Mi querido Fede, mi bebé, te escribo ésto desde el inmenso dolor que me invade en éste momento tan cruel para ambos, en realidad no se para que te escribo si no sabés leer y nunca vas a leer esta epístola, pero quizás sea para adormecer un poco este llanto que me está matando en vida. Mi bebé, Fede, mi bebé. Mucha gente no está contenta contigo mi cielo, no te quieren, te menosprecian, pero yo siempre te defiendo, siempre digo lo digno que es tenerte, quererte, pensarte.
Daniel aún no ha llegado, el otro día discutimos por ti, está muy raro últimamente, se enoja por todo, pero sé que no es adrede, el no entiende nuestra unión, nunca pensó que sería así la historia. El doctor dijo que todo estaba bien, que no había ninguna complicación, se lo comenté a Daniel, pero el se reía, aún no se bien por que. Y en un momento se puso furioso y dijo cosas feas… aunque a vos no te interesa ni debe interesarte lo que él dice o piensa a veces de mi. Me encantaría saber que es lo que sentiste estos últimos cinco días. No me importa que me digan que sos malo, que no te quieren.
Todo es muy raro últimamente Fede.
El tiempo es una magnitud difícil de explicar mi querido Fede, y vos sos muy pequeño para entenderlo, pero Daniel va a llegar en cualquier momento y debo ponerme a limpiar. No debe ver ésta carta, ya que es sólo para vos, tengo miedo que escriba algo que no te guste. Las lágrimas se me caen Fede, por eso algunas cosas no se leen bien, pero me las estoy limpiando, como puedo, para que sea lo más entendible posible, aunque mi trazo ya no es el mismo con el que empecé a escribirte. Me siento una idiota Fede, menos mal que para cuando llegue Daniel todo estará limpio, así no me dirá nada, pero me quedo con las ganas de cantarte esa canción que siempre te canto… a la familia no le gusta mucho que hable sin cesar de vos Fede.
A vos no te gustaría estar en este lugar, en serio Fede. Me duele no poder estar contigo, sufro sabiendo que no podés vivir acá, es que todo es tan chico, no hay espacio, vivimos chocando con Daniel, a nadie le importa, y eso es malo para lo dos, yo ayudándolo a que consiga lo que él busca y yo quedándome sin vos que es lo que tanto busqué. No podrías comprender nunca este mundo, es muy raro, muy raro y complicado, todo se rumorea, todo se sabe, tratamos de arreglarnos con lo poco que tenemos. La cama hace rato que tiene los elásticos vencidos, ya no puedo limpiar como lo hacía antes, Daniel fuma, como nunca está fumando y tira las cenizas en cualquier lugar, hay un ambiente terrible de desgano mi querido Fede, mi Federico. Creo que nadie aguantaría acá mucho tiempo.
Todo duele Fede, es muy sucio y triste, el dolor me parte en dos, me cuesta mucho escribirte en este momento, quiero tenerte, quiero abrazarte, quiero verte llorar, limpiarte. Pero el mundo no me importa mucho ahora, sólo me importas vos, tu chupete, tu mamadera, tus gritos y lloriqueos en medio de la noche, en todo eso estoy pensando mi bebé, mi Fede querido, en todo eso. Quiero pensar que estás bien y que no estás triste, vos sos mi sol, vos sos mi destino. Quizás esté enferma, o sea mala, o me sienta sola, no lo sé, te quiero tanto mi bebé, mi Fede.
Si vieras el piso de la cocina como está, mi Fede, y Daniel está pronto a llegar, no quiero que vea todo el piso manchado de rojo, debo limpiar, apurarme antes que llegue y encuentre todo hecho un desastre. Cuando estemos juntos te voy a cantar nuestra canción, nos va a gustar. A Daniel a veces se le pega y la silba cuando vamos por la calle, cuando está contento, y a veces hasta habla con vos y eso me gusta mucho. Quiero ver tus ojos Fede, me encantaría hacerlo.
Ya no puedo llorar más, estoy más contenta, pero sé que pocos podrán entender esta decisión, o la verdad quizás ni les importará. Afuera está lloviendo Fede, pronto estaremos juntos, llueve mucho y Daniel está por llegar.
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