miércoles, 28 de mayo de 2014
La Posada del Ogro (Parte V)...
Las horas volaban en aquel lugar, en un momento me descubrí discutiendo sobre la convertibilidad, realizando un discurso que hasta a mi mismo me llamó la atención, los amigos de mi tío se quedaron callados, sólo uno saltó a discutirme, mientras el tío miraba con una sonrisa típica de él, aquella era una postal de un grato momento, que realmente marcó mi vida. Yo me compré una casa y pude irme de vacaciones, me dijo un tal Cacho; está bien; ¿pero a qué costo lo estás haciendo?, retruqué yo bastante exasperado. Se hizo un silencio de velorio, el tío, muy hábil miró el reloj y vió que eran las 24 hs. Y con un tono bastante alegre dijo: vámonos antes que caigan las brujas a éste lugar.
Todo el mundo nos saludó y muchos agradecieron que haya participado tan “fervientemente” en la conversación aquella y me invitaron a volver cuando quiera. Nos levantamos con el tío y fuimos a la barra a que él pagara.
En ese instante entró una persona que me llamó la atención, sus ojos estaban todo el tiempo a la expectativa, nerviosos, su tez era obscura, el pelo muy corto y negro, tenía un tatuaje con dos letras “WC”, intuí que eran las iniciales de “Walter” y “Camila”, es típico en algunas personas tatuarse las iniciales de los nombres de sus hijos. El tío se puso a hablar unas cosas con Don “Pepe” que yo lo había conocido en el aniversario de casado del tío, pero sin saber que era el dueño de la posada.
El tío se dio media vuelta y enfiló para la entrada, yo lo seguí por detrás, de repente vió a éste sujeto que tenía el tatuaje y le dijo: ¡yo a vos te conozco!, ésta persona se puso nerviosa y le dijo que no, que estaba equivocado; mi tío le dijo que jamás olvida una cara, ¡ahhhhh!, ¡ya sé, a vos te agarramos robando ganado y alambrados en la casa de Martínez!, dijo mientras levantó el tono Norber; el tipo sacó un arma y le disparó dos veces a mi tío en el pecho, se levantó y salió corriendo del lugar. Yo me quedé atónito, enseguida los amigos de Norber me sacaron afuera, mientras Pepe llamaba a una ambulancia y luego a la casa del tío para avisarle a la tía Rosita lo que había pasado.
Recuerdo que la ambulancia llegó 45 minutos después del llamado, también me acuerdo que se llevaron a Norber aún con vida, y mi vieja tomándome de la mano y abrazándome bien fuerte, como pocas veces lo hizo. Un policía bonaerense me hizo preguntas sobre el tipo que le disparó a quema ropa a mi tío, le describí todo, cada detalle, casi con odio. Después lo que me imaginé, un psicólogo haciéndome preguntas y tratando de dilucidar cuanto me había afectado el hecho y a decir verdad, fue fuerte, pero no traumático como muchos en la familia llegaron a decir.
Al otro día nos volvimos a capital con mis viejos. Mi vieja iba todos los días a ver a mi tío al hospital, la tía Rosita hacía guardias interminables y estuvo siempre acompañada de toda la familia, siempre agradecía cuando llegábamos a hacerle compañía o simplemente convencerla de que duerma un rato y que coma algo. Siempre fue centinela fiel de mi tío y jamás lo dejó solo, aunque se le notaba el dolor y la angustia que llevaba consigo y sus ojos eran reflejo fiel de ello. El tío comenzó a empeorarse, y la tía se estaba poniendo muy mal por ello, todos hicimos lo imposible para mantenerla de pie, para aplacar un poco la angustia que tenía encima, pero a veces parecía un sacrificio inútil, siempre noté una suerte de conexión especial entre ellos, y la tía sabía muy bien como iba a terminar ésta historia.
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