Le juro, intente de todo, pero nunca pude encontrarla…
Todo comenzó cuando empecé a armar ese ridículo y gigantesco rompecabezas. Sin dudas un gran desafío, costoso en tiempo y en neuronas, pero con la esperanzas de que a largo plazo quedaría resuelto y me enseñaría una imagen desconocida hasta entonces.
Químicamente puro o al menos eso parecía yo en ese momento, hasta que llegó Gustavo y me pregunto:
-¿Qué estás haciendo pelotudo?.
Tan metido estaba en esa ardua tarea que no le dije ni hola, atónito se fue a la cocina a poner la pava para el mate. Me lo contó él mismo mucho tiempo después eso.
De esta manera comenzó la historia de “El libro de arena”.
Pero esa ya se las voy a contar mas adelante…