sábado, 30 de agosto de 2025

Deslumbramiento...

Cuando eliminas lo imposible, lo que queda es siempre descorazonador. Tristeza es una palabra pobre para describir lo que nos pasa, pero siempre se torna difícil adjetivar cuando el concepto es enorme y las palabras no alcanzan.
Las respuestas a las preguntas pueden deslumbrarnos; es siempre curioso como a veces, se oculta todo bajo ese brillo. Es difícil ver con ese resplandor, pero es mejor que no ver absolutamente nada por la obscuridad. En aquel deslumbramiento nos solemos hallar desnudos ante lo impensado, y también, fortificados en una nueva convicción, pero lo que verdaderamente importa es permitirnos saborear aquel destello, quitándonos el velo y aceptando que no sabemos nada, ni siquiera quiénes somos.
Hay tantas verdades como visiones, eso suelen decir. No se puede volver al pasado para ser testigos de lo ocurrido, pero siempre se puede buscar la verdad en los vestigios de los testimonios, en las miradas, en la efusividad de sus gestos, en lo que los pensamientos de las personas y en lo que sus interpretaciones derivan y convidan.
Algunos fulanos, sabiendo que van a morir, cuentan su historia. No somos nada más que eso... una historia. Muchas veces, la historia que nos llega está viciada de interpretaciones, matices y sesgos; y convierten aquella original en una nueva versión. Como humanos que somos, nos encanta confundirnos y conformarnos con aquello que mejor se adecúa a nuestros razonamientos, perspectivas, vivencias, creencias o realidad. En esas aguas seguras, nadamos, conformistas, celebrando el paso de los días.
Las historias le dan sentido a la existencia, al mundo. Nos hacen humanos y de cierta forma nos reconforta todo eso. Contarnos historias, aunque no sean ciertas, nos hace lo que somos.
En la vida nunca tenemos toda la información, hacemos lo que podemos con la información que tenemos y esperamos que eso sea lo indicado.
Mientras caminamos esta avenida de una sola mano, algunos nos divertimos jugando con los pequeños, riendo, enseñando, emborrachándonos y enamorándonos de señoritas inalcanzables, sólo para saborear por breves instantes, un poco de la razón y el sinsentido de todo esto que no comprendemos y que evadimos interpretar. Pero a veces, uno llega a distinguir cierto brillo en los ojos de los que entienden un poco más, un brillo opaco qué al ser advertido, nos dice...

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