lunes, 1 de julio de 2024

Viejo...

Viejo, nunca me exigiste lo que debía ser, pero si alguien te cuenta de mí, tenés que saberlo… Viejo… soy tu culpa, no en el arte, no en mi profesión, no en la ciencia, no en la música, no en lo que soy, sino en tu ejemplo. Quizás sos el combustible de mi vida. No hay día en que no estés conmigo, no compartimos todo lo que quisiera, pero me sacaste más de una sonrisa de vez en cuando y me hiciste enojar más de una vez.
Egoístamente para los que te queríamos y conocíamos, viendo tus penurias físicas y algunas psíquicas, para los que nos quedamos, la vida te dio un tiempo mayor a lo que la predicción médica decía, que nos sirvió para elaborar una suerte de despedida en vida.
Viejo en mi caso no prefiero eso, quisiera que sea instantáneo, en mi ley, que entiendo que puede llegar a ser la tuya.
Me relaja mi necesidad de saber que a la gente no le gustan que mis escritos no sean más que una lágrima en el mar. No soy especial para nada en este mundo, tal vez por ello las carambolas de la vida nos trajeron hasta aquí.
Siempre quiero sentarme a la mesa con vos, viendo fútbol, tomando vino y comiendo asados, esos que siempre te salieron tan bien.
Hace tiempo que empecé a escribir describiendo lo que veía y con el tiempo a describir de la piel para adentro, ahí donde habitás vos desde siempre, para siempre.

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