lunes, 23 de mayo de 2022

GUC...

Otro rock, una pesadilla y el acelerador…
el corazón en punto muerto desde hacía tiempo,
aquel dolor en el pecho hundiéndose como un puñal,
rumbos equivocados, vientos esquivos,
derrota improvisada, naufragio garantido.
 
Mala suerte, viejo lobo,
la pasaste mal, le devolviste al cielo su lluvia.
Regalé las cartas marcadas, me voy tapando de olvidos.
Desfilan las notas de vino y botellas a la mar,
tiro el ancla en butacas enterizas,
en recuerdos de inmersiones, en noches y avenidas,
en obscuras golondrinas buscando algún norte.
 
Cada noche una tempestad bajo el pecho,
el café petrolero que se enfría,
aquella mesa vacía esperando tu llegada.
El silencio de radios apagadas,
de parlantes ya sin voces, de antenas que no dicen nada,
estaciones y escarcha, parabrisas que no muestran nada.
 
Me baño y envuelvo en abandono,
me refugio del mundo que pega y duele.
Me falta tu risa y tu gracia, te espero en esquinas olvidadas.
El invierno es lerdo y trae imágenes de parkas y ushankas,
chatas color óxido, baldíos y facturas de madrugada.
 
La noche cobija y habla, yo quiero conversar contigo,
te sueño llegando a casa y fundiéndote en un abrazo, mi amigo.
La alegría como arma de vida, las pastillas olvidadas en una mesada,
un enojo, un nuevo dolor y el susurro blanco y frío al oído.
Descalzo y solo aceleraste a fondo y apagaste las luces.
 
Estrenando herida abierta, con menos llanto y más disimulo,
pescando en un charco sin orillas,
con el corazón sin semblante y embalsamado.
Navegando sin salvavidas, un hundimiento se avecina,
una tormenta más y la sal que recorre las heridas.
No hay prisiones para esta aflicción,
no hay sensación que describa esta caja negra,
el dolor se profundiza más y más,
a contraluz de la Luna el viento ruge como nunca.
 
Hoy dejo tristeza tras mis pasos,
pierdo todos los trenes caminando viejos andenes.
Truena, están baldeando al mundo,
y acá estoy, hace cuatro copas esperándote.

martes, 3 de mayo de 2022

Incondicional (LU5CGU)



Gabito, te mudaste de barrio,
ninguno te pudo alcanzar en la carrera,
te nos fuiste corriendo muy rápido.
Las flores blancas del homenaje
se mezclan con las negras del dolor,
todo lo que llega mueve y duele
y la vida como otro vuelto que no vuelve.
 
Se te hizo necesario salir a navegar
en nuevos barcos sin destinos.
Ojos que aprenden de nuevo a mirar,
esquimales que no se adaptan al frío.
Habitas puertos donde estamos
siempre solos,
caminas por muelles donde nadie
espera a nadie.
 
Agujas congeladas, párpados detenidos,
dame una brújula para encontrarte
que me disuelvo en soledad.
Entre los atajos que no llegan y
las desventajas que no previenen,
sueño que todo es bruma, que nada terminó,
que el tiempo te llevó a otro barrio.
 
Se pasan las noches como sucesión de los días,
estando donde quise estar realmente.
Aquello que no está presente y que el tiempo cachetea,
como aquel Dios que nunca vi, que dice no te derrumbes.
Se secan los ojos para no llorar, pero se humedece el alma,
escritos como autopsias, fotos en portarretratos
que exhiben lo que no existió, ni existe.
 
El Sol se desparrama por el techo de mi casa,
y ahí van víctimas y victimarios, pobres y ricos,
el amanecer fisgoneando en mi ventana,
y esa brisa que transporta tu voz en un video
que no deja de congelarme con tus payasadas.
 
Por eso es que algunos días ando callado,
cierro mis ojos tristes y contengo la respiración,
vuelo en imágenes de terrazas, de canciones,
y olvidos, las chatas, las pizzas, los bares,
las mudanzas, las antenas y radios,
los disimulos, las cocas, las ushankas,
la complicidad y la incondicionalidad,
las andanzas por las noches, el barrio,
las rutas, las confidencias, las guitarras,
el QRM, los paruchos, la ilusión como abrigo,
y yo pensando en ir con vos,
como una intuición de mi destino.