A veces comparo mi vida con el cuento de Borges, es decir, siempre que lo abro encuentras una página distinta, nunca la primera, nunca la del medio, nunca la última, el número de las páginas puede ser infinito o finito... acaso, ¿quién lo sabe?.
Y tiene relación con el puzzle que jamás pude armar, ya que me colgué con Gustavo tomando unos mates y cuando éste se fue, decidí olvidarlo en mi armario, de esta forma taparía mi frustración y quedaría olvidado el fracaso.
Y esa noche, la almohada me empezó a contar episodios de mi vida.
Pero, ¿quienes somos para imponer la realidad?. Después de todo, uno nunca sabe cuando el “ángel de la buena fortuna” podría aparecer en una página del libro de tu vida y poner un milagro en el camino.
Con este silencio que esconde demasiadas cosas que decir, aún espero en la vigilia mejores vientos.
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