miércoles, 28 de octubre de 2009

Revisitando momentos…

La habilidad que tengo es la de juntarme con gente de verdad (a veces fallo bastante) pero por lo general es así, los resultados son la consecuencia de ello, siempre fue un riesgo a asumir. Visito frecuentemente al pasado, el Domingo pasado tuve una de esas noches de repaso con Germán, más emparentado a una charla que a otra cosa, eso si, ambos siempre con el barco por debajo de la línea de flotación, a esta altura es algo común y pocas veces le damos importancia a ese pequeño detalle.
La contundencia estuvo dada en ese viejo cuento que profiere que “menos es más” y fuimos derivando durante toda la noche con un Callia escuchando aquella charla y con el buzo de DT puesto. Son esas noche donde ambos agregamos un poco de aire a la rutina, acudimos a aquel inflador moral y psicológico, proyectamos cosas a futuro (a veces bastante distantes), comentamos sobre las ansias de concretar los estudios, pero no detenerse allí, seguir adelante con otras cosas, lograr que no pierda aire este sainete.
Hay una suerte de elegancia que viste nuestro envejecer, ya no consideramos como importante la cacería sino que ahora la importancia está dada en la captura fruto de la misma. Y es bueno verlo ahora a la distancia, es decir, fui un garabato durante mucho tiempo y mis amigos fueron los mejores terapeutas durante ese largo período, ellos me ayudaron a entender que a veces no había que poner el pecho y pelear para ganar, pero también juntos fuimos poniéndonos la armadura y nos bancamos crecer sn posibilidad de poner piloto automático, siempre improvisando, qizás a veces no tanto, aunque los resultados no están muy a la vista, las medallas o trofeos que supimos conseguir son sólo nuestros, y eso nadie nos lo quitará.
Parte de mi ADN es mi amigo Germán y a él le estoy agradecido en muchos aspectos, por acompañarme en este viaje, por calcular ejercicios juntos, por la ayuda desinteresada, por que es una de las pocas personas que no compite y eso lo hace grande, y hoy acá estamos definitivamente retirado de la impostura rockera con cara de malo, pero manteniendo ese sentimiento por dentro, y esa noche miramos con largavistas tiempos de Heavy Metal, de rallyes adolescentes, de horas de componer música, de jornadas enteras de derrapes sin dormir, de autos que nos dejaban tirados en San Telmo, de pan dulces tirados desde aquel noveno piso y que casi mata a Nicolás que intentaba atraparlo cual arquero, de encuentros en ese bar de Lugano, de noches de insomnio y charlas feroces por radio, de poesías incompletas (o poco completas) de amores que naufragaron para nunca volver, de discusiones de política, de economía y de Perón, de nuestros proyectos abocados a la educación, de personas que no vimos más y de escabios que en vez de asesinar, curaban heridas que sangraban a más no poder.
Canilla libre de repertorio fue la premisa y “El Rifle” siempre irrumpe como francotirador autorizado y dispara con certeza en el blanco a la hora de preguntar y más allá de sus adornos discursivos, te hace crecer, cada conversación con él te hace crecer… Lastima que las noches se están volviendo más cortas…
Vimos la hora y era tardísimo, nos dimos un abrazo, acomodé todo así nomás y acá nadie vio nada....

Vaya este pequeño homenaje a vos amigo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Triscaidecafobia (12+1 como quieran)…

