jueves, 2 de enero de 2014

Síndrome de Kessler...

Es muy difícil mantener una órbita de Hohmann cuando la totalidad de las variables son un delirio en el espacio donde uno transita o intenta convivir, máxime teniendo en cuenta que todo es un caos aparente en el cual cada individuo vive o se desempeña en esta vida en la que dicen que uno elije pero se sabe bien que a veces nos toca padecer... La cuestión en apariencia es simple, un día pensás que el universo de cosas y cuestiones en las que estás habituado a desenvolverte es calmo y sereno y de repente te ves envuelto en una baraúnda de motivos pocos claros e indefinibles que jamás quisiste vivir (y espero que nunca vivas); entonces, claro, todo da vueltas como nunca y parece jamás dejará de hacerlo y nada podés elaborar ó entender, porque de ningún modo pensaste en variables, deltas o vectores tan atroces en tan corto período de tiempo... Pero, siempre queda a mano la certeza de descreer de todo lo que uno vive (o viste)... aunque nunca es del todo cierto. Creo yo que el momento más difícil es cuando confirmás que aquello que transitamos es verdad y que no queda más que afrontarlo de la manera que mejor nos salga ó en la cual cada cual esté preparado. Debo reconocer que hace meses que me encuentro bajo el síndrome que da nombre a esta entrada e intento de manera estocástica buscar mejores resultados a los obtenidos, más, vale aclarar que los tiempos existentes para maniobras evasivas o de alabeo redundan en manotazos de ahogados, cuando no en naufragios infructuosos a islas aparentemente opulentas, cuya realidad desemboca en vanos intentos de supervivencia. Desde que decidí seguir la vida sin tripulación por los mares tempestuosos que confronto día a día, reconozco hallarme en la más completa de las paces, sobre todo conmigo mismo, ya que varias veces he tenido que enfrentarme tras muchos encontronazos con las convicciones que siempre me mantuvieron en pie y que (vaya si fueron sesgadas) por intentar convivir con arrebatos que no eran míos sino que se trataban de cuestiones heredadas de dilemas no resueltos por quien fuera en tiempo pasado mi primer oficial, logré hallar un sentido y rumbo, aunque no sé si podrá llevarme a donde quiero, pero estoy seguro que han de alejarme lo suficiente como para poder estar en aguas más calmas a las que me ha tocado en suerte vivir en tiempo pasado. Empero suplico entiendas que no es una proclama de reclamos ni más, sino la descripción del síndrome que me afecta desde hace algún tiempo hasta ahora. De alguna manera intenté que no duela nada, que no duelan las radiaciones, que no duela la gravedad o el hígado, la obscuridad de la noche, las desprolijidades, los deslumbramientos avistados, los puntos y aparte, las espinas ni los gritos que a nada llevan, entiendo que procuré todo para que sea del mejor modo posible, comprendo que muchas veces nada podemos hacer por causas que están perdidas de antemano y que ninguno está dispuesto a salvar de la manera que el otro espera que lo haga. Bajo estas condiciones difícilmente exista unas suerte de salvavidas que pueda rescatarte de tan mal trago o por lo menos no se presenta a la vista, pero si queda esa fuerza oculta que supera en magnitud a otras fuerzas que se encuentran en el universo y es ni más ni menos que la fuerza de voluntad, sin ella o sin la esperanza (otra fuerza inmensa en su magnitud), jamás pudiera haber llegado hasta estos lares, que desconocidos, son amenos y a veces suelen ser agradables. Debo reconocer que esa soledad, típica de cada naufragio, redundan en fortaleza (de espíritu) y en alcohol, aunque suelen desembocar en mares que llevan a ríos calmos, donde la desesperación desaparece como tal y se convierte en esperanza pronta de puertos cercanos en los que difícilmente cada individuo en situación similar logre encontrar algún puerto con taberna donde amarrar. Ambos reconocemos (entiendo yo) nuestros errores e intentamos continuar de la forma que nos place o sale, mi desconocimiento de su persona llevo a mi síndrome, su desconocimiento hacia la mía conllevó al cruel desenlace conocido sólo por ambos y al surgimiento de abismos que nunca podrán remediarse en lo que reste del tiempo que nos toque transitar, si es que se trate de mucho o ninguno. Una cosa sí creo que es clara cuando uno estabiliza su órbita con un punto fijo en el espacio y es que en lo que nos quede de tiempo -sea mucho o no- de ningún modo intentaremos lo mismo, o quizás mejor, en absoluto pondremos en riesgo nuestras vidas de la manera que lo hicimos.