sueño se terminó en aquel remanso Gastón, el sueño se terminó.