Este flasheo empezó con un singular viaje de ascenso en un ascensor (perdonen la redundancia) de una importante torre a la que tuve que ir por motivos ajenos a mi voluntad, la verdad hubiese deseado no ir, pero Pancho Ibañez dijo que todo tiene que ver con todo en el deporte del hombre y creo que esto lo termina confirmando. La cuestión es que al mirar el panel con los botones noté un faltante: del piso 12 se pasaba al 14. Actitud discriminadora hacia el número 13, que folklor pelotudo che, vociferé alarmando a un caballero que compartía la cabina conmigo. Al explicarle, el tipo con un gesto amable de su parte, comprendió a que me refería y me terminó dando la razón. Hete aquí que la cosa no se termina ahí, para variar mientras esperaba en un sillón de una sala de espera (donde parece que uno si o si debe estar aunque más no sea por un minuto antes de ingresar a un despacho), un desfile incesante de pensamientos marcharon por mi cabeza (para variar), y empecé a escribir esto pensando en aquel desgraciado número.
En la última cena, fue Judas Iscariote el último en entrar, y con él eran 12 (Jesús y los 11 apóstoles), pero si hubiesen sido 13 ¿la iglesia lo hubiese cambiado?. ¿Y si en realidad hubiesen sido 13 las monedas por las que Judas vendió a Jesús a los Romanos?.
Pero aparentemente hay una cuestión intrínseca en que todo debe ser “par”, 12 meses, 11 apóstoles más Jesús, 12 dioses del olimpo, eso es raro che, los signos del zodíaco eran 13, pero por algún motivo a Ofiuco lo sacaron para que queden 12 y no 13 signos. Ni hablemos del tarot donde la carta XIII marca a la muerte en su figura ilustrativa, pero más allá de eso, existe una creencia (iberoamericana) del martes 13, hablando de esto, investigando pude descifrar que este día está incrustado a la creencia de que ese día se produjo la confusión de lenguas al caer la torre de Babel (como me hubiese gustado estar ahí). En la cultura anglosajona esto no es así y el día nefasto es el viernes eso si, siempre manteniendo el mismo número, creo que era por la muerte de unos templarios o algo así, después de todo no soy profe de historia (aún) ¡jajaja!.
Recuerdo que al volar en avión haciendo la ruta Puerto Montt-Santiago de Chile, la línea aérea no asignaba este número a ningún asiento poniendo en su lugar el 12bis, si, no lo recordaba pero este ejercicio ayudó a hacerlo por desgracia.
Ni hablemos de la nefasta historia del Apolo XIII que por suerte fue una desgracia afortunada, pero sin dudas llevó a elevar a grados superiores el odio/temor a este número.
Lo peor es que tal creencia no tiene fundamente lógico o científico alguno y como muchas cosas y ahora apoyada por la efervescente globalización todas estas creencias la importamos o las exacerbamos a niveles que son impensables, o mejor dicho, que no queremos pensar hasta que realmente nos ocupamos un rato en hacerlo.
El reloj digital marcaba la hora 13 cuando cerré el cuaderno en aquella sala, el hambre me estaba volviendo un poco loco y rogaba que el trámite sea lo más expeditivo posible… 13 minutos después estaba dentro del despacho e irónicamente sonreí al ver aquel reloj marcando las 13:13hs evidentemente tenía que mirarlo precisamente en ese instante.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Noche en off…

El tema de los fantasmas estaba jodido esa noche loco, y no aprendo más que la nostalgia no es negocio. Realicé una triple mortal en mi cabeza, pero al caer mis pensamientos recibieron 3 o 4 puntos de sutura; hay que aprender a no hacer malabarismos cuando el corazón está en otra... me planteé cambiarle los pañales a esta tristeza, ponerme los zapatos de campeón, pero nunca pude comprender por que siempre me quedaron enormes, lo mejor será clavarse un buen tinto para no escuchar a algunos demonios que rondan en mi pieza. Que así sea.
Con brújula es más fácil ¡che!, me dijo una persona hace unos días atrás, yo vengo andando sin mapas y con esta mochila tan pesada que ya ni el rumbo que seguía encuentro, pero descubrí una cosa re loca: las paredes que fuí levantando (con el correr de los años), noto, recién ahora, que están en falsa escuadra, malparida suerte la mía, no hay un carajo en la televisión y un fantasma me quema la cabeza hablando boludeces.
Me estoy poniendo viejo para crecer y eso me está molestando, esta noche te desenterré, pero fue por accidente, no lo quise así, podés creerme. Lluvia, eso es, eso puede baldear las huellas, puede hacerme perder el tren y se termine así este lío. Acá no hay héroes que me salven, y con fiebre y con ese goteo de recuerdos, caí tacleado en mi cama, para dedicarme a escuchar aquella lluvia en el patio de casa. No tenía hambre, no tenía nada de ganas ni ganas de nada, escuché un par de discos mientras intuía a la Luna fisgonear por entre las nubes (no fue tarea fácil), hastiado, decidí salir a caminar…
La moneda giraba en el aire cuando ya había decidido donde ir a parar… aquel bar cultural ofició de refugio y distracción para no enfermarme más. Allí pedí el ya clásico whisky mientras escuchaba a unos muchachos tocando música peruana, cuando inopinadamente cayó Germán en aquel lugar, grata sorpresa para ayudar a la distracción, pero algunas noches son jodidas cuando dos melancolías se juntan a conversar. Se desplomó la tristeza por su propio peso durante la charla, pero el whisky corrigió su masa alivianando la carga, mientras El Rifle juntaba las estrofas de un verso sin rima e incompleto que descarté tras el sorbo final. Y es que a veces llega un momento que te cansás de salmonear nadando contra la corriente, así que preferimos preguntarnos otras cosas, cosas simples como ¿por qué siempre que nos juntamos está nublado?, cosas así, sin sentido, sin valor alguno, a veces se puede charlar sin pensar, desconectar el cerebro y vivir un momento más que no suma ni resta, que seguramente no volvamos a recordar.
Y así luego de unas horas de hablar sobre nada y con la mirada del mozo implorando que nos vayamos, disimulando lo triste y conservando la calma, ambos marchamos.
“Me enamoré de tu ausencia”, pensé mientras caminaba de regresó. Linda forma de terminar una noche en off, antes de desmayarme en mi cama.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Juegos de la imaginación (cositas simples)…

