miércoles, 16 de septiembre de 2009

Buscando…

Tu misión es el sendero luminoso que sigues,
no importa lo obscura que pueda caer la noche.
Richard Bach.

El buscador muchas veces se esconde a sí mismo lo que busca y ahí es donde se pone complejo el asunto.
Se encendió una llama y un nuevo amanecer, me encontró despierto nuevamente, el humo del cigarrillo dibujaba figuras en el aire, desvaneciendo algunas sombras del ayer, y otra vez la busqué en mi memoria y la historia volvió a tener el mismo final.
Dolor. Mucho dolor. No tenía muchas ganas de dormir. Quería enfrentarme a todo este dolor que además se acrecentó con una contractura que llevaba varios días haciéndome sentir inservible. No hay esperanza. No hay expectativa. No hay camino ni receta para todo ese mal. No hay pócima que lo remedie, porque no es algo a remediar. Eso es lo extraño, simple y extraordinario del dolor. Uno no tiene que buscar soluciones, aunque a veces se torne menester. Uno no puede rebelarse sin sentirlo, no puede luchar contra él sin que éste se torne más y más poderoso. Toda energía empleada en tapar el dolor se vuelve contra quien la emplea, hasta se puede notar en el ánimo de aquellos que llevan a cabo esta práctica. Al huir de él te aferras a él, convirtiéndolo en algo mudo, negado y profundo, es una suerte de contrato de palabra, nada está escrito, pero lo conocemos, allí está. Uno sólo puede invitarlo a pasar, tratarlo como al mejor de los huéspedes, y despedirlo agradecido (o no tanto) cuando decida marcharse; porque sólo entonces habrá cumplido su función, la sepamos sentir o no. El mayor acto de transmutación que yo he conocido frente al dolor, la forma más rápida de transformarlo en luz, es aceptarlo plenamente, saber cantar, bailar, pensar, fotografiar, escribir, hundirse, pintar y colaborar con lo inevitable. Cuando duele, duele. Sin explicaciones. Sin conclusiones. Sin culpables. Sin consuelos. Ese es, misteriosamente, el principio y el final del dolor.
El buscador muchas veces se esconde a sí mismo lo que busca y ahí es donde se pone complejo el asunto. Por eso un excelente principio es comprender al dolor, explorarlo y eso pocos buscadores lo pueden realizar al ciento por ciento.
El pensamiento no es más que un relámpago en medio de una larga noche, y aquel cigarro ya estaba consumido en mis dedos. Encendí otro mientras seguía pensando y observando las figuras que creaba el humo.
Y aunque traté de encontrar una respuesta en mi interior, sé que a veces no puedo cambiar lo que yo soy, y escuché de repente tu voz como un eco en la distancia sin cesar, detrás de tu imagen, difusa, semi obscura y borrosa, pude leer la historia de un cuento sin final, caminando hacia el olvido, un amor perdido se aferraba a los caminos de tu piel, de mi piel.
Y es así, el tiempo calma las heridas (al menos en apariencias), y es inevitable que mil preguntas sin respuesta queden, y algún día en este camino estoy seguro que nos volveremos a cruzar, allí nuestros ojos reflejando la verdad y con el susurro mi voz en tiempo pasado, que se aleja como los hace el viento cuando corre por las sierras, nos abrazaremos.
El buscador muchas veces se esconde a sí mismo lo que busca y ahí es donde se pone complejo el asunto. A mi me pasó esa mañana cuando intente encontrar lo que buscaba pensando.

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