miércoles, 21 de abril de 2010

A aquella dama…

Hoy le voy a hablar/escribir a usted, si a usted lector, permítame jugar un rato con su imaginación, con los riesgos que ello implique… quizás está usted en este momento en México por poner un ejemplo y casualmente llegó a este blog buscando la piedra filosofal que oportunamente tipeó en google y el buscador equívocamente lo direccionó para este blog, si es así, amargo será su desengaño ya que si existiese la piedra filosofal (y si yo la hubiese conseguido/logrado) la hubiera vendido al mejor postor hace tiempo y créame, no soy una persona materialista, pero mi sueño es no trabajar y “gastar” mi tiempo en las cosas que más disfruto. Ahora, en cambio, si usted es un lector habitué o es esa lectora que fantaseo siempre que entra y lee mis entradas para ver que desvarío escribo cada semana, le propongo que piense conmigo: ¿qué es la melancolía?.
¡Ya sé!, vá empezar con que soy repetitivo y todas esas weas, pero le propongo de verdad pensar en ello… en todo caso a mi siempre me acusaron de ser un gran melancólico (nunca lo negué), pero es un buen ejercicio pensar un poco en eso. ¿Se anima?...
Mientras Ud. lo hace yo pensaré en el desplazamiento del eje terrestre tras el terremoto (brutal) que aconteció en Chile, también dedicaré mi tiempo a tratar de entender (de alguna manera y haciendo sobreesfuerzos) a lo oposición política que impera en mi país y destroza todo lo bueno que puede llegar a hacer un gobierno, eso si, permítame tener opinión política por favor. Autoríceme a pensar en los 3 cm. anuales que se aleja la Luna, pero atención, le suplico no me deje discurrir en una noche sin ella; y si lo desea, concédame pensar en París y en Francia, eso siempre me gustó, al igual que los Mirage y el Rafale que tan bien hicieron volar. O si es tan amable déjeme coquetear con personas que sientan nostalgia (por ponerle un nombre) de las misiones Venera de la ex URSS. No vaya a pensar que soy comunista, pero hay cierta grandiosidad en esas épicas misiones que no las tienen las que van al planeta rojo… sabrá comprender soy un romántico y detrás de mi cinismo se halla un admirador de las causas perdidas.
Calculo que para cuando esté leyendo esto habrá tenido tiempo suficiente para reflexionar en base a la premisa que sugerí, de no ser así, sepa disculpar el breve período de tiempo, es que verá usted, cuando uno escribe, la magnitud tiempo tiende a desparramarse sobre el cerebro y esta hoja digital donde estoy escribiéndole a usted misma en este instante. Es increíble que delante de mí haya un papel que no existe y que estas teclas jueguen a ser mi letra.
Ahora bien, nostalgia le llamo yo a ese hueco que usted ha dejado (de forma prevista y con aviso –aunque no oral ni escrito-) y que en éste caso, su servidor no ha podido rellenar de forma alguna. Yo sé, dirá, este muchacho es un idiota y en cierta forma concuerdo con usted, toda vez que cada tanto tengo pensamientos recurrentes o sueños donde Ud. aparece de manera intempestiva cortándome no sólo el sueño sino también la respiración, y yo siempre la abrazo y le digo lo mismo: “te re extraño”; pero sepa que he tratado de luchar contra ello escribiendo una poesía invisible que nadie se enteró y nadie por ende conoce, que llegado el caso (y la necesidad) publicaré para que Ud. Dama noble, se entere de lo que vengo pensando y no resuelvo, o si lo quiere, resolví y no supe entender las consecuencias de tal acción, aunque la valoro y acepto como tal.
Ciertamente prefiero que la nostalgia sea sólo de uno y no compartida, sino caeríamos recurrentemente ante un mismo error, cosa que sé muy bien que Ud. está harto preparada (o no) para situaciones como estas, con lo cual ya ha de haber ideado un modo sistemático para no caer en esa suerte de “depresión” tras cada adiós que afronta (si consideramos que todos actúan al igual que yo), cosa que dudo, ya que no suelo seguir patrones preestablecidos de conductas si es que los hay.
Nostalgia siento por aquel viaje en 2008 a las sierras bonaerenses y a mi pensar en usted en el transcurso de ese viaje, y créame, aunque yo no lo sabía, ya pensaba en Ud. De todas maneras y a razón de consuelo, le comento que siento melancolía por los paisajes que mi retina guardó y que espero pronto pueda revivir de alguna manera… eso si, con el proyecto siempre, de allí irme a vivir… Ud. sabe mejor que yo que ni las rutas, la historia y las Malvinas pueden salir de mi cabeza y de mi corazón y eso es bueno por que estoy seguro que me conoció más que muchos de los que hoy dicen ser mis amigos; a la vez eso no está mal, por que ellos no se dieron el lujo de hacer lo que usted, por motu proprio hizo.
En fin, Ud. ya conoce mi dicho “si uno habla mucho de algo es por que nada ha resuelto”, y puede creerme que yo si he resuelto lo nuestro, obviamente a mi manera, que como sabrá no siempre es la mejor pero es la única que por el momento me sale. Ya he probado ser una roca, ser un llorón, y todas las variantes intermedias que puedan llegar a haber, pero siempre termino donde partí, donde Ud. me conoció (hasta donde se animó), en aquella línea de partida ya gastada de tanto volver.
Entonces si me permite, déjeme contar como vá a seguir ésto y como le voy a dar vuelta este texto sin que se dé cuenta. Mañana fumaré la misma cantidad de cigarrillos que hoy, siempre y cuando no haya otro aumento como los que están viniendo últimamente, luego planearé una visita al observatorio del Parque del Centenario que jamás voy hacer por que seguramente alguien me llamará y me propondrá una alternativa a los planes originales… seguramente tomaré alguna bebida alcohólica de esas que a mi me gustan por su alto contenido de etílico y que no me permita pensar más de la cuenta.
Al día siguiente le hablaré a su recuerdo y le diré: le propongo que piense conmigo; ¿qué es la melancolía?.