Mientras yo escribo esto hay una balacera en Afganistán, alguien está trabajando, otro subiendo a un colectivo, si, mientras escribo esto alguien está naciendo y lamentablemente algún niño está muriendo de desnutrición, una niña está con frío en la estación Constitución y Cristina debe estar durmiendo sin imaginar esto que imagino mientras escribo.
Mientras yo escribo esto, vos debés estar haciendo algo que por demás desconozco, seguramente está ocurriendo un incidente en algún barco, a decir verdad hay unas 6.000 millones de variables distintas para imaginar, quizás alguien está haciendo estadísticas (sacando promedios, desvíos medios y standard, la moda, etc), ella debe estar terminando con él, o quizás él está fumando y tomando un whisky en un bar tras su abandono. A lo mejor un pibe de 16 años está componiendo un tema que dentro de un año suene en las radios y lo lleve al estrellato.
En este mismo instante un avión está despegando y otro aterrizando en algún lugar del mundo, también se deben estar enviando datos vía satélite, y la Voyager 1 debe haber superado las 109,71 UA (Unidades Astronómicas, algo así como 16.414 millones de kilómetros del Sol) pasando la zona heliofunda para entrar a la heliopausa, algo más de 14 hs después de que yo termine de escribir esto, llegarán los datos de esta sonda a California y serán los datos que registró mientras yo estaba delante del monitor con mi cigarro encendido, mi vaso de cerveza y esta idea que les estoy comentando.
Mientras juego con mi imaginación, una máquina térmica dejó de funcionar por un desperfecto mecánico, Fobos se acerca más a Marte y la Luna se aleja un poquito más de nosotros, alguien pinta un cuadro, o una pared, otro lee un libro o quizás está escribiendo como lo hago yo. Algún universitario debe estar desvelado estudiando para un problemático parcial, una brisa debe recorrer la RP 76, un indeciso se debe estar animando a decirle a esa chica cuánto la quiere. Mientras pienso en esto que escribo, alguna lluvia debe estar baldeando un patio, un elefante está siendo capturado y algún valiente debe estar con el arma apuntando a su sien. Otro está tomando unos mates y otros debe estar escuchando al igual que yo a Ray Charles, en Rusia se debe estar celebrando un Contrato; mientras en Honduras Zelaya debe estar descansando para afrontar el día que le espera mañana, en Marruecos alguien festeja su cumpleaños y en Australia un canguro es atropellado por un auto.
Mientras yo escribo esto pienso que vos podés ponerte a pensar un segundo o intentar imaginar lo que yo hago, de todas maneras para cuando lo leas, puede que el efecto sea ese, pero no dure más de cinco minutos, lo cual me parece perfecto, ya que este escrito hubiese cumplido con su función, es decir, lograr que vos juegues con tu imaginación como lo hago yo en esta noche de octubre mientras escribo esto con mucho cariño y con muy poca dedicación… ¿por qué les voy a mentir?.
Mientras yo escribí esto, mi perra que dormía se despertó dos veces, dio una vuelta en la cama para volver a caer en el sueño, yo por mi parte realicé un ejercicio de mecánica técnica, me tomé una cerveza y fumé cuatro cigarrillos, planifiqué ese proyecto que pienso llevar adelante sin que nadie se entere y aún cuando esté terminado, a nadie le importará del todo… son los juegos de la imaginación. Gracias por jugar conmigo (o permitirme jugar contigo).