“Detrás de este triste espectáculo de palabras,
tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas,
de que no haya muerto del todo en tu memoria...”
Julio Cortázar.
Aquellos
ecos que retumbaban en mi mente se hicieron claros, cuando esa noche aferrado a
una última esperanza que vagaba por esos días, me sentenciaban al naufragio una
vez más. Sórdidos ecos en la obscuridad total de una noche tormentosa, pero sin
relámpagos; desesperanza desesperada por el final anunciado, y por qué no, ya
sabido/intuido con anticipación.
Pretender
no sentir, está de más cuando es la pena la que retorna a los huesos y a la
piel, pero esta vez con sabor distinto, con sabor agridulce. Yo no lo elegía,
lo elegiste vos, ya no había más opción. Y así otra vez me equivoque… condenado,
pareciera que en mis venas siempre haya aquel mar de hiel, aquel mar que esa
noche me vió naufragar otra vez y me llevó a mi lado más obscuro.
Hundido…
así quedé en aquel mar aturdido.
Palabras…
todas ellas, unas tras una, empezaron a enredarse en la razón de mis sueños.
Retumban… aquellos ecos aún son parte de mi mente.
Un papel
ajado por el tiempo y mojado por las circunstancias, decía: “recordá aquellas
noches donde todo estaba bien, después de cada tormenta el Sol vuelve a
salir…”. Y todo sigue igual, gritos en silencio, callejón sin salida, esto no
es normal… el juego se acabó, de vuelta, una y otra vez más mirando hacia
atrás.
Y es el
tiempo quien cachetea, aquello que ya no está presente es lo que condiciona,
estar enojado no sirve ni es buen consejero para escribir, se juntan todos esos
sentimientos que a uno lo rodean por ahí y no sabés cual es el genuino y cual
no. Allí en mi lado más obscuro hay un consorcio de tipos peleándose, casi
todos son miserables, a veces un ratito aunque sea, entre el barullo uno dijo:
“si añorás situaciones futuras, añorá situaciones que nunca terminan pasando,
haceme caso pibe, no te gastés en añorar”.
Me
aplasta… la idea de pensar en olvidar que yo no me fallé.
Me
arrastra… la decisión sin opción que tomaste hace ya un tiempo. Preguntas… que
hace rato me hago y no tienen repuestas.
Tenía
que llegar el día, por más que intenté prolongarlo, la situación se volvió
compleja, así que me armé con todo el valor que tuve a mano y me fui al baño a
afeitarme, hacía días que venía gambeteando al espejo para no mirarme más. Con esta vida amesetada y con las dudas
siempre apuntando en la sien a mis certezas, me encontré a mí mismo, aquella
madrugada, en aquel rincón, en mi lado más obscuro.