La caminata por la calle Montevideo está generalmente cargada de rutina, no he de negarlo, tampoco voy a repetirle como es el itinerario, pero a veces en ese corto trayecto hacia la facultad pasan cosas que hacen que por lo menos valga la pena hacerlo, y hoy mientras iba caminando me dí cuenta de algunas de esas cosas.
A pesar de sus veredas angostas y del caos de transito que es una costumbre en el embravecido centro porteño, la panadería de Montevideo y Bartolomé Mitre siempre ofrece una postal perfecta de lo que son las delicias. El toldo del restauran de Tte. Gral. Juan D Perón siempre entorpece el transitar de aquellos que miden más de 1,60m.
Cruzando dicha calle y haciendo
-¿Querés degustar?.
Fue muy difícil decirle que no a tanta hermosura con una bandeja de langostinos que además estaban buenísimos!!!.
Cruzando Sarmiento, la típica esquina con restaurantes, bares y confiterías que dan un “aire” a tanto cemento, metros más adelante el kiosco de diarios que siempre tiene las revistas colgando y me obliga a agachar la cabeza siempre que por allí paso. Luego llega el inevitable semáforo de la avenida Corrientes y la aún clásica mirada al obelisco y el pandemónium (es increíble que aún me fascine viendo al obelisco), la cuadra que me lleva a la calle Lavalle no tiene nada especial, a veces hay un par de chicas del colegio secundario, pero ninguna me llama la atención pese a algunas cosas que gritan cada tanto.
Una vez cruzada la calle Lavalle esta el Bar “Meetin Place”, ya es una rutina mirar a su interior, e intercambiar una sonrisa con la mesera de aquel lugar, algún día le voy a decir hola para romper con ese ritual…
Por último la calle Montevideo con sus ruidos, su tránsito y su sol de frente que siempre quema y molesta…
En fin, no se por que escribí esto, quizás sea para pensar que siempre anhelo una rutina diferente… quizás para convencerme de seguir haciendo el mismo recorrido, quizás sólo para desahogar un poco el hastío que me genera hacer siempre ese trayecto, quizás para que haya mas degustaciones y así romper con la rutinaria caminata. Quién sabe…
Tal vez la próxima semana, haga el mismo trayecto, pero de la mano de enfrente. Quién sabe…
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