domingo, 26 de febrero de 2023

Haciendo cuentas conmigo…

Mi viejo nunca me habló del amor, creo que nunca lo haremos y entiendo que, hablando con un psicólogo, nadie me va a decir ya: esto te va a pasar cuando te enamores... uno siempre hace lo que puede y nunca es demasiado. Jamás nadie es más estúpido que cuando está enamorado. Es una suerte de trampa y nadie quiere estar atrapado.
Nunca descubrí quien soy por andar buscando lugares y cosas. Hoy estoy haciendo cuentas con mis lacras y renaciendo por undécima vez en la semana, pero mientras lo hago, me pierdo buscándome y me fallo al prometer y soñar imposibles.
Me hundo en mi soledad haciendo lo correcto y eso no me hace mejor, ni admirable; me diluyo en mi cansancio, me entrevero en mi actualidad, siento que estoy encerrado con mis miedos bajo llave.
Se me acabaron los principios. No llego a ningún lugar. Pienso siempre que terminaste siendo el obstáculo que no supe ver venir. Me araña el corazón lo que escucho y siento en estos días y aunque logre cierto dominio de mi oficio después de un rato, me doy cuenta que sigo siendo ineficaz.
Mucha gente embellece mi vida, me hubiera encantado que sigas estando, porque de algún modo siempre advertiste que no puedo domar mi melancolía y con tus fotos, tus videos, tus charlas y compañía cada mañana, me ayudabas a que me olvidara por un rato de ello.
Perdí la sensación de que todo está por hacerse y que hay aventuras, pero no pierdo las ganas de buscarlas.
La mayor parte de las cosas que me pasaron nunca las soñé. Es como una carambola, nunca hubo un plan. Por ejemplo, la música es algo que me gusta escuchar, y por mis amigos pude hacer. Mi viejo inexpresivo, pero a su manera compañero, me asistió en mi aventura musical y es por ello que siempre le voy a estar agradecido. Extraño mucho hacer música. Intento hacer todo lo que hago mejor. Una especie de responsabilidad personal de un diletante.
Me veo más consciente y responsable de todo lo que hago, con la edad uno baja la vara de las cuestiones buscando acomodar el kiosco de la existencia, buscando tener salud, ser un buen hijo y no ser una persona genial que se acomode a todo. No me imagino envejeciendo, siendo igual a hoy; si es que dejo algún tipo de obra, espero no dejar vergüenza. No creo que hacer arte sea un oficio que te imponga hacer todo bien de por vida. Funciono pensando que el arte pretende de algún modo hacerte trascender.
La melancolía no es angustia, es una tristeza, a lo mejor, es prima de la nostalgia. Quizás es una añoranza a ciertas batallas y peleas que uno ya superó, o a lo mejor, no es más que el paso del tiempo por cuestiones que ya no van a volver. No tengo un calendario de melancolías, pero hay situaciones que me hacen pensar que todo es distinto. Discos viejos, o bailes, o pensar en el pasado. No me quiero volver un viejo amargo que piensa que todo tiempo pasado fue mejor, pero, si considero mi pasado con una sonrisa siempre, y me encantaría seguir jugando al fútbol con Marcos a la noche en Lugano, o trasnochar con Germán haciendo canciones, y también ser un adolescente y caminar cincuenta cuadras con mis amigos, fumando algún cigarrillo para llegar a un boliche. Y también volver con el desgano de que a nadie le interesaste, borracho y en zigzag. Y es que al mundo no le importabas y a vos no te importaba tanto el mundo en esas épocas.
Hace poco caí en la cuenta de que si te llaves bien con la soledad, se arma una especie de ecosistema que no es tan fácil de compartir. A lo mejor, uno no sabe compartir, sino más bien, invitar a tu soledad a alguien por un rato. Los vínculos son muy complicados. Generalmente se los decora con sanidad familiar, pero por cómo se me dio, en mi caso eso es imposible. Por eso cada tanto reviso esos contratos.
Creo que, en el futuro, todos harán con el amor lo que puedan. Si fueras vos, que lees esto, hubiera apostado por otros tipos que no fuera yo.
Hoy me planteo que uno no sabe por qué está con una persona o por qué no, no sé si es genuino; cada vínculo es una suerte de apuesta en la que uno está en un casino tirando fichas y ves como el crupier se lleva tu ficha, aunque muy de vez en cuando le atinas al rojo… y no es un pleno, pero el amor es un deporte de contacto donde vas a salir lastimado siempre.
Nunca soy más tarado que cuando estoy enamorado, me noto a merced de las torpezas propias de un enamorado en todas mis acciones y formas de expresarme. Este escrito sin ir más lejos…
La eternidad y la felicidad plena se termina a 50 cm del suelo y eso me aterra.