Esta noche me puse a escribir sin que mediara ningún
tipo de decisión y en primera persona, es por ello que elegí hacer hincapié en
"uno" de manera reiterativa, dado que prefiero escribir de cuestiones
que conozco bien y no en hipótesis o experiencias ajenas, ya que creo y estoy
convencido de la veracidad de estas palabras y que la tarea del arte, además,
es una labor algebraica en la que uno se encarga de transformar lo que le pasa,
siente o vive en símbolos, esos que en estos momentos te toca interpretar, o en
trazos, o quizás en música; como algo que pueda o pretenda perdurar en la
memoria de los hombres y quizás en nuestros propios deberes cotidianos, una
suerte de recuerdo o anécdota volcada en un libro de bitácoras imaginario para
luego... para luego... ¿Quién sabe...?
Estas páginas son un espejo de mis evoluciones y si mi
escritura ha cambiado es porque yo he cambiado y si es así es porque esto
cambió de alguna manera dado que ni por asomo es parecido a lo de antes.
Ayer tuve la dicha de encontrarme con mi primo el
segundo, el menor y entre muchas cosas que charlamos, situaciones varias,
realidades dispersas y esas cuestiones que conversan las personas que hace un
tiempo no se ven, salió el tema de la venganza...
La venganza sin lugar a dudas es un error, ya de por
sí es un error buscarla, creo que la venganza tiene su origen en una indignación
impotente, es decir, alguien recibe un agravio o un rechazo y no tiene o cuenta
con el poder suficiente para vengarse en ese mismo momento, en ese instante, es
entonces que siendo esa la línea de partida, uno pasa el tiempo maquinando una
construcción de poder que le permita escarmentar a aquella persona que de
alguna manera lo haya lastimado. Pero una vez que ese poder es pergeñado y construido,
el deseo de venganza desaparece, porque ese deseo es alimentado únicamente por
la posibilidad de poder ejercerlo, es decir, por la impotencia, entonces, puede
afirmarse de alguna manera que cuando uno puede vengarse ya no lo desea tanto.
En una vida exenta de toda épica, como la de muchos de
nosotros, o la mía al menos, la mayoría de los deseos de venganza provienen de
rechazos del tipo amorosos o se manifiestan a través de algún modo de
desprecio, alguien que no nos quiso o no nos valora de la forma que nosotros
mismos queremos...
La venganza, entonces, es una institución terrible y
que hace más daño al que quiere vengarse que al objeto de esa venganza, porque
entiendo que eso de ir alimentando odios
y rencores es malo para la salud a largo plazo, aún para la economía doméstica
si uno considera los gastos en alcohol o medicamentos que ello produce, o
también para el cutis... por lo general las manifestaciones físicas son poco visibles
para uno pero si para las personas que lo rodean.
En lo que se refiere al amor, en mi propio y modesto
ser, he tratado en este último momento y con una nueva desilusión bajo el brazo,
de comprender y de aceptar que no todas las mujeres que me gustan y quiero se
van a enamorar de mi, en realidad, creo que ninguna... ¿Y por qué digo esto...?;
porque es algo que los hombres suelen no aceptar con facilidad. Conozco muchas
personas muy inteligentes, inteligentes de verdad, que cuando reciben un
rechazo amoroso, o cuando ven que no se le da el juego pretendido en determinados
foros, por llamarlo de alguna manera, se ponen odiosos y se ofenden; una
especie de ira estrepitosa los embarga y buscan vengarse de algún modo... y eso
está mal y eso es canallesco también... uno no debe permitir que cosas así
terminen sucediendo...
Tampoco se debe llegar como modus operandi a ser
mezquino en el amor, esa cuestión de andar haciendo cuentas del tipo bancarias
para ver si uno da algo o no da tanto (como si administrara saldos), es un gran
gesto de mezquindad, sin embargo, muchas veces, uno se arrepiente de algunos
episodios donde uno mismo se halló dando más, pero no como un mero
arrepentimiento de haber sido generoso, sino porque a veces, dando demasiado,
uno terminó incomodando al otro, ya que la mala lectura de un amor, de una
situación amorosa, es humillante y creo que es lo peor que le puede pasar a un
enamorado, es decir, no leer o no saber hacerlo, correctamente la situación.
Si yo me arrepiento de algo, en alguna situación o
episodio amoroso es de haber leído mal... de haber creído que me amaban mucho
cuando en realidad no era así y de haber generado una respuesta desmesurada que
incluso pudo ser incómoda para la otra persona, para la que no me amaba tanto,
pero además, esas situaciones terminaron de algún modo siendo menoscabante de
mi propia dignidad y debo reconocer, también, que me arrepiento en muchos casos
de haber amado más de lo que me amaron, pero ese no es el mayor de los dolores
que me acongojan mientras escribo estas líneas, vuelvo al concepto con el que
quiero redondear la idea que señala la bandera a cuadros de este texto; no me
arrepiento de mi elecciones, ya que no tengo dudas que siempre fueron positivas
y que las personas que elegí son las idóneas o adecuadas para cualquier tipo de
sueño, anhelo, plan o relación amorosa, sino de no haber leído bien. Estoy
persuadido que aquel enamorado, el buen enamorado, sabe exactamente o debe
saber precisamente hasta donde debe llegar, saber leer cuánto le están abriendo
la puerta y saber, además, cuando sobra o cuando debe marcharse, asique yo en algunos
amores, más que el dolor del amor contrariado, siento la humillación de no
haber "sabido leer" y hasta pido perdón por eso...
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