¿Sabes cuánto tiempo pasa
hasta que se despide la tristeza? ¿Alguien sabe a dónde van los poemas que no encuentran receptores?
¿Cuántos días van a pasar hasta que no te piense todo el tiempo? ¿Vos pensás en mi en algún momento? No, seguro que no, eso es una pérdida de tiempo absoluto.
Recuerdo tus ojos empapados, esquivábamos nuestras últimas miradas, como si un pacto de no llorar estuviera implícito, como si había que capear ese momento.
¿Sabes acaso cuándo vuelve el brillo a los ojos? ¿Y si a lo mejor somos hologramas?
Nunca pude ser cronista de mi época, ni radiografiar mi vida. No soy un buen acompañante de nadie, me falta ser más generoso y menos gruñón. Cada día lo noto más.
Mis cartas ya están marcadas por el paso del tiempo. Soy un señor que entiende que vive con los malos entendidos y al comprender eso, uno se forma como un tipo más solitario, donde cada vez nos es más difícil mentir, porque mostramos más a menudo lo que nos avergüenza.
Lamentablemente yo no elijo sentir lo que siento, y lo que hoy siento me descorazona. Intento menguar eso siendo hospitalario con mis caprichos, la mecánica, la música, la ciencia; pero sólo sirven como una decoración, como en las paredes de las pizzerías que están llenas de cuadros de los jugadores de fútbol o banderines de los clubes.
Se me cayó un final y un comienzo se pierde siempre…
¿Cuántos días van a pasar hasta que no te piense todo el tiempo? ¿Vos pensás en mi en algún momento? No, seguro que no, eso es una pérdida de tiempo absoluto.
Recuerdo tus ojos empapados, esquivábamos nuestras últimas miradas, como si un pacto de no llorar estuviera implícito, como si había que capear ese momento.
¿Sabes acaso cuándo vuelve el brillo a los ojos? ¿Y si a lo mejor somos hologramas?
Nunca pude ser cronista de mi época, ni radiografiar mi vida. No soy un buen acompañante de nadie, me falta ser más generoso y menos gruñón. Cada día lo noto más.
Mis cartas ya están marcadas por el paso del tiempo. Soy un señor que entiende que vive con los malos entendidos y al comprender eso, uno se forma como un tipo más solitario, donde cada vez nos es más difícil mentir, porque mostramos más a menudo lo que nos avergüenza.
Lamentablemente yo no elijo sentir lo que siento, y lo que hoy siento me descorazona. Intento menguar eso siendo hospitalario con mis caprichos, la mecánica, la música, la ciencia; pero sólo sirven como una decoración, como en las paredes de las pizzerías que están llenas de cuadros de los jugadores de fútbol o banderines de los clubes.
Se me cayó un final y un comienzo se pierde siempre…