martes, 4 de febrero de 2025

Desatino...

Cuando se está en un mismo lugar te parece que nada cambia, que la sucesión de días no trae nada nuevo consigo. Todo parece indiferente, inalterable, casi sin un sentido… pero después, cuando te vas por un tiempo largo y decidís volver, todo es diferente. Es en ese momento donde se rompe aquel hilo que te ligaba a ese lugar. Recorrés con la mirada todo y no lográs reconocer lo familiar, no encontrás lo que buscas; lo que era tuyo desapareció.
Miraba por la ventana, apoyando el mentón en la palma de mi mano derecha. Observaba con admiración la infinita sucesión de nubes y me dejaba seducir por el sonido de los motores y el paisaje que estaba debajo. La azafata me llamó señor dos veces, hasta que salí del trance. No me gustó que me llamara así.
Lo mejor de los viajes es poder volver, reencontrarse con paisajes, recuerdos y anécdotas. Sin dudas el mejor de los paisajes es el de los amigos que sé que me están esperando con una copa de vino, aquella copa que permite que me abran la puerta de sus corazones y de sus secretos.
Lo cierto es que soy afortunado de tenerlos conmigo, y aunque a muchos los he perdido con el paso del tiempo, a veces me voy a la juventud a renovar aquellas amistades. En la nada está la explicación del todo... Por eso cuando con mis amigos estallamos de risa en las fiestas, bailamos borrachos, hacemos carnes asadas, o cantamos, hay un momento casi imperceptible, donde nos miramos a los ojos, y cierto brillo, en nuestro encuentro fugaz, nos dice que sabemos lo inevitable... Vamos a morir.