El adiós después del adiós, no fue una segunda despedida, aunque en cierta forma si lo fue, pero aún piensa que fue una confirmación a la despedida real, al adiós que se suscitó en un principio.
Aquel pensamiento recurrente no lo abandonaba, a decir verdad, lo hacía por momentos, pero siempre regresaba; las noches eran su peor tortura, como siempre. Mañana decidió que va a renacer por quinta vez, pero hoy no puede, hoy no llega, hoy no quiere…
Reflexionó que aún se deben un viaje en ese extraño nuevo tren de Puerto Madero, aquellas papas fritas a la provenzal con una Heineken y las pizzas de mamá. Aunque también recordó aquellos besos que tuvo que guardarse… tal vez deban quedar pendiente para otra vida, quizás no, por ahí se los cobrará en un futuro próximo, aunque eso está en duda... Pensar todo el tiempo, simular que todo está bien (aunque le cuesta) y que todo seguirá por el mismo camino, de esa misma forma.
Y algunos momentos y sensaciones regresaron de forma maliciosa: “por que el amor cuando no muere mata, por que amores que matan nunca mueren”. ¿Qué quiso decir?; ¿a qué se refería?. Lo justificó apropiadamente diciéndose que a veces uno escribe algunas cosas por contexto y debido a determinados momentos y situaciones, que no siempre uno puede sostener lo que afirma con las palabras. Hay cierta magia en eso también.
¡¡Y esa frase!!. “Pegó en el palo”; ¿qué mierda significa eso?, siguió pensando. ¿Por qué no se conocieron hace 6 años?. Fracaso y victoria fusionados en una sensación difícil de explicar.
Flashes, momentos, recuerdos… Cruzó los dedos, pensó que esta vez lo iba a abrazar la Venus de Milo. Otra decepción más…
Hay que hacer el bolso, lagrimear, seguir la procesión y vestirse de olvidar. Le dijo la gente al verlo, pero él siempre supo que los milagros se le rieron (y le seguirán riendo) en la cara.
Al terminar de escribir esto, dijo en voz baja: Decime nena ¿cómo se hace para llegar a tu corazón, con ese pasado atacando y con este ejército en retirada?.
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