lunes, 17 de marzo de 2014

La Posada del Ogro (Parte III)...

Otros años íbamos y mi tío no estaba de vacaciones, así que se iba muy temprano a la madrugada, creo que salía a las 3hs. y volvía cerca del mediodía, era una fiesta recibirlo cuando entraba el auto. Por lo general nos traía algo a mi hermano y a mí; yo solía correr hacia él, saltar y abrazarlo, él siempre reía y me abrazaba con mucha fuerza y a veces murmuraba algo que jamás pude interpretar. Todos los años decía lo mismo, ya falta menos para jubilarme, ya no quiero trabajar más. El último año que fuimos para allá me enteré por fin de que trabajaba, él era policía, y justo ése año, creo que le faltaban dos meses para jubilarse; siempre profería: No vuelvo más, al menos que el país entre en guerra no vuelvo más. La última vez que fuimos allá yo tenía 13 años, ya la relación con el tío había cambiado bastante, hablábamos de otras cosas, nos contábamos cómo veíamos al país, charlábamos de Cortázar y de Borges y discutíamos sobre Juan M. de Rosas y el FMI, y también le hablaba de la chica que me gustaba. Por alguna razón ese verano él interrumpía mis lecturas nocturnas y se ponía a charlar conmigo, me contó por primera vez de su trabajo, de su jubilación y de sus proyectos a futuro. El tío quería comprar una chacra en Entre Ríos, creo que en Federación, no recuerdo muy bien; y yo le contaba de lo que venía leyendo, de mis planes, la aviación, los sueños y de cosas así, simples; esa noche fue que tomé mi primera cerveza con él antes de que se vaya a trabajar. Por lo que escuché la tía no estaba muy segura de irse, pero decía que las cosas en la zona estaban cambiando mucho, había muchos robos, casas tomadas y cuatrerismo. Cierta vez escuché que le dijo a mi vieja que estaba decidida a irse a Federación con Norber. Ése año ellos cumplieron 25 años de casados y toda la familia cayó en la casa de los tíos, los familiares de Moreno, los de Lomas de Zamora, de San Justo, los de Capital Federal, los tíos de Entre Ríos y Santa Fé también vinieron. Jamás estuvimos tantos primos y tíos juntos en una fiesta, y la verdad que estuvo terriblemente buena, con mi primo Sergio nos tomamos dos cervezas entre los dos y tuvimos que salir al parque a respirar y a parar al mundo, por que todo nos daba vuelta. El tío se dio cuenta y nos trajo un café y algo para comer, mientras se reía. Hacía rato que no veía tanta familia y tanta joda, los tíos estaban re contentos, se les caían las lágrimas de felicidad, el vino corría como agua y el asado era interminable, siempre salía más de esa parrilla, muy buena labor sostuvo mi viejo al realizar tamaño asado y que salga tan rico, pocas veces volví a comer uno de esa calidad. Algunos vecinos también se acercaron a saludar a mis tíos y se quedaron en la fiesta esa noche. En un momento el tío Santiago, empezó a tirar fuegos artificiales, fue un espectáculo hermoso, todos estábamos muy emocionados, pero la atracción mayor fue cuando tiró una bengala que quedó suspendida en el cielo como una hora más o menos, y claro, mi tío Santiago era Capitán de Corbeta o algo así en la Armada y seguro se trajo una de allí. Todos nos quedamos viendo aquella bengala hasta que se apagó. Fue un momento muy lindo, luego siguió la música, el baile, y una zapada increíble entre los tíos. Recuerdo que eran 4 guitarras, un bandoneón, un bombo y todos desentonando al unísono, salvo algunas excepciones. Todo el mundo se fue ya arribada la mañana y yo ayudé bastante a limpiar y ordenar, hasta que el sueño me venció.

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