Adiós
amor mío, espero te vaya bien siempre,
ojalá te brinden lo que yo no pude darte,
ojalá te den lo que en mi no encontraste,
ojalá se dé ese amor que tanto reprochaste.
Yo me refugiaré en las sombras de la obscuridad,
me cubriré con el bullicio del silencio cruel,
me esconderé en las corrientes de la tristeza,
y encenderé los brillos de mi soledad otra vez.
Cuesta poder olvidar cada detalle tuyo,
aquella sonrisa que me roba la calma,
aquella mirada que provocó en mi ilusión,
aquellos labios que me han quitado el sueño,
aquella voz que mi nombre susurró.
Más ahora debemos despedirnos,
es momento de dejarte marchar,
que seas feliz... de veras muy feliz...
que nunca te abrace la soledad,
mi corazón clausurado está por ti
ahogado en llanto a orillas de la cama.
La hora benigna me pegunta la hora,
yo le respondo
con mis historias de amor,
pierdo el
rumbo en rotas promesas,
le
cuento de nuestras charlas sin tiempo
desorientado
y aturdido de tanto esperar,
piloto
federado, con miedo a volar.
Los
despegues son opcionales,
los
aterrizajes son obligatorios.
Pido
pista en el bar de amistades,
se
escuchan mil palabras, miro y miro
esperanza
cruel de allí encontrarte.
Brindis con vino y guarnición de lágrimas
Adiós amor mío, iluso al esperarte.
Que
el amor sea quien te acobije,
terminó este vuelo de cabotaje.
Inventemos un
final feliz para esta historia,
las palabras
sólo generan dudas, me dijiste.
Seamos
recuerdos enterrados en esta ciudad
solos, en la tranquilidad los amantes,
donde nadie nos encuentre,
volveremos a despegar.